Juan Peña ‘El Lebrijano’ y Pepe Luis Vázquez fueron las figuras de la XXX edición de los Mano a Mano, que contó con la colaboración del guitarrista Pedro Miguel Peña y un lleno absoluto en el salón de actos de la Sede de la Fundación Cajasol.
El duende con Juan Peña ‘El Lebrijano’ como representante, considerado como uno de los mejores cantaores de este tiempo. Su calidad y su profundo conocimiento del flamenco le han colocado en lo más alto, como demostró en la reciente Bienal de Flamenco de Sevilla, donde fue uno de los triunfadores. Ha sabido conjugar pureza con investigación y estudio y ha abierto nuevos caminos al arte flamenco fusionándolo con músicas de otras culturas. Esa ha sido una de las grandes aportaciones de este artista único.
La naturalidad en la figura de Pepe Luis Vázquez Silva. Perteneciente a una de las dinastías que mejor han interpretado el toreo en la historia. Su padre, el mítico Pepe Luis, supo transmitirle la gracia y la naturalidad que son señas de identidad de un estilo de toreo único y casi llamado a la extinción. Desde que tomara la alternativa en 1981 y a pesar de prodigarse poco, Pepe Luis ha sido referente para los aficionados que gustan de lo exquisito en el toreo.
Un encuentro lleno de muchísimo arte como indicaba el matador, “porque a Juan siempre le he tenido una admiración especial, soy muy aficionado al flamenco desde chico, lo primero que escuché fueron discos de Tomas Pavón, Pastora, ese soniquete lo llevo ahí metido desde los 8 años”, explicaba Pepe Luis.
Juan Peña empezó a admirar el mundo del toro con Rafael Vázquez, “no he visto un tío con más arte, más gracia y con más todo. Conocí desde Julio Aparicio hasta Rafaelillo, Antonio Ordoñez, y todos los Vázquez. He estado muy vinculado sin ser un gran aficionado, porque para saber de toreo hay que saber del toro y para eso hay que ir al campo”, puntualizaba el cantaor.
A colación del conocimiento del animal para saber del toreo, transcurrió el siguiente tercio, donde Pepe Luis reconoció que su padre fue el gran maestro gracias a estar en el matadero de Sevilla, donde reconocía las arrancadas y las formas de actuar del toro.
“Al torero que no le guste el cante no puede torear bien. Yo he estado toreando y cuando toreo bien es como si estuviera cantando, y son dos artes genuinos, únicos, y patrimonio por el que nos conocen en todo el mundo: el flamenco y el toro. Y yo, además presumo de ser más flamenco que torero” añadió Pepe Luis Vázquez.
Por su parte El Lebrijano mostró su faceta torera en el cante, “cuando me siento en mi momento, con más duende, me siento torero”. Incluso se arrancó a cantar por “Frijones”, recordando anécdotas de su época y cómo evolucionó gracias a Pastora, a la que considera la mejor cantaora.
Tras una pequeña actuación por soleá del cantaor de Lebrija, Pepe Luis tuvo unas palabras de agradecimiento a una música que le anima a soñar: “Quién me va a quitar seguir soñando. Por soleá me inspira más, es el palo que más me llega”.
“Es que el cante por soleá va mucho con el toreo al natural”, matizó El Lebrijano
Los maestros dejaron frases como “La vida se hace corta cuando se crea tanto” o “Es cuestión de decir mucho con poco”. Frases que se unen a las decenas de anécdotas que recordaron a un público que llenó la sala. Anécdotas como la que recordó Juan cuando decidió cambiar su música y tirar por la fusión con la música andalusí, una decisión que supuso mucho trabajo para llegar al público, incluso a su familia: “A mi madre no le gustaba mi cante pero le gustaban los Beatles”.
Todavía cantó El Lebrijano unas letras de Federico García Lorca que pusieron el broche a la noche, aunque fue Pepe Luis quien remató la faena al decirle al Lebrijano: “Maestro usted flamenco y yo torero, usted torero y yo flamenco, y juntos iremos de la mano por los senderos del tiempo”, poniendo fin a este 30º Mano a mano con mucho arte. La moderación de José Enrique Moreno, perfecta dejando sitio a los artistas.