Carlos Crivell.- La lidia del cuarto fue una inyección de optimismo para el ganadero y para la propia corrida. El primero de Domecq fue devuelto por su manifiesta invalidez y tampoco el sobrero de El Tajo tuvo fuerzas. Los que se jugaron como segundo y tercero fueron calcados: nobles, sosos y flojos. La tarde estaba algo estancada hasta que salió el cuarto, que se movió con alegría y permitió que Paco Ureña expusiera sobre el albero los motivos de esta su primavera taurina.
El torero de Lorca ni lo probó en la muleta. Se la puso con la derecha y se gustó toreando muy despacio con ese aroma que posee este torero. Se puede definir como la hermosa expresión del toreo de Paco Ureña, que carga la suerte y ralentiza los pases para sentirse y llenar de gozo a los presentes. La faena fue imperfecta por la ausencia de toreo con la izquierda, que solo apareció al final. También el animal respondió por este pitón. Ya con su obra algo pasada, surgió algún natural bello y relajado. Lo mató a la segunda y la oreja cayó a plomo.
La primera parte de la corrida fue un soponcio. Ureña lo intentó con el toro de Joselito, muy corto, al que no pudos dar pases completos. Ginés Marín anduvo correcto y sobrado con uno soso y sin fuerzas de Santiago Domecq. Entre muchos pases, alguno fue de trazo elegante. La ligazón fue imposible ante un animal tan reservado.
Galdós, el peruano tapado, le ofreció a la plaza una demostración de buen gusto al torear de capa siempre a la verónica, en general con maneras muy buenas, para rematar con medias preciosas. Al tercero le dio muchos pases de desigual factura.
Espoleado salió el joven Marín con el quinto. Desde unas cordobinas del saludo al quite por chicuelinas, todo fue entrega. El animal llegó con guasa a la muleta, echó la cara arriba y Ginés, muy transparente en sus formas, se vio en muchos aprietos ante un toro probón y desagradecido.
Galdós lanceó rodilla en tierra al sexto. Comenzó con la izquierda con un animal reservón, sin maldad, pero al que le costó un mundo repetir las arrancadas. Además, se rajó cerca de la tablas y se echó de manera descarada, como si estuviera enfermo. Definitivamente, la de Domecq fue una mala corrida con uno bueno. Galdós lo mató como bien pudo.
Nos quedó el recuerdo de un buen toro y un torero exquisito que hizo una faena llena de aroma.
Plaza de toros La Malagueta, 16 de agosto de 2016. 3ª de Feria. Media plaza. Cinco toros de Santiago Domecq y uno – 1º bis – de El Tajo. Todos bien presentados. El de El Tajo, flojo y soso; 2º y 3º, muy flojos, nobles y descastados; 4º, con nobleza y movilidad; 5º, de mal estilo; 6º, agotado y enfermo.
Paco Ureña, de rosa y oro. Estocada baja (saludos). En el cuato, pinchazo y estocada caída (una oreja).
Ginés Marín, de blanco y oro. Dos pinchazos (saludos). En el quinto, pinchazo y media atravesada (silencio).
Joaquín Galdós, de grana y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el sexto, pinchazo, se echa el toro, un descabello y se echa de nuevo (silencio).