Paula2012LUIS CARLOS PERIS.– Entrevistar a un majareta que ha sido importante puede dar mucho de sí. El majareta, como el borracho, suelta lo que lleva dentro y eso suele ser motivo para que sus declaraciones se conviertan en comidilla generalizada y en suplicio para los que ven que aquel afecto que el orate decía dispensarles era de mentira. Si además, el entrevistado le añade al mal estado de sus cables la ingratitud, la entrevista se convierte en una bomba de gran efecto. Rafael de Paula hace mucho tiempo que perdió el norte para caminar de la extravagancia a una falta de compostura que le lleva, incluso, a escupir en la mano que alguna vez le dio de comer. Duele verle en este estado y quizá convendría aconsejar que jamás se le vuelva a poner en sus manos una escopeta como se le ha puesto en forma de entrevista. Dolorosamente, el Paula que nos encandilaba ya no existe.

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