Talavante_MálagaCarlos Crivell.- El terral caldeó las calles y en la plaza el vendaval movió los engaños toreros. Fue una tarde incómoda para los matadores. Se toreó cerca de las tablas a toros que hubieran lucido más en el centro.

Morante centró todas las miradas. Venía del escándalo del jueves con toro al corral en tarde de inhibición absoluta y era el día para restablecer las relaciones con esta afición. La tarde fue mala para el de La Puebla. Mal amigo el viento para torear. Su actitud no ayudó a la reconciliación. Dejó que el primero recibiera cuatro puyazos, lo que indica que hubo falta de atención en la lidia. El toro, que lo tenía todo bajo mínimos, se murió en los primeros compases de la faena. No hubo faena, sino unos tímidos intentos desanimados. El animal se acogotó, metió la cabeza entre sus manos y se tumbó tras dos pinchazos. La bronca fue monumental, de las que ya no se escuchan en una plaza de toros.

Se supone que la esperanza final era el cuarto, un toro sin fuerzas, nobilísimo y que iba y venía sin vida.  Morante comenzó por alto junto a las tablas. Allí siguió con derechazos muy bonitos pero en los que faltaba la emoción del toro. Por la izquierda el toro acortó más el viaje. Todo quedó en un quiero y no consigo nada. Y de nuevo se enredó con la espada para escuchar dos avisos. Cuatro toros y casi nada en el recuerdo.

Perera tapó con su muleta al segundo, que llevó la cara a media altura y remató por arriba sus viajes. El viento arreció más que nunca. Muchos derechazos y una de naturales en los que le pudo a todo sin llegar a completar nada.

Más de lo mismo con el descastado quinto, que acabó metido en las tablas después de una labor en la que bajó la mano sin lograr ningún eco en el tendido. Perera ha matado cuatro toros, ninguno ha sido bueno, pero su talante no ha sido el que se podía esperar de este torero.

Talavante se lució en un precioso quite por chicuelinas en el segundo. El tercero era una especie sospechosa blandita y sin fuelle. En las tablas le dio varios naturales muy lentos soberbios. No era posible ligarlos. Un cambio de manos completo levantó la admiración. Faena bonita sin toro.

Sacó al sexto al centro, casi un milagro tal y como estaba la tarde. Fue otro toro noblón que se dejó sin humillar. Talavante meció la derecha con temple. No se acopló con la izquierda entre toques violentos y la búsqueda de la distancia. Otra tanda, con más fibra y coraje, tuvo más fondo, así como un circular muy celebrado. Remató con manoletinas. La oreja alivió una tarde de pocos contenidos.

Plaza de toros de La Malagueta, 20 de agosto de 2016. 7ª de Feria. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Núñez del Cuvillo, terciados de presencia, nobles, justos de raza y carentes de fuerzas.  Mejores cuarto y sexto.

Saludó en banderillas Javier Ambel.

Morante de la Puebla, de negro y oro. Dos pinchazos y el toro se echa (bronca). En el cuarto, pinchazo, estocada y dos descabellos (palmas tras dos avisos).

Miguel Ángel Perera, de pizarra y oro. Estocada trasera y atravesada (saludos). En el quinto, media estocada atravesada (silencio).

Alejandro Talavante, de marfil y oro. Pinchazo y estocada trasera (saludos). En el sexto, estocada y tendida (una oreja).

 

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