Alvaro del MoralÁlvaro R. del Moral.– La resaca de la presentación de los carteles de Abril sólo ha servido para reavivar los rescoldos de un conflicto que sigue enfangando las aguas del toreo. El futuro del coso sevillano tiene que despejarse

Vueltas y más vueltas a un conflicto ajado. El asunto no merece más vueltas pero sí parece enquistado sin remedio mientras las opiniones se polarizan de forma radical dando forma a dos bandas antagónicas que no pueden traer nada bueno al futuro inmediato del toreo. Mientras tanto -y sólo ha pasado una semana de la presentación de los carteles- la empresa Pagés parece decidida a mantener vocación de sparring. Y algunos golpes podrían haber sido evitables. Ya mencionamos la semana pasada un error garrafal: la incomparecencia de un torero interesante y a favor de ambiente como Diego Urdiales. Su falta en los carteles sólo ha servido para tensar la cuerda aunque leyendo algunas cosas que se dicen y se escriben parece que se ha quedado fuera de Sevilla el mismísimo Gallito. Lo dejamos ahí y hablamos de otros patones innecesarios.

Crónica de corte: errores evitables. La mala -o nula- comunicación de la política de precios también ha sido otro motivo recurrente para agitar las masas cuando más necesaria era la calma. ¿Han subido el precio de las entradas? Parece ser que no. ¿Ha subido el precio del abono? Sí y no: se suma una novillada al calendario y no se ha hecho efectiva la rebaja del 15% que enjugó alguna lagrimilla el año pasado. Matizado el asunto que ha puesto tan nerviosos a los de siempre hay que reconocer que se trata de una equivocación. El abonado merecía seguir contando con ese cariñito y por otro lado, se evitaba apagar el fuego con gasolina.

Usos y costumbres. Pero colea un tercer asunto que ha quedado en la trastienda. Hay un hecho objetivo e innegable: la empresa Pagés habló con todos y cada uno de los toreros del antiguo G-5. Eso es verdad. Pero hay que partir de otra premisa: no conocemos la voluntad real de los ausentes para hacer el paseíllo en Sevilla pero vamos a imaginar -no sabemos si ingenuamente- la mejor de las disposiciones. Con o sin ella, la situación demandaba romper algunos usos inmemoriales para no ofrecer sitio a la duda. Hablamos de esa norma rígida seguida por Canorea y Valencia que establece un orden jerárquico y temporal a la hora de llamar y contratar a los toreros. En este año de tribulaciones habría sido procedente emplear otras estrategias más flexibles pero, sobre todo, distinto manejo de los tiempos. Nunca sabremos si habría dado resultado. Pero sí que habría merecido la pena intentarlo. Y dicho esto, podemos afirmar que a pesar de haber pintado este paisaje sin figuras nos encontramos con una programación mejor y más argumentada que la anterior; en la Feria y en el abono. Ojalá se note en el tendido. Ya queda poco.

Publicado el 10 de marzo de 2015 en la edición impresa de El Correo de Andalucía.
http://blogs.elcorreoweb.es/latardecolgadaaunhombro

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