Francisco Rivera Ordóñez ha completado la undécima temporada como matador de toros. Ha realizado 77 paseíllos y ha cortado 83 orejas. Algunos percances frenaron números mayores, entre ellos el de Osuna, uno de los más serios de su carrera. El triunfo de Sevilla fue la clave para que la temporada de Francisco, este año junto a Manolo González, fuera una de las más completas de este espada en su dilatada trayectoria.
¿Qué balance hace el torero de esta temporada?
Ha sido un año en el que he disfrutado mucho. A estas alturas de mi carrera, lo que busco es poder disfrutar, cuajar toros muy a gusto y ser feliz en la plaza. Ese es mi objetivo y este año he podido verlo hecho realidad muchas tardes, de forma que estoy muy satisfecho del año. Por encima de los números, me quedo con las buenas sensaciones que he vivido
¿Cómo es el futuro de Rivera Ordóñez como torero?
Lo primero que debo decir es que soy y seré siempre torero. Espero que aún me queden muchas cosas por hacer en la fiesta. La meta es poder seguir en esta línea de avanzar en un tipo de toreo que es que siempre he pretendido realizar. Ha sido un año muy positivo que debe dar paso a un torero más cuajado, más sereno y más torero. Además, este año he logrado llegar con más intensidad a muchos públicos, algo que siempre es fundamental.
¿Ha toreado el número de festejos que tenía previsto en principio?
Este año tenía la idea de torear mucho más que otras veces. Lo que hablé al principio de temporada con mi apoderado Manolo González. Por cierto, quiero aprovechar para decir que el apoderamiento de Manolo González ha sido una bendición por muchos motivos. Y hemos llegado a 77 corridas, pero es que se han perdido por los percances unas 20 corridas. Bien, se puede decir que se ha toreado lo previsto, aunque quería sentir esa sensación de llegar a números muy altos.
El nombre de Rivera Ordóñez despierta un gran interés en las plazas. ¿Cómo ha sido la sintonía con los públicos?
La mayoría de las plazas me han recibido y entendido como torero, algo que es mi lucha permanente. Como torero es como deben juzgarme los públicos y nada más, porque soy torero. Si les gusto, que aplaudan; si opinan que no estoy bien, pues que me piten. Pero ha habido algunas plazas en las que no me han juzgado como torero, sino que de antemano me han tratado con una crueldad e intolerancia que no logro entender. En tres plazas ha sido muy llamativo este hecho: Salamanca, Logroño y Linares.
¿A qué achaca esa postura de algunos públicos?
No cabe ninguna duda que la culpa la tiene la permanente persecución de las televisiones, que relatan muchas falsedades sobre mi persona. Esa continua actualidad que tratan de ofrecer tiene una influencia negativa en algunos públicos. No juzgan al torero, sino que ven al personaje que le pintan en la televisión.
¿Qué ha sido lo mejor y lo pero del año?
Lo mejor eso que he dicho: me he sentido torero y he disfrutado. Lo malo fue la cornada de Osuna, que fue muy seria, y ese comportamiento de algunos sectores que quieren ver en la plaza sólo a la persona popular que le pintan en televisión, aunque sean verdaderas barbaridades las que cuentan.
Este año ha colocado banderillas en algunas corridas especiales. ¿Seguirá por este camino?
Esto de las banderillas es algo que causa mucho respeto. Además, no me preparo habitualmente para poner banderillas. Es algo que me gusta, pero siempre he pensado que tenía una especial responsabilidad porque la figura de mi padre pesa mucho en este tercio y creía que nunca podía llegar a alcanzar un nivel digno. Me gusta mucho y seguirá poniéndolas cuando la ocasión sea propicia en algunas corridas especiales.
¿Cómo vivió la Goyesca de este año con el accidente tan desagradable de El Cid?
Fue una corrida muy especial, además de la emoción que en sí mismo tiene esa corrida. Como empresario viví unos días anteriores con preocupación porque sustituir a un torero en la Goyesca, por las fechas, es casi imposible. Lo de El Cid fue una demostración más de la ilusión que todos los matadores tienen por torear en Ronda. Manuel Jesús no quería perderse esa corrida. Luego pasó el percance y todo se vino abajo. A mí me permitió salir a hombros, porque al matar el segundo suyo pude cortar las orejas.
Las dos orejas de Sevilla fueron bastante polémicas. ¿Le afectó todo lo que se comentó acerca de la justicia de los trofeos?
Lo que me vale son las sensaciones que tuve ante el toro. Creo que estuve bien y a su altura. Lo que ocurrió después, con comentarios puntuales, fue una gran falta de respeto hacia la propia afición de Sevilla, que fue tildada de pueblerina. Y otro asunto desagradable fue entrometer a mi tío Alfonso Ordóñez, que es un torero que ama su profesión y que es mi primer crítico. Ciertamente estaba de asesor, pero estoy completamente seguro de que no influyó para nada en el presidente. Creo que el palco de Sevilla ha perdido un buen asesor. Se han juntado algunos factores en contra y se criticaron las orejas, pero me queda el buen ambiente que volví a vivir en la Maestranza.
¿Modificará la presencia de su hermano Cayetano en el escalafón de matadores el tipo de festejos en el que participará del año próximo?
A estas alturas de mi vida ya lo tengo todo vivido. En mis años de torero he participado en carteles que tuvieron mucha repercusión y se repitieron en muchas plazas. Ahora bien, lo de torear con mi hermano es precioso. Cayetano tiene unas condiciones maravillosas, es un eslabón más en nuestra cadena de sangre torera y tiene un gran futuro si tiene suerte y se prepara de forma adecuada. Pienso lo que disfrutarían mi abuelo y mi padre si lo vieran. ¿Torear mucho juntos? Encantado por mi parte, pero será un rival más y saldré siempre a ganarle la pelea sobre el ruedo.
¿No le gusta la temporada americana?
Lo que me gusta en invierno es disfrutar de mi hija. Si me voy a torear en América estoy menos tiempo a su lado.