The_Maestros1Enrique Martín.-. La gente está de uñas con las figuras del toreo, como influidos por mal viento, los públicos de todo el mundo han vuelto sus garras hacia los artistas más artistas de la historia artística del arte del toreo artístico. Ha bastado con dejar plantada a la Maestranza para que se desate la iracundia del respetable. No está dar un plantón tan monumental a tan sobresaliente dama, pero a lo mejor esto se podía vislumbrar desde hace tiempo, cuando esta chavalería ventoseaba con estrépito en la arena del Baratillo. Como les reían las gracias cuando exigían el borrego, no entendían que no se les rindiese culto divino, ni admitían que nadie les ensombreciese su vulgaridad, incompetencia y falta de afición. Pero el aficionado a los toros es muy vulnerable a la ilusión, no necesita grandes logros para que empiece a pensar en lo que pudiera llegar y se autoproclame protector y devoto de simples apuntes de promesas. Lo que pasa es que aunque estas no siempre se cumplan, esto no quiere decir que el parroquiano se apee de su fe torerista. Resulta complicado reconocer un error, que realmente tampoco llega a serlo, pues a todos se nos ha acelerado alguna vez el pulso al ver a un novillero pegar dos verónicas y una media o una serie de naturales abrochados con el de pecho. Que puede incluso que no alcancen los niveles mínimos que se deben exigir, pero basta con eso del “tiene algo”.

Lo malo llega cuando el mismo espada y su “entorno” se agarran como a un clavo ardiendo a ese “tiene algo” y se deciden a iniciar una campaña favorable para el prometedor coletudo y acaban convirtiéndolo en lo que ni por asoma podría llegar a ser. Basta un gestito para que la centuria de adeptos se convierta en un manípulo, esta en una cohorte y esta en la Legio VIII Augusta. Y claro, mucho se le tienen que torcer las cosas al “elegido”, para que los fieles se apeen de su posición de “yo le descubrí de becerrista” Que ya se sabe, que el ser humano lleva mucho mejor el que le roben la cartera tarde tras tarde, que reconocerse engañado. No sé si hubo algún aficionado que no se ilusionara hasta el infinito con El Juli. Fue verle en la tele en Chinchón y ya sentíamos que había vuelto Joselito El Gallo. Intentábamos calmar tanto entusiasmo, pero dentro de nosotros bullía tanta ilusión de grandes tardes futuras, que resultaba imposible contenerse. Vino a Madrid de novillero él solo con seis animales escogidos y animó el cotarro con esa fuerza juvenil que tenía. Pero bueno, tampoco había que exigirle que aquel día fuera su primera página de oro nada más abrir el libro. Pero luego no acababa de cuajar en lo esperado. Más tarde llegó que si se le tenía manía, como si fuera un mal estudiante, que si la suerte, que tenía capacidad para poder con todo, una tarde aceptable con un sobrero de la familia política y esos intentos de manejar y adaptar todo el mundo a su comodidad, bailes de corrales, plantes, geses y corridas con ganado vergonzante, ya sea en España, América o la China maoísta. No hay quien le vea con el toro, no hay quien le enfrente a otra cosa que no sean los juanpes o ajuampedrados y seguimos pensando que es un torero que puede, pero no quiere. Pues habrá que ver ambas circunstancias.

Otro que nos llevaba a la plaza era Perera, ¿recuerdan aquel chaval honrado, humilde y con ganas de comerse el mundo aunque llevara el alma en canal? Pues de aquella verdad nos ha quedado un toreo monótono, vulgar, tosco, ventajista y una aparente soberbia en el ruedo, que más parece que quisiera fastidiar al respetable que deleitarle con su toreo. ¿No quieres caldo? Pues toma tres tazas; y aquí llegan esas faenas desesperantes y aburridas, que luego le jalean con eso de que ha estado muy serio. Hay que reconocerle que en 2014 se anunciara con una de Adolfo en la que no desentonó, la verdad, pero puede que esto sea demasiado poco para un figurón, ¿no? Seguimos con Talavante, el sustituto de José Tomas, el nuevo mesías después del mesías. ¡Cómo manejaba la zurda! Hasta que se acomodó y punto, aunque por el momento deberíamos esperar, pues está claro que quiere volver a sus orígenes y después de tanto amaneramiento, esto no debe ser nada fácil. Castella era de los que nos encogían el corazón, pero otro de tantos, vulgar, monótono y sin toro. El Cid quizá sea más un torero en declive, que no una esperanza frustrada, pues durante varias temporadas se mantuvo en un muy buen nivel. El caso de Manzanares la verdad es que no sé dónde encajarlo, pues no sé ni si tan siquiera llegó a ser una promesa o simplemente le colocaron ahí por las buenas. Puede que sean muchos los que esperen poder ver algo que les despierte la ilusión.

Pero quizá el caso más sangrante, sobre todo tras ese plante a Sevilla, sea el caso de Morante de la Puebla, el más grande artista de la historia del toreo, el que detiene el tiempo, corta la respiración, pero yo me pregunto, ¿cuáles han sido los méritos reales de este torero en plazas importantes? Muchos me recordarán aquella tarde de Bilbao, aquel bello inicio de faena protestado y aquella interminable labor muletera de más de setenta pases, sin que el toro se enterara. Algunos dijeron que eran más de cien, pero dejémoslo en unos 70, tampoco hay que ser tan sangrante. Poses forzadas como si tuviera delante al barrabás más barrabás de todos, los barrabases del barrabaserío, cuando lo que allí había era un borreguito tambaleándose. La torería que pareció beber de Paula se ha convertido en un histrionismo casi ridículo y chabacano. Un torero que sí que es verdad que hizo enloquecer a la plaza de Madrid con su capote, pero nada más, aún se le espera un natural o un derechazo templazo y toreando. Ese artistazo se limita a la pañoleta grande, las maneras solemnes, el café, el puro y los descaros con el público disidente y los presidentes reticentes. Y lo querían comparar con uno de Camas. ¡Ay señor! Uno tiene la sensación de que aún juntando los méritos de todos los evadidos de Sevilla, no llegarían ni a la quinta parte de lo que dio Curro Romero. Quizá ahí reside la diferencia, a unos se les idolatra por lo que se cree que pueden hacer y a otro se le venera por tardes irrepetibles, unas de escándalo y otras de gloria bendita. Uno hizo su historia a golpe de arte y los otros rellenan currículum y ya se sabe, que estos se engordan sin reparo y lo mismo que el inglés es nivel medio, en lo del toro deberían poner medio nivel. Uno se pone a hacer recuento y se da cuenta, con mucho pesar, que “parecían otra cosa”.

Publicado en Toros  Grada 6

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