Desastre de corrida de Peñajara en La Malagueta con un no hay billetes y ua terna de lujo. El Cid, voluntarioso detrás de la barrera; Castella, sin nada sin toros, y Perera salvó las euforias de los orejistas con un trofeo final sin entidad.

Peñajara / El Cid, Castella y Perera

Ganadería: cinco toros de Peñajara, el cuarto lidiado como sobrero por uno devuelto por inválido, y uno de Jaralta (6º bis), también lidiado por uno inválido. Todos, desiguales de presentación, blandos y bajos de casta. El cuarto, inválido, era impresentable. El sobrero, bien presentado. El cuarto, el sobrero, fue más noble. El quinto, parado y dscastado. El sobrero de Jaralta, manso.

El Cid: dos pinchazos y estocada (saludos) y dos pinchazos y estocada (saludos).
Sebastián Castella: estocada baja trasera (silencio) y estocada baj atarvesada (silencio).
Miguel ángel Perera: estocada caída (saludos) y estocada trasera y caída (una oreja tras aviso).

Plaza de Málaga, 19 de agosto de 2008. No hay billetes. Saludó en banderillas Juan José Domínguez.

Carlos Crivell.- Málaga

No fue muy afortunada la elección de la corrida de Peñajara por parte de las figuras del cartel. La bonanza de una corrida en San Isidro le ha dado aires de ganadería comercial. La corrida de Málaga supone un borrón en su trayectoria. Dicen que hubo problemas en los corrales, algo que no acaba de entenderse cuando por los chiqueros salieron toros que sólo tenían cuernos. El resto de la anatomía de las reses era puro desperdicio. El cuarto era ínfimo de trapío. En una plaza que quiere ser de primera no hubo ni una sola voz de protesta. El toro se encargó de poner las cosas en su sitio al claudicar y ser devuelto a los corrales.

La plaza se llenó hasta la bandera y los resultados finales no fueron satisfactorios. El público sufrió una gran decepción. Parece el sino de esta Feria malagueña: la carencia del toro. Ya pasó hace un año y la historia se repite de nuevo. Y si no hay toros, no hay fiesta de verdad. Habrá que recordar otra vez que algunos pueden matar la gallina de los huevos de oro. El público volvió a gritar aquello de