En la primera de Osuna, destacó poderosamente el toreo magnífico de Daniel Luque, que brilló con el buen tercero y dominó con suficiencia al sexto. Salió a hombros.

La Gloria / Javier Conde, Alejandro Amaya y Daniel Luque

Ganadería: seis toros de La Gloria, justos de presentación, nobles y flojos. Tuvieron más fuelle el segundo, tercero y sexto, éste más complicado. Flojos, primero, cuarto y quinto.

Javier Conde: estocada (una oreja) y pinchazo y media estocada (silencio tras aviso)
Alejandro Amaya: pinchazo y estocada (una oreja) y tres pinchazos y once descabellos (silencio tras aviso).
Daniel Luque: pinchazo y estocada (dos orejas) y estocada y dscabello (saludos).

Plaza de Osuna, 1ª de Feria. Un cuarto de plaza. Lluvia a partir del cuarto. Destacó en banderillas Curro Robles. Daniel Luque salió a hombros.

Carlos Crivell.- Osuna

Sucede que hay faenas en algunas plazas que se premian con orejas, aunque esos mismos trasteos no merecerían ningún premio en las plazas de mayor respeto. Lo que en algún coso es un fracaso, es un triunfo en otras lugares. A veces, pasa al contrario. Hay faenas excelentes poco valoradas en las plazas de pueblo que en otras serían gloriosas. Todo el preámbulo viene a cuento para contar que en la primera de la Feria de Osuna, el sevillano Daniel Luque hizo una faena de dos orejas que, como excepción a todo lo referido, también las hubiera cortado en Sevilla, sin ir más lejos.

Y es que Daniel Luque, matador de toros inédito en la pasada feria sevillana, toreó con un gusto exquisito en una faena llena de perfiles maravillosos. Lo recibió con el capote en verónicas sentidas y mecidas. Toda la faena fue un compendio de toreo de calidad. Se colocó bien, templó mucho y remató los viajes con mando, pero todo con un sentimiento de toreo de cante del bueno, bien contado, y bien comprendido por el público. Las dos orejas valían en cualquier plaza.

Remató su tarde ante el toro de más entidad de la corrida en el sexto. Esta vez alejó los detalles exquisitos para dominar una embestida algo descompuesta, aunque el joven espada de Gerena lo fijó y dominó para acabar con tandas poderosas, mucho valor y solvencia absoluta. El presidente le negó la oreja. A esas horas llovía sobre Osuna, pero es de mal aficionado negar esa oreja a un torero tan entregado.

Y es de mal aficionado porque antes se la había regalado a Javier Conde en el primero. Este asunto de los presidentes es uno de los grandes fracasos del Reglamento Taurino de Andalucía. Soriano se ha marchado y debe estar feliz por haberse alejado de la tropa taurina, pero se marcha sin haber podido regular los palcos, un sitio donde deben subir personas capacitadas. Decíamos que Javier Conde le cortó una oreja al que abrió plaza. El toro era inválido. Conde no le ligó dos pases seguidos, tiró de posturas y gestos absurdos y correteó mucho alrededor del torillo. Con el cuarto, toro flojo y descastado, Conde no se centró, que es una forma disimulada de decir que estuvo fatal.

El mexicano Alejandro Amaya dejó una buena impresión en el primero de su lote, que luego no raitificó en el quinto. Algunas tandas de naturales templadas fueron el cenit de su labor. Dejó buenas sensaciones en ese toro. Con el quinto, cuando la tarde se había metido en lluvias, no pudo enjaretar tandas ligadas y se estrelló con la espada.

A pesar de la lluvia, el viaje al coso de la ciudad ducal fue productivo porque se pudo constatar que Daniel Luque progresa más que adecuadamente en esta carrera complicada de matador de toros.