Emoción a raudales en la reaparición de Juan José Padilla en la 4ª de Feria en Olivenza. El de Jerez salíó entregado y fue el Padilla de siempre,  pesar de un primero que no colaboró nada. Morante, sublime y Manzanaes, con detalles.

Plaza de toros de Olivenza. Cuarta de Feria. No hay billetes. Seis toros de Núñez del Cuvillo, el tercero lidiado como sombrero por uno que salió sin coordinación. Justos de presencia y de juego desigual. En general, justos de raza. Padilla salió a hombros alzado por los toreros presente en la plaza. Saludó Juan José Trujillo en el sexto.

Juan José Padilla, verde esperanza y oro, estocada corta tendida (una oreja). En el cuarto, dos pinchazos, media y descabello (una oreja).
Morante de la Puebla, negro y oro, media atravesada (una oreja). En el quinto, media estocada (división).
José María Manzanares, nazareno y oro, estocada (una oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (ovación).

Carlos Crivell.- Olivenza

No se puede describir tanta emoción como la vivida en la cuarta corrida de la Feria de Olivenza. Volvía Padilla en un gesto de superación que vuelve a poner de relieve el carácter de los lidiadores. La afición lo entendió y aclamó al jerez año en una jornada en la que, por encima de los trofeos, queda la impresión de una Fiesta viva, porque en ninguna otra actividad se pueden encontrar personas de este talante. A los gritos de torero, torero lo recibió la plaza, emocionada y feliz al mismo tiempo, mientras con su terno verde y oro realizaba el paseíllo de la vuelta, algo que hace unos meses podía parecer increíble.

El protagonista era Juan José y la tarde giró alrededor de su figura. Y Padilla, como había prometido, fue nuevamente Padilla. Lo fue por su entrega, valor y variedad. Se lució con el capote con Trapajoso, número 53, tanto con el capote como en una faena de muleta en la que estuvo por encima de un toro apagado y sin recorrido. Su voluntad y entrega: fue premiada con una oreja y una vuelta para el recuerdo.

Pero la tarde tenía otras emociones reservadas. En el cuarto, el de Jerez lo recibió de rodillas con una larga y lances apretados. En banderillas invitó a sus compañeros a compartir un tercio inolvidable. Morante puso un par sensacional, Manzanares lo dejó con gracia y cerró el propio Padilla con un par de poder a poder. Más emociones. Brindó a su padre, que antes se había tenido que marcha a la enfermería al no poder aguantar tantas impresiones. Padilla toreó a gusto en la fase inicial con la derecha. Toda su labor fue de una entrega permanente y de nuevo apareció el torero de siempre, alegre, bullidor y capaz de encontrar toro en todas partes. No importó el fallo con la espada. La segunda oreja de la tarde le abría la Puerta Grande.  Antes, los toreros presente, El Juli, Talavante, Serafín Marín, Javier Solís, Ambel Posada, Antonio Ferrera y su amigo Suárez Illana le pasearon a hombros por el ruedo.

Morante dejó la huella de su estilo único en una faena preciosa llena de buen gusto y elegancia. Con la derecha desparramó su arte excelso que tuvo el colofón de unos adornos plenos de belleza. Con el quinto no se dio ninguna coba. No le gustó el de Cuvillo y lo mató.

Manzanares cortó la oreja del sobrero que se lidió como tercero. Lo toreó a gusto sobre la derecha en tandas de pases largos de buen gusto. Cuando se rajó, Manazares siguió con pases de adorno de bello remate, como la monumental estocada que puso fin a la faena. En el sexto, toro de poca duración, volvió a torear bien al principio aunque la faena perdió intensidad al final. Quiso matar recibiendo y pinchó.

Cuando acabó la corrida los toreros que la presenciaban sacaron a hombros al gran protagonista, que había demostrado que la voluntad de los hombres no tiene nada que la detenga. Padilla volvió por la Puerta Grande.

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