Después de un festejo con noticias, siempre llega uno anodino y de escaso contenido. El tiempo respetó la celebración de la corrida. Pero entre mansos y otras cosas, al final no pasó nada importante en la corrida.

MARIANO DE LA VIÑA. Ha salido, vaya usted a saber los verdaderos motivos, de la cuadrilla de Ponce. Es Mariano de la Viña, un banderillero de categoría. Lo demostró en el sexto con unos capotazos de gran calidad para lidiar al manso. Se lo llevó después a punta de capote al burladero y recibió la ovación de la plaza.

LA MÚSICA, DE NUEVO. Entre tantas cosas venidas a menos, lo de la música es una más, pero que tiene su importancia. Sonó en el quinto sin causa justificada. Es algo que ocurre, pero siguió con el pasodoble después de un desarme aparatoso. Es algo que no se recuerda en la Maestranza.

ALARIDOS. Toreaba al quinto Talavante en la puerta de toriles con pases voluntariosos. El tendido aclamaba al torero, pero no eran óles los que surgían, ni tampoco el moderno ¡bieeeen! Lo que se escuchaba en la plaza eran alaridos indescifrables. Debe ser una nueva forma de jalear a un torero.

LA PUERTA ROTA. El quinto, bien picado por Miguel Ángel Sánchez, empujó al caballo contra la puerta del patio del desolladero. Una de las hojas se abrió y cayó al suelo. Desconcierto en el callejón y los operarios a taponar el desaguisado de la mejor foma. Esa puerta ya ha cedido otras veces.
 

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