La temporada taurina de 2020 ha colocado en el primer plano a un torero sevillano llamado Juan Ortega. Desde hace tiempo se sabe que Ortega torea muy bien, pero también era evidente que le faltaba dar ese empujón definitivo para colocarse entre uno de los preferidos por la afición. El caso de Ortega es uno más de los que tantas veces se han repetido en la fiesta. Ha llegado a este punto después de una carrera llena de dificultades y con algunos momentos en los que su estela casi estaba perdida en las noticias taurinas. Nació en Sevilla el 8 de octubre de 1990, es decir que tiene 30 años.
Es sevillano del barrio de Triana. Durante sus años de novilleros se le llegó a considerar como nacido en Córdoba. Es cierto que tiene una notable vinculación con la ciudad califal, porque allí vivió seis años mientras cursaba su carrera de Ingeniero Agrónomo. Su vocación taurina está ligada a tierras de Jaén. Un tío abuelo de su padre tenía una punta de ganado en una fina que limitaba con la de Román Sorando. Allí se desplazó mucho en sus años juveniles. Más tarde, de novillero, El ganadero jiennense sería su apoderado. A su tío abueno y a Sorando les unía su procedencia de la localidad serrana de Checa, donde Ortega ha toreado varias veces con triunfos memorables.
Debutó con picadores en la plaza de Córdoba el 24 de mayo de 2011 con una novillada de Fuente Ymbro en compañía de Juan del Álamo y Víctor Barrio. Al segundo de lo le cortó la oreja. Según escribí, el nuevo novillero se mostró nervioso en el primero de su lote, pero se asentó con el sexto, al que toreó muy bien con el capote y tuvo momentos de calidad con la muleta. La estocada fue perfecta.
Esa temporada de 2011 se vistió de luces en 8 ocasiones. De ellas pude verlo en Málaga, Almería y Jaén. La de Málaga del 11 de agosto, de La Quinta, ya evidenció un torero que buscaba torear despacio y que cuidaba las formas toreras en cada una de sus intervenciones. De nuevo resalté su calidad con el capote. El día 22 de agosto, en la feria de Almería, realizó un quite sensacional por chicuelinas. Fue cogido por el sexto y sufrió una cornada en la pantorrilla derecha. Su clásico terno marfil y azabache quedó teñido por la sangre. Todavía ese mismo año pude presenciar una tarde en Jaén el 17 de octubre en la que no estuvo bien. En mi crónica escribí que no le había visto progresar desde su debut en Córdoba.
En la temporada de 2012 hizo 20 paseíllos en plazas españolas. Debutó en Sevilla el 7 de junio, festividad del Corpus, con un encierro de Montealto y Sergio Flores y Rafael Cerro. No pudo hacer nada lucido ante dos novillos de poco juego. El 15 de julio debutó en Madrid en una novillada del ciclo organizado por Digital Plus. Su notable actuación, sin poder cortar orejas, le valió para estar en la final del 29 de julio con Juan Leal y Juan Viriato. De nuevo dejó constancia de sus buenas maneras con la novillada de Garcigrande, aunque el jurado dejó el premio desierto.
En la temporada de 2013 toreó 14 novilladas. La primera fue en Sevilla el 28 de abril. De esa novillada con el hierro de Núñez del Cuvillo, escribí que “en el primero, Juan Ortega estuvo generoso en los terrenos, sin importarle ir donde más viento soplaba. Lo mejor llegó al natural, con buen trazo los muletazos. Enfrente, un ejemplar de Cuvillo, pronto y obediente, aunque con una embestida descompuesta en la muleta de Ortega, que remató con acierto a espadas. El cuarto fue el novillo de menos opciones, flojo y de poco viaje en su embestida. Ya lo marcó desde su salida y condicionó la lidia de Juan Ortega. Se justificó el novillero en su faena”. En dos ocasiones toreó en Madrid, con una buena faena a un novillo de El Montecillo el 17 de agosto.
Después de cinco novilladas en 2014, entre ellas una en Sevilla y otra en Madrid, Juan Ortega tomó la alternativa el 27 de septiembre de 2014 en Pozoblanco (Córdoba), de manos de Enrique Ponce y con José María Manzanares de testigo. Al sexto, de Zalduendo, le cortó las dos orejas. En la novillada de Sevilla del 18 de mayo volvió a tener mala suerte, pero de nuevo buenas maneras. Al finalizar esa temporada de 2014 rompió con Juan Ruiz Palomares, por entonces su apoderado.
Ya como matador de toros, la temporada de 2015 fue discreta. Toreó 7 corridas de toros en plazas de tercera categoría, la mayoría en tierras de Córdoba y Jaén, además de volver a Checa, el pueblo de sus antepasados. El año 2016 comenzó con una apuesta fuerte. El 20 de marzo, Domingo de Ramos, se presentó en Madrid para confirmar su alternativa. Con una corrida de Gavira, vestido con el mismo terno sangre de toro que lució en Jaén, fue apadrinado por Curro Díaz en presencia de David Galván. Estuvo bien con el de la ceremonia. Ese año de 2016 lo pasó en blanco. Sin apoderado y con el problema añadido de una lesión en la muñeca izquierda, de la que fue operado en julio. A finales de ese año, llegó una noticia que al final ha sido decisiva en su vida. Pepe Luis Vargas se hizo cargo de su apoderamiento.
El apoderamiento por parte de Vargas tuvo al principio más consecuencias personales que efectivas. Creyó siempre en sus posibilidades e incrementó sus ya por entonces notables virtudes como torero. Es cierto que el 2017 solo toreó dos corridas de toros, una en Cebreros y otra en Checa, su segunda patria. En dos temporadas solo se había puesto el traje de luces en tres tardes. Solo el aliento de Pepe Luis Vargas le sostuvo en unos momentos en los que llego a dudar sobre su continuidad en la lucha por ser torero.
El año 2018 tenía marcado el punto de inflexión de carrera taurina. Después de dos corridas, una en un pueblo de la localidad mexicana de Zacatecas y la otra en Navas de San Juan, se anunció el 15 de agosto en Madrid. Esa tarde madrileña le cambió la vida. Se lidiaron toros de Valdefresno y completaban la terna Pepe Moral y Francisco José Espada. Así quedó reflejada su tarde madrileña: “Juan Ortega volvía a Madrid tras dos años de ausencia. Quitó al primero por chicuelinas y ante el segundo de la tarde cortó una oreja. Fue faena de poso que comenzó por doblones muy templados. Gustó su concepto, el empaque que desprendió y la templanza en las tandas. El astado de Valdefresno respondió con bravura y calidad y Juan Ortega lo cuidó. Buen remate de cada pase y toreo caro al natural. Finalizó de nuevo por doblones y la estocada entera fue el preámbulo del premio”.
A pesar de estar tarde de confirmación absoluta de que Ortega estaba en posesión de un toreo de altos quilates, ese año solo toreó una corrida más en la localidad de Sacedón (Guadalajara).
A comienzos de 2019 se unió al apoderamiento de Juan Ortega el taurino Roberto Piles, aunque Vargas siguió a su lado. Se esperaba un año de aparición en muchas plazas, entre ellas la de Sevilla, pero fue otro año nada fácil. No se le contrató para la Feria de Abril y de sus 11 corridas en plazas españolas, cuatro de ellas tuvieron como escenario la de Madrid. Además de Las Ventas, se presentó en las plazas francesas de Dax y Bayona, toreó en Gijón y volvió a Málaga en una corrida con un cartel recompuesto del original.
Lo de 2020 es muy reciente. Ha realizado cuatro paseíllos. El primero de ellos, antes de la pandemia, el 8 de febrero en Valdemorillo. Con las circunstancias excepcionales de este año, a Ortega le han bastado tres corridas de toros para convertirse en uno de los espadas más atractivos del escalafón. Para esta explosión ha contado con la complicidad de las cámaras de televisión, que enseñaron a todo el mundo su faena de Linares, la buena tarde de Córdoba y la sensacional faena de Jaén a un toro de Victoriano del Rio.
Desde su alternativa en Pozoblanco en 2016, Juan Ortega ha toreado 31 corridas de toros, de ellas seis en Madrid. Todavía no se ha presentado en la plaza de toros de Sevilla, donde en 2020 estaba anunciado el 22 de abril con la corrida de Fuente Ymbro. Con este escaso bagaje, a pesar de que ya no es un chaval – tiene 30 años -, Juan Ortega ha conseguido en este año tan horrible colocarse entre los diestros de mayor interés del escalafón ante el futuro.