Juan del Álamo cortó dos orejas en la novillada de Olivenza, celebrada en condiciones climatológicas adversas. Los extremaños, voluntariosos.

Seis novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, mansurrones y de pobre juego, excepto el quinto. El primero, noble sin fuerzas. Segundo, tercero, cuarto y sexto, rajados,

Paco Chaves: silencio tras aviso y silencio tras aviso.
Juan del Álamo: silencio y dos orejas.
Tulio Salguero: sañudos y silencio,

Plaza de Olivenza, 5 de marzo de 2010. 1ª de la Feria de marzo. Más de media plaza. Saludó en banderillas Javier Ambel. Álamo salió a hombros.

Carlos Crivell.- Olivenza (Badajoz)

No fue buena la novillada de Fuente Ymbro para una terna con mucha ambición y excesivas carencias técnicas. La Feria de Olivenza nació marcada por el mal tiempo. La novillada se celebró a contrapelo. Sería preciso valorar si un espectáculo con lluvia debe celebrarse. El ruedo estaba en mal estado, a pesar de la protección de los plásticos colocados de antemano. El público sufrió en sus asientos la lluvia casi sin inmutarse. Junto a ello, la mansedumbre de la novillada fue un pesado lastre para una terna animosa, aunque con las naturales carencias.

El más destacado fue el salmantino Juan del Álamo, que aprovechó la mejor condición del quinto para demostrar su buen concepto torero, basado en el temple, en una labor de mayor cantidad sobre la mano diestra. Toreó con sitio, muy despacio y con un sentido natural del temple. El novillo respondió a ese buen trato y se vino arriba.

Antes, en su primer novillo, Álamo dejó su huella con un toreo de capa a la verónica más que estimable. El novillo quedó quebrantado en una costalada tremenda. Le echó ganas pero la faena quedó sin concretar.

De los dos espadas extremeños, Paco Chaves y Tulio Salguero, fue éste último quien demostró mejores formas. Salguero quiere hacer las cosas muy despacio, como lo hizo con el capote en el tercero. Ese animal fue un manso integral y se refugió en las tablas. Su momento estelar llegó en el sexto en medio de un aguacero enorme. También mansito, al novillo no le quedó más remedio que embestir ante la firmeza de Tulio, que estuvo mejor de lo que podría esperarse ante un novillo nada fácil.

Paco Chaves estuvo entregado siempre, puso banderillas con bastante facilidad y decoro en ambos, y logró algunos momentos buenos en sus dos faenas de muleta, aunque los sucesivos desarmes enturbiaron su labor. Se pasó de metraje en ambas faenas, prueba de sus ganas de agradar, aunque su estilo no está definido.

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