Enrique Ponce cuajó un buen toro de Garcigrande en una nueva demostración de su magia torera, ya que un toro corrriente acabó como un toro de bandera. Con el no hay billetes, Ponce se fua a hombros cpn Ferrera, mientra Castella se quedó sin premio.

Enrique Ponce, una mago del toreo

Garcigrande / Enrique Ponce, Antonio Ferrera y Sebastián Castella

Seis toros de Garcigrande, correctos de presencia, justos de raza, flojos y nobles en distinto grado. Fueron buenos el segundo y el quinto y excelente el cuarto, premiado con la vuelta al ruedo. Tercero y sexto, sin calidad.

Enrique Ponce: saludos tras aviso y dos orejas tras aviso.
Antonio Ferrera: una oreja y una oreja.
Sebastián Castella: palmas y silencio.

Olivenza, 1 de marzo de 2008. Primera corrida de la Feria. No hay billetes. Ponce y Ferrera salieron a hombros.

Enrique Ponce fue el protagonista del momento más celebrado de la corrida. El de Chiva es un mago que modifica la condición de sus toros. Su faena al cuarto fue una más del muestrario que el valenciano exhibe y en las que un toro corriente acabó pareciendo bueno, hasta el punto de confundir a una plaza que llegó a pedir el indulto. Ponce hizo al toro pase a pase. Desde el comienzo, a media altura, pasando por tandas correctas en las que enseñó al burel el camino de la muleta, hasta la apoteosis final.

El toro titubeó en los comienzos, Ponce se aceleró porque tenía prisas por demostrar su primacía, como si a estas alturas le hiciera falta demostrar algo. Conforme el de Garcigrande se afianzó, la faena ganó ritmo, lentitud, calidad en suma, para llegar a un final de pases de bellísima factura, sobre todo los que instrumentó con una rodilla genuflexa en circulares, un monumento al buen gusto y la torería. A partir de ahí, mucho toreo de calidad con algunas trincherillas pausadas y de clase especial. De manera absurda se pidió el indulto y sólo un espadazo trasero con muerte lenta frenó la petición del rabo. Ponce está muy bien, pero debe serenarse. Lo ha conseguido todo y sigue en su trono.

Con el que abrió plaza, un toro con pocas fuerzas y menos raza, Ponce anduvo solvente con poco lucimiento. Debió cortar la faena antes porque lo que no debe nunca es aburrir a los públicos.

La tarde de Antonio Ferrera fue muy fiel a lo que puede esperarse de este torero, que es un modelo de entrega y ganas de triunfo. Se lució con alegría con el capote en sus dos toros, puso las consabidas banderillas con valor y su salto final que es poco estético y realizó dos faenas de muleta con fases de toreo templado junto a otros momentos de menos reposo. Antonio se entregó y ofreció lo mejor de sí mismo para salir en triunfo, lo que en tarde de inspiración de Ponce tiene bastante mérito. Sus paisanos le agradecieron su afán de triunfo.

El tercero de la tarde fue un toro inválido que no permitió que Sebastián Castella pudiera estar a gusto. Tampoco el torero francés fue el que todos conocemos. Algunos toques violentos acabaron por quitarle al astado el poco fuelle que llevaba dentro. Todo eso y un bajonazo fueron el resumen del primer astado que lidió en Olivenza. El sexto valía poco. Se quedó corto en sus arrancadas y Castella, como si estuviera desinflado, no acertó a corregir sus defectos. La tarde había quedado marcada por el mago Ponce.

Foto: Toros Comunicación

A %d blogueros les gusta esto: