Adame_México2015

Foto de Tadeo Alcina para Aplausos

Gastón Ramírez Cuevas.- Domingo 25 de octubre del 2015. Primera corrida de la temporada de la Plaza de toros México. Toros: Tres de Julián Hamdan, primero, segundo y tercero. Desiguales en presentación y juego. Al segundo, Manzanares le cortó un oreja y Joselito Adame hizo lo propio al tercero, mismo al que le dieron arrastre lento.

Tres de Xajay, cuarto, quinto y sexto. Desiguales en todo, menos en la falta de bravura. Al sexto le concedieron inexplicable arrastre lento.
Toreros: Eulalio López “Zotoluco”, al que abrió plaza lo mató de entera trasera: pitos al toro y silencio para él. Al cuarto lo despachó de un bajonazo artero: benévolo silencio.
José Mari Manzanares, a su primero le pegó una buena estocada entera: oreja levemente protestada. Al quinto le atizó un metisaca en el pulmón, es decir, un bajonazo de juzgado de guardia: bronca.
Joselito Adame, al tercero lo pinchó antes de propinarle una media tendida: oreja. Al que cerró plaza lo mató espectacularmente en la suerte de recibir: dos orejas con petición de rabo.

La plaza registró para la corrida inaugural de la temporada, contra todos los pronósticos, una excelente entrada, lleno en numerado y poca gente en general, algo así como treinta mil espectadores. Nadie salió defraudado, al contrario. ¿Por qué? Porque después de prácticamente cuarenta años, México ha vuelto a tener una auténtica figura del toreo. Hablo de Joselito Adame, un coleta que triunfa de continuo en todas las plazas del mundo taurino.
Hoy instrumentó dos faenas antológicas. Pocas veces he visto a un torero tan puesto, tan elegante y tan enterado.
A su primero lo lanceó primorosamente a la verónica. Quitó por ajustadas chicuelinas y luego se entretuvo en pegarle muletazos de muchos quilates por ambos pitones. Completó cada pase, templando y mandando con maestría. Quietud, cabeza, variedad y cercanías fueron el leitmotiv de la faena. Joselito se gustó en todo momento y la gente aplaudía de pie. El grito consagratorio de: ¡Torero, torero! lo dice todo. Lástima que, cosa rara en él, pinchó una vez antes de dejar un espadazo tendido y ahí los ánimos se enfriaron un poco.

Pero no perdíamos nada por esperar y en el sexto vino la apoteosis. Recibió al manso de Xajay con una media larga cambiada de rodillas en tablas para después pegarle lances a pies juntos de manos muy bajas. Es obligatorio destacar que el quite por zapopinas fue algo espléndido. El toro no se arrancaba ni de largo ni franco, por lo tanto Joselito tuvo que pisarle los terrenos y tragar. Los dos primeros lances fueron un portento de quietud y temple, y hablando de zapopinas eso tiene muchísimo mérito.
Inició la faena de muleta como solía hacerlo el gran Ignacio Sánchez Mejías, rodilla en tierra, pegado a tablas con la zurda apoyada en la barrera, exponiendo lo indecible. Haciendo uso de dos cosas fundamentales, el saber y el querer, Joselito consintió al toro y lo llevó largo, muy largo y templado en cada muletazo. Sin perder jamás un paso le pegó grandes derechazos y soberbios naturales. Hubo tandas largas a pies juntos, otras cargando la suerte y algunas más despatarrado y mandón. Cuando cobró un estoconazo fulminante recibiendo, la gente se volvió loca. Sí, después de tantos años de abandono y sequía, la sufrida afición de este pobre país ha vuelto a tener un ídolo. Ya lo dijo Saint-Exupéry, el magnífico escritor y aviador francés: “Valgo, en el desierto, lo que valen mis divinidades.” Hoy por hoy, figura habemus, y las soledades del aficionado parecen desvanecerse.

¿Pasó algo más en toda la tarde? Sí, pero no mucho. Manzanares se esforzó y hasta logró buenos muletazos en el segundo del festejo. La gente le quiere y pidió una oreja que le fue concedida por el juez de plaza. Ya en el quinto, el alicantino naufragó entre dudas y abulia. El horroroso metisaca en el chaleco le hizo acreedor a una rechifla monumental.

¿Y Zotoluco? ¡Bien, gracias! Este torero ya no dice nada y se dedica a aburrir al respetable con kilométricas faenas que no valen dos centavos.

Termino la crónica con una súplica a los señores ganaderos, ¿sería posible que bautizaran a sus toros con nombres dignos? “A la Primera Persona”, “Imborrables Momentos”, y “Gravado en el Alma”, sí con ve de vaca, son una bofetada cursi a la afición.