Alvaro del Moralpor Álvaro R. del Moral

De ausencias y presencias. Las habituales filtraciones han puesto en pie -salvo cambios radicales de última hora- la estructura de una feria que se parece poco, muy poco, a su propio espejo. La égira de Morante, El Juli, Manzanares, Perera y Talavante ya ha sido analizada hasta la saciedad y otorgará un inesperado protagonismo a otros diestros que, en otras circunstancias, habrían sido tratados de otra manera. El caso más paradigmático es el del mexicano Joselito Adame. El pasado año sorprendió su ausencia en los carteles después de haber firmado una de las actuaciones más valiosas de 2012 dentro de una feria marcada por la apoteosis de Manzanares. De cero pasará a tres. Cuatro tardes podrían sumar El Cid y Escribano, que se convierte en uno de los hilos conductores de un abono que él mismo inaugura mano a mano con Daniel Luque -la mano de Simón Casas es evidente- en un atípico Domingo de Resurrección que verá saltar a los toros de Miura. También parece asegurada la vuelta de Esaú Fernández, que el pasado año desestimó el plato único de cuadris y aún sigue en el aire el retorno de Oliva Soto, aunque su nombre podría caer de pie en la recuperada corrida del Corpus. Mientras tanto, el abonado sigue esperando un cariñito en la cartera para retratarse. Ya veremos…
Un clima más que enrarecido. La perspectiva de los años, que ya van siendo algunos, no permite encontrar un panorama tan viciado como el que está viviendo el peculiar planeta de los toros al calor del acoso abolicionista, la crisis del campo bravo o el derrumbre provocado por la extinción de la burbuja taurino-inmobiliaria. Pero este aire contaminado se ha saturado en torno al cisma de Sevilla, última chispa que ha incendiado la guerra fría que ya enfrentaba a las primeras figuras del toreo y los pesos pesados de la patronal taurina en disputa por el cetro del toreo. Esos frentes abiertos han causado una novedosa polarización de la que ni siquiera se libra la prensa taurina. Siempre hubo dos frentes: los que no se enteraban de nada y los que sí; los que trincaban y los que no; después llegó el rollo del torismo, el pro y el antitomasismo… pero ahora se ha creado una peligrosa raya, un conmigo o contra mí que amenaza con convertir esta parcela peculiar en un reñidero de gallos que ya es muy activo en las redes. Se puede reconocer y cantar la valía de un torero -las figuras son la base indiscutible junto al toro bravo- sin apoyar numantinamente sus decisiones. También se puede hablar de los errores -algunos garrafales- y los aciertos -que también los hay- de una empresa sin ponerle agujas de vudú a las fotos de sus gerentes. El caso es que la atmósfera enrarecida que impregna todos los estratos de este planeta singular impide remar en la misma dirección en un complejo momento que demanda una altura de miras común en las dos columnas del tinglado: los que se ponen delante y los que organizan el espectáculo. La tercera, el ganadero, bastante tiene con cuadrar las cuentas. Los demás sólo podemos contarlo.
Algunos datos interesantes… Uno de los escollos que habría ralentizado la organización del cartel -o carteles- que saludarán la Pascua Florida en la plaza de la Malagueta habría sido la cortés negativa de Enrique Ponce y José María Manzanares a anunciarse el Domingo de Resurrección. En espera de la aplazada aquiescencia de José Tomás -quien espera, desespera- se había hablado con cierta insistencia que el valenciano y el alicantino figuraban en los planes de Pepe Cutiño, que empieza a tener el reloj a contrapelo para trazar la corrida o corridas que abrocharán la exuberante Semana Santa malagueña. Pero ambos toreros ya han explicado a todo el que quiera oirlo que no se anunciarán en ninguna plaza en esa fecha. ¿Se trata de un tímido guiño a Canorea y Valencia? Podría ser. A Ponce se le ofreció la feria de Sevilla en bandeja pero -sabiendo los riesgos que afrontaba- declinó romper plaza en Pascua. En su renuncia a la Malagueta se podría destilar una manita de árnica para la empresa sevillana: algo así como “no toreo contigo pero tampoco me anuncio en ningún sitio”. Sería un caso parecido al de Manzanares, que habría enarbolado una pequeña bandera blanca -sumada al tibio comunicado en el que reconocía haber recibido un trato “correcto” de los Pagés- para entreabrir una puerta a un futuro inmediato que sólo puede pasar por una llamada a la paz. Y hablando de paz, no es habitual que un político recoja velas y reconozca pasos mal dados. En ese punto habría que felicitar a Millán Alegre, concejal delegado de la plaza del Puerto de Santa María, por haber sabido echar el freno a tiempo para reconducir la adjudicación del coso después de la polvareda levantada por la letra pequeña del pliego de condiciones. “Reconocemos que nos hemos equivocado con la redacción del pliego”, ha soltado el edil portuense haciendo un llamamiento a las empresas para buscar una solución -que ya no puede tardar- para la Plaza Real. ¿Seguirá Simón Casas -que ya ha sumado Zaragoza- con el punto de mira en las orillas del Guadalete? Pronto lo sabremos. Y todos tan amigos, como siempre fue…

Publicado en La tarde colgada a un hombro

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