Jose_Tomas_Malaga14Carlos Crivell.- José Tomás llenó la plaza de Málaga, se justificó en dos toros en una tarde de alto contenido emotivo, un toreo más técnico pero igual de apasionante. Hermoso cumplió su difícil papel.

Plaza de toros de Málaga, 7ª de Feria. No hay billetes. Tres toros para rejones, 1º y 5º de San Mateo; 3º de Carmen Lorenzo, de buen juego en general. Tres toros para lidia ordinaria, 2º y 6º de Parladé; 4º de Victoriano del Río. Bien presentados. 2º, flojo y descastado. 4º de Victoriano del Río, noble; 6º de Parladé, noble y encastado.

Hermoso de Mendoza, rejón trasero (saludos). En el tercero, pinchazo y rejón trasero (una oreja). En el quinto, medio rejón trasero y tres descabellos (saludos).

José Tomás, de rosa palo y oro, estocada tendida (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada honda caída (una oreja).  En el sexto, medía estocada caída (dos orejas).

Con un ambiente excepcional, la plaza en estado de esperanza ante una nueva aparición en público de José Tomás, el primer detalle que hay que anotar es que el caballero rejoneador hizo el paseíllo por delante, como siempre ha ocurrido, mientras detrás marchaba el matador de toros. Las formas hay que guardarlas siempre. Detrás, los dos sobresalientes emparejados.

La corrida eran los tres toros de Tomás con los intervalos de rejones, colocados como un sorbete de las comidas de varios platos. La plaza estaba solo esperando a José Tomás. El rejoneo fue como una parada para tomar impulso. Y que conste que el rejoneador era Hermoso de Mendoza, en un nuevo y extraño cartel mano a mano con un matador de toros.

La corrida la llenó Tomás. La lidia del primero de sus toros provocó una ligera frustración. Es como si tuviera la inexorable obligación de brillar ante cualquier tipo de toro. Y el primero de los tres que mató, con el hierro de Parladé, fue malo sin remisión, parado y de viaje muy corto. La realidad nos vino a recordar que el toro es fundamental para esta fiesta. Ante un toro malo, pocas posibilidades hay de modificar su condición. Lo mejor del torero fue que lo probó por los dos pitones y lo aliñó. Cuatro minutos le duró el toro.

Todo cambió en el de Victoriano del Río, un precioso ejemplar engatillado cinqueño que embistió con nobleza. Ya en los lances del saludo jugó los brazos a la verónica. En un alarde de inteligencia, ante la forma de irse el toro de la suerte, completó con chicuelinas majestuosas. El quite ya llevó el susto al tendido. En una caleserina fue derribado. No pasó nada. Impávido, se levantó para iniciar de nuevo el farol y las caleserinas. La emoción subió de tono. Cinco estatuarios de entrada citando en las afueras. Se ajustó de forma inverosímil. En el centro, la faena tomó aire en tandas con la derecha con la mano muy baja, todo muy ligado y ceñido. Al final, remates de pecho, muy lentos. Solemnidad y personalidad en el torero. Bien colocado siempre, su labor bajó por la izquierda, por donde el Victoriano ya frenó su recorrido. Volvió a la derecha, de nuevo despacio y arrastrando la franela, para dibujar algunos de pecho de una largura y una lentitud sobrenatural. La banda tocó una ranchera, la mandó callar y citó de frente mientras en el tendido le cantaban un fandango. Ahora lo mejor fueron los remates con trincherillas señoriales y una vez más los de pecho, el muletazo mejor interpretado en esta ocasión. Se pasó de faena y quizás por ello pinchó antes de la estocada.

El sexto, de Parladé, fue un buen toro, noble y con un punto de raza que necesitaba ser toreado. Y Tomás lo toreó. Buenas verónicas a pies juntos. Sin quites, sin permitir al sobresaliente su intervención, Tomás se puso a torear con la derecha. Dos primeras tandas suaves, templadas y sometiendo mucho al animal. Lo mejor llegó al natural con el diestro firme, perfecto juego de muñecas, en una faena en la cada tanda mejoró en ajuste a la anterior. El toro no era la tonta del bote, es posible que al conjunto le faltara más rotundidad, nada importó cuando mató de un espadazo malo -media baja-, aunque eficaz. Dos orejas, la segunda de una benevolencia extrema porque la media estocada fue muy defectuosa, pero con la evidencia de que mantiene una personalidad única, que pisa un sitio muy comprometido y la constatación de que ahora despide a las reses con más violencia al final de los muletazos. La conclusión es que su ausencia de las plazas de toros es un despilfarro absurdo para el toreo. José Tomás estuvo bien en dos toros; en el escalafón hay varios matadores que ante los mismos toros hubieran estado a semejante nivel. Es decir, que tiene que alternar con otros compañeros en plazas de responsabilidad, como siempre han hecho las figuras del toreo.

Entre los toros de José Tomás rejoneó tres astados despuntados Hermoso de Mendoza. Pagó la frialdad habitual de las plazas en el primero, al que hizo una faena muy pura y ortodoxa, brillando más que con ningún otro caballo con Disparate. Aunque remató a la primera, estaba claro que el personal estaba en otra cosa y apenas pidió la oreja. Con el segundo de su lote casi repitió su actuación. Fue un rejoneo con buenas cabalgaduras, brillante a dos pistas y un final con Pirata desplantado delante del astado en la hora de la muerte. Ese detalle le dio la oreja. Y repitió una labor correcta, sin grandes alardes, en el quinto. Sacó otra vez a Disparate, que dejó clara su jerarquía en las llamadas ‘hermosinas’, pero falló con los rejones finales y se marchó a pie al fin del festejo.

El respetable salió contento. Tomás brilló en general. Su personalidad arrebata y conmueve. Y ya no hay visos de tragedia en su forma de andar delante de los toros. Solo este traspié en el quite del primero de su lote y nada más. Hasta su terno rosa pálido acabó casi sin sangre. Hasta el año que viene, si Dios quiere, torero.

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