Madrid1CARLOS CRIVELL.- La Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (Anoet), que concentra a los empresarios de las plazas de toros de mayor relevancia, ha emitido un comunicado (se puede leer en la sección de Actualidad) que ha producido la alarma en el mundo de los toros. En síntesis, los empresarios más potentes se quejan de la notable quiebra económica que está sufriendo la Fiesta en los últimos cinco años, proclaman que son los que mejor conocen el mundo de los toros por su posición como organizadores, anuncian que existe una situación crítica que está anegando al sector, definen con rotundidad que ‘el mundo del toro está en quiebra’, piden la unión de todos los sectores para no caer en la marginalidad, para finalizar con un ‘la Fiesta se acaba’. El comunicado se remata pidiendo la unión de los sectores para enfrentar los problemas con rigor y amplitud de miras.

Sobre el fondo de este comunicado cabe decir que es posible que los empresarios tengan razón. Hay crisis, hay menos asistencia de público a las plazas – por la crisis y por la decadencia del propio espectáculo -, los gastos se han disparado y en muchas ocasiones hay pérdidas económicas. Este fondo que puede ser cierto, es sin embargo discutible por razones variadas. Los empresarios siguen organizando ferias, acuden a los concursos aunque los pliegos impongan un canon enorme, les han bajado los dineros a los ganaderos de forma radical, y a la hora de la verdad solo pagan con cierta generosidad a unos cuantos toreros. La mayoría de los matadores son liquidados con mínimas cantidades. Esta situación actual tiene componentes irremediables, la crisis y la decadencia del interés de la corrida, pero otros problemas han sido generados por los mismos empresarios que ahora se quejan.

El fondo no es totalmente acertado, pero es evidente que ni las formas empleadas ni  el momento elegido son oportunos. Cualquiera que no esté muy versado en materia taurina y lea este comunicado podrá pensar que a los toros les quedan muy pocos años de vida. Decir que la Fiesta se acaba, así con rotundidad, es una exageración, pero es la forma menos acertada para conseguir nuevos clientes. Es como si un vendedor de frutas anunciara que pronto no quedarán ya piezas para vender porque son caras y malas. Es una evidente mala política. Es mala incluso para los que ya son aficionados, pero es malísima para quien no esté muy versado en asuntos taurinos, porque pensarán que los mismos que deben promocionar el espectáculo nos dicen que están en quiebra y que el futuro es negro. Así no se promociona nada.

Parece que han querido hacer una llamada de atención para comprobar la reacción de otros estamentos. El espectáculo taurino es muy caro. El IVA es alto y no parece que el Gobierno lo vaya a bajar pronto. Los pliegos son abusivos. Ahí sí pueden hacer un frente común. Ya aparecen algunas administraciones públicas que se han percatado del problema y sacan plazas a concurso a coste muy bajo, incluso con cero de canon. Otra cosa son los arrendamientos con entidades privadas, como ocurre en Sevilla con la propiedad del coso, pero hay un contrato privado por medio que en su día fue aceptado por las partes al firmarlo. Solo la buena voluntad de la propiedad podría modificar este concepto. Los gastos generales de la organización de un festejo han subido, pero al mismo tiempo que se les ha reducido los ingresos a muchos ganaderos y a los toreros que tienen menos tirón en la taquilla. Los empresarios lanzan este comunicado como llamada de atención, pero vuelven a tocar los costados de las figuras, que son las que llenan las plazas y tienen emolumentos altos de verdad. Y ese camino es peligroso, como ya se demostró en Sevilla. La única forma posible de valorar el auténtico valor de cada torero es conocer su fuerza en la taquilla, para lo cual las cuentas de la Fiesta deben ser claras y diáfanas. Por ejemplo, que se coloquen tornos en las puertas o que se comunique el número de entradas vendidas, así como los ingresos totales en taquilla. De eso nunca han hablado los empresarios. Por ahí podíamos empezar. Si El Juli llena, debe cobrar mucho. Si no llena, debe cobrar menos.

Por otra parte, los empresarios tienen una gran dosis de culpabilidad en algunas de las situaciones más lacerantes que vive hoy la Fiesta. La decadencia actual de algunas plazas es el resultado de una larga actividad con nula imaginación en la confección de los carteles y con unos precios desorbitados.

Sobre el momento, dicho queda que no parece el más oportuno. Las formas apocalípticas, creo que son innecesarias. El toreo necesita que se conforme un organismo que asocie a todos los participantes en la Fiesta. Y es verdad que el momento es muy malo, ahí llevan razón, pero ellos tienen su cuota de responsabilidad, y deben actuar de forma urgente sin anuncios tan nocivos para el espectáculo como es la nota emitida. Bueno sería que los empresarios jóvenes (Ajoet) comunicaran su opinión sobre las palabras de Anoet, porque si la organización de una corrida en plazas de primera genera gastos cuantiosos, que nadie piense que al empresario de Játiva le regalan las cosas. Y la desatención general por las novilladas es otra lacra que corroe los cimientos del toreo. Muchos problemas para posturas individualizadas. O se llega a una unión auténtica o llegaremos al caos definitivo. Y al fin de cuentas, ¿qué proponen como solución los empresarios? Que se pongan a trabajar todos los interesados juntos para mejorar el futuro.

A %d blogueros les gusta esto: