En la 3ª de la Feria de Jerez salieron a hombros Padilla y Perera. pero la genialidad de Morante fue la nota brillante de la corrida. De los toros, buenos los de Gavira y pésimos los de Victoriano del Río.

Tres toros de Victoriano del Río y tres, segundo, cuarto y sexto, de Gavira. Desiguales de presencia. Flojos y justos de raza los de Victorino del Río. Muy bueno el cuarto, de Gavira y noble el sexto, también de Gavira.

Juan José Padilla, de verde botella y oro, estocada baja (saludos). Estocada (dos orejas).
Morante de la Puebla, de azul y oro, estocada (una oreja). Media estocada (saludos).
Miguel Ángel Perera, de avellana y oro, pinchazo y estocada (silencio). Estocada baja (dos orejas).

Plaza de Jerez, 3ª de la Feria del Caballo. Dos tercios de plaza. Tarde ventosa. Saludó Joselito Gutiérrez en banderillas.

Carlos Crivell.- Jerez

De nuevo fue llamativo que la plaza de Jerez se cubriera apenas en sus dos terceras partes con un cartel con Padilla, Morante y Perera. Malos tiempos. Sin embargo, los que no fueron se perdieron muchas cosas buenas que sucedieron en la plaza jerezana. El público vibró con el torero local, Padilla, en su faena al cuarto, un toro excelente de Gavira. También fue una corrida para comprobar que el extremeño Perera anda en vías de recuperación. Pero, sobre todo, fue una corrida para volver a gozar del toreo de mayor calidad artística que ahora mismo se puede saborear en las plazas de toros. El genio de Morante sobrevoló durante todo el festejo, ya con el capote, ya con la muleta, incluso con las banderillas.

Se lidiaron reses de dos ganaderías, mejor presentados los de Gavira, y de juego variado, con esa cumbre del cuarto que permitió a Padilla torear a gusto como lo habrá hecho pocas veces. En general, la corrida mejoró la presentación del día anterior. Los de Victoriano, de escaso juego.

Morante dejó los pasajes de mayor calidad de la tarde. Los lances del saludo al segundo, sin continuidad, fueron bellos y sentidos. El toro de Gavira no valía un real, apenas tenía recorrido y salía descolocado en cada muletazo. La ligazón no fue posible, pero sí los chispazos brillantes que tuvieron su nota alta en algunos naturales hondos y majestuosos, pero que alcanzaron el grado de la genialidad en los remates y adornos. La sensibilidad del torero de La Puebla quedó expresada en los de la firma, trincherazos y kikirikies de una factura que hubieran firmado los mejores diestros de la escuela sevillana. La oreja fue de las que sólo piden los buenos aficionados.

A Morante le tenía reservada la tarde un momento de esplendor glorioso en el cuarto. Invitado por Padilla, colocó un par enorme cuadrando en la cara. Junto al jerezano, jugueteó con el toro con majestad y temple, en una escena de una belleza deslumbrante, acompañado por su amigo Padilla que estuvo a su altura en los adornos y con gran vistosidad con los palos. La plaza de Jerez fue un hervidero de palmas por bulerías.

El quinto, de Victoriano del Río, no le dejó rematar la tarde. Fue un toro mirón y probón. Hizo un alarde de valor para robar pases sueltos, pero no había ninguna posibilidad.

Padilla no pudo lucirse con el primero, astado flojo y descastado. Con el citado cuarto, de alta calidad, Juan José toreó a gusto por el pitón derecho con muletazos de buen corte, para seguir con pases variados, rodillazos y manoletinas. Como decían los revisteros antiguos, una faena con pases de todas las marcas. El fandango que cantó desde el tendido Manuel Orta fue definitivo para lograr un clima emotivo en la plaza y que Padilla pudiera pasear las dos orejas.

Perera dejó claro ya en el tercero que está en trance de volver a su sitio. Ante una res nada clara, acertó a templar algunas tandas con la derecha. El toro bajó mucho sus arrancadas y el extremeño se mostró firme y seguro, lejos de la imagen ofrecida en Sevilla.

Con el sexto, toro noble y blando, planteó la faena con la derecha con pases templados y largos. Con firmeza y seguridad, logró ligar los pases en una labor creciente de intensidad con el temple por bandera. En un palmo de terreno engarzó los pases a otro noble toro de Gavira. Los circulares encadenados sin mover un músculo llevaron el delirio al tendido. A pesar de matar muy bajo cortó dos orejas. Fue una buena noticia, porque era la confirmación de que Miguel Ángel Perera ha vuelto por el buen camino. Lo más desagradable fue que quien se fue andando fue el que dejó las mejores notas de calidad de la tarde.