Antonio Lorca.- El larguísimPerera_Hombroso ciclo de la feria de San Isidro ha terminado. Veinticuatro corridas de toros, cuatro festejos de rejoneo y tres novilladas son ya historia. Un mes completo de toros en el que se han dado cita el drama de las cogidas, la gloria de los triunfos, la tristeza de los fracasos, el desencanto de las tardes vacías, la necesaria esperanza en el futuro y las crisis, la económica, y la que padece la fiesta en sus entrañas. Las puertas de la plaza de las Ventas se han cerrado. Atrás queda un serial que presentó escasas expectativas y un tono bajo y que, al menos, ha permitido que algunas tardes aflore la emoción. Que no es poco…

Los matadores de toros han cortado 16 orejas (Perera 5, Fandiño 3, Luque 2, Del Álamo 2, y una cada uno Uceda, Abellán, Aguilar y El Juli); dos los novilleros Román y Francisco José Espada, y siete los rejoneadores; dos Sergio Galán; dos Diego Ventura, y una cada uno Hermoso de Mendoza, Andy Cartagena y Leonardo Hernández. La puerta grande se ha abierto cuatro tardes: dos para Miguel Ángel Perera, y una para Iván Fandiño, Daniel Luque y el caballero Sergio Galán. Entre los hierros anunciados, destacó El Puerto de San Lorenzo el pasado 5 de junio, y entre los seis ejemplares sobresalió Cartuchero, sin duda el toro más bravo y encastado de la feria, lidiado por Daniel Luque. Asimismo, brillaron a gran altura los encierros de Miura -con el toro Zahonero como gran protagonista-, Parladé, y Victoriano del Río, junto a algunos toros de Jandilla, Fuente Ymbro, Montalvo y Adolfo Martín. Seis tardes se colgó el cartel de ‘no hay billetes’, y la media de asistencia diaria superó los tres cuartos.

Junto a los datos positivos, el dolor de varios percances (David Mora y el subalterno Manolo Rubio sufrieron los más graves, y también visitaron la enfermería Antonio Nazaré, Jiménez Fortes, Miguel Abellán y Paco Ureña), variados fracasos de espadas de relumbrón, muchas ganaderías contagiadas por el virus de la falta de casta y la invalidez manifiesta, y demasiadas tardes presididas por el aburrimiento.

Entre los recuerdos imperecederos, destacan el drama de la suspensión de la corrida del día 20 de mayo por cogida de los tres espadas y los dos triunfos incontestables de Miguel Ángel Perera, que se erigió en el dueño inapelable de la feria.

La cogida de David Mora fue terrorífica. El primer toro de El Ventorrillo lo atropelló al salir al ruedo cuando el torero lo esperaba de rodillas en los medios, lo zarandeó y le infirió dos cornadas, una de las cuales le arrancó la vena femoral. Momentos después, caía herido su compañero Antonio Nazaré, y, posteriormente, entraba en la enfermería Jiménez Fortes, tercer integrante del cartel, por lo que el festejo fue suspendido tras el arrastre del segundo toro, suceso que no se producía desde hacía 39 años.

Tres días más tarde, Perera protagonizó el primer aldabonazo serio de la feria al cortar tres orejas a los toros de Victoriano del Río, triunfo que repetiría ante un ejemplar de Adolfo Martín, lo que le permitió erigirse en el protagonista absoluto del ciclo. Su paso por la feria ha sido una demostración de inteligencia, capacidad, poderío y buen gusto.

Muy destacados también Iván Fandiño, que entró a matar sin muleta la tarde del 13 de mayo; Alejandro Talavante, que firmó naturales de ensueño; Miguel Abellán, heroico el día de su reaparición; Daniel Luque, Juan del Álamo, Joselito Adame, Alberto Aguilar, Diego Urdiales… Madrid despidió con respeto y cariño a Enrique Ponce en la que pudo ser su última actuación en esta plaza. En cambio, decepcionaron algunos de los más esperados, como Morante de la Puebla, El Cid, Castella y Manzanares.

Entre los novilleros, dos nombres sonoros, Román, un ciclón de valor, que se vio superado la segunda tarde por un bravo novillo de El Montecillo, y Francisco José Espada, que expresó un toreo de sabor; y el rejoneador Sergio Galán fue el único que consiguió abrir la puerta grande, por encima de Diego Ventura y Hermoso de Mendoza, que rayaron a gran altura.

Entre los hombres de plata, muchos nombres brillaron con las banderillas y el capote y algunos menos con la vara de picar. La plaza entera vibró con la forma magistral de parear de Fernando Sánchez, Ángel Otero, Juan José Trujillo, David Adalid y Javier Ambel, a los que se unen Pedro Lara, Jesús Arruga, Juan Martín Soto, Juan Sierra, Joselito Gutiérrez, Fernando Téllez, Oscar Castellanos, Curro Robles, Antoñares, Jesús Romero, José Manuel Montoliú, Gustavo Adolfo García, Domingo Siro, Roberto Martín Jarocho, Rafael González, Jesús Robledo Tito, Joselito Rus y Vicente Cabanes. Con el capote lucieron José Chacón, Curro Javier y Marcos Galán, entre otros; y a caballo, -con la dificultad que supone picar bien en tiempos de inválidos- figuran en el cuadro de honor Pedro Iturralde, Oscar Bernal, Tito Sandoval, Fernando Sánchez, Dionisio Grilo y Juan Carlos y Francisco Javier Sánchez.

Al final, llovió menos que otros años, sopló con fuerza el viento muchas tardes, y queda la sensación de que nada está perdido. La fiesta de los toros está tocada del ala por la gestión de los taurinos, la pasividad de la administración, la efervescencia de sus detractores, el desinterés de la mayoría y la degeneración del toro, pero no es menos cierto que aún es posible la esperanza.

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