A las cinco de la tarde fue suspendida la corrida de rejones que ponía el punto final a la temporada en la Real Maestranza de Sevilla. Se anunciaban reses de Fermín Bohórquez para Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández.

Para suspender a esa hora no hubiera hecho falta molestar al personal. La lluvia había anegado el ruedo durante toda la mañana, se sabía que en esas condiciones no se podría celebrar un espectáculo de caballos, pero aún así se sorteó a las 12 del mediodía y se hizo acudir al público a la Maestranza.

La autoridad, Fernández Rey en este caso, reunió a los caballeros en la plaza treinta minutos antes de la hora anunciada para el comienzo y allí se certificó que las condiciones del ruedo eran malas para el toreo a caballo. Los caballeros ni entraron a pisar el ruedo. A esas horas, muy poca gente había ocupado su localidad en la plaza.

Así se ponía fin a un año negro en Sevilla que seguramente tendrá consecuencias en el futuro. La empresa volvió a dejar desprotegido el ruedo, porque piensa que las lonas o los plásticos no solucionan nada. Hace algunos años era distinto y se colocaban para evitar el encharcamiento. Se habla de mejorar el drenaje del piso de la plaza, aunque se sabe que ello será imposible si se mantiene el albero, arena histórica en el coso del Baratillo. Se puede mejorar el subsuelo, pero mientras arriba esté el albero no se habrá solucionado el problema. Así que el futuro pasa por colocar una protección y poner a una cuadrilla amplia de hombres a trabajar una hora antes del comienzo del espectáculo, o cambiar el albero por una arena diferente que aparente el mismo color pero que facilite el drenaje.

Todo será mejor que llegar a esta cifra de siete espectáculos suspendidos en 2008, lo que supone un auténtico récord nunca conocido y difícil de superar en temporadas venideras. El cierre de la temporada ha sido el que corresponde a este año infame. No fue brillante anunciar una de rejones para el 12 de octubre y lo mejor, para rematar el asunto, ha sido suspenderla. A un año tan calamitoso no le correspondía otro final que la suspensión.

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