Castella levantó pasiones en la madrugada y cirtó dos orejas, auqnue la masa quería más. Morante y Talavante, con pocas opciones ante malos toros.

Cuatro toros de Albarreal y dos, primero y quinto, de La Palmosilla. En general, justo de presentación, excepto el muy chico segundo, que fue el mejor en la muleta. El resto, carentes de casta y fuerzas y planteando complicaciones, salvo el noble quinto de La Palmosilla.

Morante de la Puebla: media baja (saludos) y pinchazo y baja (saludos).
Sebastián Castella: pinchazo y estocada (una oreja) y estocada tendida (una oreja).
Alejandro Talavante: estocada caída y descabello (saludos) y estocada atravesada (silencio).

Plaza de Málaga, 11ª de Feria. Lleno. Festejo nocturno. Saludaron en banderillas Curro Molina y Pablo Delgado. José Manuel Molina pasó la enfermería con una lesión muscular en la pierna izquierda.

Carlos Crivell.- Málaga

Para celebrar esta corrida los equipos gubernativos echaron horas extraordinarias en los corrales. Es evidente que los ganaderos y la empresa no le han cogido el pulso a Málaga. También parece claro que al final la autoridad cede, porque no se entiende que salgan algunos toros al ruedo cuando se ha aplicado antes un criterio exigente. Sería interesante ver qué tipo de reses se han desechado. Si son menos presentables que algunas de las lidiadas, que es lo lógico, se confirma que es cierto que aún no se sabe el tipo de toro que debe saltar a La Malagueta. En esta misma Feria ha habido ejemplares muy representativos de cómo debe ser ese toro.

La segunda nocturna confirmó lo que ya se apreció en la primera. Debe ser por el influjo de la noche, por los efectos de las sustancias ingeridas, por el grado de conocimiento de algunos sectores de la plaza, por lo que sea, pero es un tipo de público que acude como si aquello no fuera un espectáculo serio, sino que buscan la diversión a toda costa, expresan su alegría a destajo y solicitan orejas por doquier. La noche confunde los sentidos, dijo un tipo de la farándula.

La noche fue dominada por Sebastián Castella, que se llevó el lote y los aprovechó para triunfar. Castella lidió primero el más noble y dulce de la suelta, también el más pequeño, toro que pese a su aparente debilidad inicial y una costalada, acabó metiendo la cara con una claridad digna de un torero grande. Castella es torero. Comenzó con las pedresinas, instrumentó muchos pases, casi todos templados y ligados, evidenció que está en buen momento, se pegó ese arrimón tremendo que provoca grandes emociones, todo esto es verdad, pero la calidad del toro tal vez pedía un matador soñando el toreo. Ya entonces, a pesar de dos agresiones, la masa quiso premiarlo con dos orejas. El presidente Del Olmo escuchó la primera bronca de la noche. Para educar al respetable hay que escuchar muchas broncas, aunque siempre se espera que la afición entendida ampare al usía con su aplauso y, la verdad, muy pocos le aplaudieron.

La noche tenía más broncas reservadas. El quinto de La Palmosilla era noble aunque iba con la cara alta. Castella volvió a encelar bien al astado en la muleta, lo templó en pases con el estilo que le adorna y fue acortando los terrenos para encontrase en su salsa en los circulares y en su permanente arrimón con el toro moribundo. Ahora mató a la primera de forma defectuosa y la petición de dos orejas fue estruendosa. Sólo se le concedió un trofeo y otra vez la bronca se escuchó en toda la Costa del Sol. De nuevo había acertado el presidente, de nuevo se quedó muy solo en el palco y otra vez el personal, amparado en el anonimato, gritó burradas. Éste es el camino para que esta plaza sea seria. En el palco, bien; ahora, a exigir un toro íntegro (¿) en los corrales.

El resto de la noche tiene recuerdos de un torero enfrentado a dos toros con pocas posibilidades. Es lo que ahora se llaman reses a contraestilo, naturalmente para el de Morante. Dos verónicas en el primero, una buena disposición ante el que abrió plaza con algunos naturales de corte clásico, otra vez un torero dispuesto con el cuarto, de Albarreal, que fue complicado y le rebañó mucho, pero siempre firme, en el sitio, incluso por encima de lo que merecían sus toros. Venía de torear en Antequera, la noche era muy calurosa y lo menos agradable fue verlo sin chaquetilla y atendido por su gentes en el callejón. En conjunto, Morante estuvo en profesional, palabra que no cuadra del todo con el depositario de tanto arte torero.

También muy mala suerte para Talavante. El tercero sólo le aguantó una tanda con la derecha y se fue casi muerto a las tablas. Allí renunció a la pelea, rajado y dispuesto a entregar su vida. El sexto fue brusco y complicado. El extremeño, sereno, le plantó cara con decisión en varias tandas sobre ambos pitones. El animal sólo se dejó torear en una de ellas, luego comenzó a protestar con gañafones y toda la posibilidad de lucimiento quedó abortada. Se paró al final y Talavante prolongó más de la cuenta su intento de faena.

Parece claro que desde el punto de vista taurino las nocturnas no son corridas adecuadas. La empresa quizás no piense lo mismo, porque las buenas entradas le amparan. Ocurre que uno también desea que las empresas piensen como aficionados a los toros, porque se puede ganar el mismo dinero y no ofrecer estos espectáculos que finalizan cerca de las dos de la madrugada y en los que la actitud de un parte de los espectadores se aleja de lo que uno espera de un público de toros. Castella, bien. Dos orejas; pues sale muy bien tratado. Lo que no se puede es equiparar su labor con la de quienes han cortado tres orejas en esta Feria. Todo tiene su medida.

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