Gastón Ramírez Cuevas. – Domingo 13 de diciembre del 2015. Novena corrida de la temporada de la Plaza de toros México. Toros: Siete de Villa Carmela, El primero, para rejones, se partió ambos pitones. Los otros seis fueron desiguales de presentación, pero todos salieron mansos, descastados y débiles. Uno de Marco Garfias que hizo cuarto: impresentable y patético.
Toreros: Fermín Rivera, a su primero lo despachó de un pinchazo en lo alto y gran entera: vuelta. En su segundo en el primer viaje se tiró con fe, pero la espada hizo guardia y a continuación le pegó una entera trasera: vuelta.
Daniel Luque, al segundo de la lidia a pie le pasaportó de un pinchazo yéndose y una media: inmerecidas palmas. A su segundo le atizó un pinchazo y un bajonazo artero: silencio sepulcral.
Sergio Flores, al que hizo tercero en la corrida le endilgó un pinchazo y una estocada trasera: leves palmas. Al último de la tarde le dio tres pinchazos regulares y un golpe de corta: tibias palmas.
Rodrigo Santos a caballo, dos rejones de muerte lamentables y un chalecazo muleta en mano: bronca.
Entrada, casi seis mil personas.
Cuando el aficionado ve a un torero que se entrega con valor, que torea largo, seco y templado, completando todo y con un trazo rondeño envidiable, vuelve el fervor popular y se piden las vueltas al ruedo. Eso pasó hoy con Fermín Rivera, el sobrino de Curro Cumbre y nieto del maestro Fermín Rivera, protegido de Armilla El Grande.
Fermín no tuvo suerte con sus toros, ambos carecían de fuerza y bravura, mas ahí estaba un coleta que jamás vende espejitos ni cuentas de vidrio. El matador potosino nos regaló quites por fregolinas, chicuelinas modernas, trincherazos, lasernistas, cambios de mano, y tremendos muletazos aguantando y gustándose. Le hablo a usted, querido lector, de lo que es el temple y el toreo sin trampas; le quiero describir el calvario de un torero que pide un toro bravo y repetidor, no un bovino lastimero.
¿Qué es la elegancia? ¿Qué es la maestría? ¿Qué es el sitio? ¿Qué es el pundonor? ¡Pues lo que nos da Fermín Rivera cada tarde! Hay que verle cargar la suerte y pasarse al toro por la faja sin mancharse el vestido. Decía el gran Félix Borrell Vidal (F. Bleu para los entendidos): “Pero como el momento era hermoso, era emocionante, y no entraba en él para nada la astucia ni la mentira, sabía siempre a nuevo y nadie se cansaba de admirarlo.” Y eso lo decía de don Luis Mazzantini: ¡Cuánto le hubiera gustado a don Félix un tipo como Fermín, que tiene percha de figura y las mismas cualidades!
Lo demás fue bastante lo de menos. Luque, el torero andaluz, se lució con el capotillo, pero luego se dedicó a vernos la cara de chinos. Pocas veces he visto tanta zaragatería y tanto alivio sobre pies. Eso sí, el Dany ejecuta el julipié como pocos, pero con menos éxito. Uno se pregunta cómo ese muchacho triunfó en Guadalajara, la plaza más seria de este continente.
Sergio Flores, el diestro tlaxcalteca, bailó con la más fea. De nada sirvieron las ganas ni el arte: sus dos “enemigos” lo único que querían era mansear y remolonear. Se agradecen mucho algunos lances y grandes pases sueltos, de esos que pagan el boleto. Pero, con esos sofáes con cuernos, la labor de Sísifo era juego de niños.
Volvemos a lo mismo, sin toros de verdad esto está naufragando tarde a tarde. Sí, aunque hay toreros de mucho fuste, como Fermín y Sergio Flores.
P.S. El payaso que rejoneó (Rodrigo Santos) al becerro que hizo cuarto, debe agradecer la tolerancia del respetable postmoderno. En otros tiempos le hubieran arrojado cuanto hay de arrojadizo por su chuflería.