Foto: Álvaro Pastor Torres

Carlos Crivell.- El nivel de la plaza está muy bajo y el festejo de este martes de feria ha sido un buen ejemplo de ello. La autoridad ha permitido la lidia de una corrida sin la presentación que debe exigirse en la Maestranza. Ha sido otro lote de toros de presentación destartalada, desde el jamacuco primero a los impresentables segundo, tercero y cuarto. Pero un martes de feria no hay ninguna protesta, la gente acude a la plaza a cumplir su gran ilusión de ver un festejo de feria en Sevilla y no pasa nada. Tampoco cuando los toros gatean como han hecho varios de Garcigrande, que bien podían haberse marchado a los corrales.

Además de mal presentada, los toros han sido un dechado de falta de raza y codicia, rayando en la mansedumbre por su mal estilo en el tercio de varas. Han sido embestidas desclasadas, mortecinas, en unos animalitos sin vida en el último tercio, asfixiados y pidiendo la muerte. La entrega y la voluntad de Emilio de Justo y de Ginés Marín han salvado en parte un espectáculo que ha sido soporífero en algunos momentos.

Emilio de Justo ha estado muy bien toda la tarde. El segundo, un novillo sin remate, le ha embestido en la muleta gracias a la inteligente labor del cacereño. Comenzó a media altura, luego instrumentó dos tandas con la diestra, pitón por el que el Garcigrande besó el albero y no humilló. Se la puso por la izquierda y lo cuajó con cinco tandas de naturales de pocos muletazos en cada una de ellas; el toro no hubiera soportado más. La ligazón y el temple fueron la nota común y así logró que el entusiasmo llegara al tendido. El remate por bajo con trincherillas y de la firma fue precioso. Lo mató de forma contundente y paseó una oreja.

Pudo completar a lo grande su tarde con el quinto, el único que aguantó en la muleta sin desfondarse. Lo paró con lances rodilla en tierra muy airosos. Se dobló por bajo y de nuevo se mostró muy inteligente en la composición de la faena. El toro era bueno, pero no quería agobios, de forma que De Justo le administró con sapiencia para que el animal se oxigenara. Esta faena fue de mano derecha, de nuevo en tandas de muy pocos pases, pero ligados y templados. Por la izquierda perdió tono su labor, que nuevamente se vino arriba en más muletazos con la derecha de buen sabor torero. La espada quedó muy trasera y la muerte del animal fue deslucida. Se evaporó un posible segundo trofeo, aunque la dimensión ofrecida por el torero ha sido muy buena.

Ginés Marín hizo un esfuerzo con sus dos toros. El tercero fue un animal sin vida, aplomado y hundido en el último tercio. Se había estirado con buenos lances en el saludo del capote. Con este material, Ginés se empeñó en torear con la derecha en tandas de distinto contenido, aunque con poco brillo. Su mejor versión llegó en el sexto, manso y descastado, al que le atacó para enjaretar muletazos meritorios en un contexto complicado. Era el sexto, la plaza estaba cansada de toros malos y la voluntad y los buenos muletazos, sin posible ligazón, no levantaron muchos vítores en la parroquia. Lo mató bien y dio una vuelta, un premio muy sensato que se está perdiendo en Sevilla.

Cayetano mató sus dos toros sin pena ni gloria. El primero era un toraco enorme sin casta, con el que el diestro no se puso de verdad en ningún momento. Es posible que no mereciera la pena hacerlo ante un mulo semejante. El cuarto no le gustó de salida. Era una res anovillada al que castigaron más de la cuenta en varas. Su banderillero Rafael Rosa ayudó poco al torero al pasar con muchas precauciones en banderillas. Una tanda despegada con la derecha y un simulacro de tanda al natural le convencieron de que ese animalito no era digno de su voluntad torera. Al matar recibió un golpe en el brazo. Es cierto que sus dos toros era inservibles, pero la imagen del torero de dinastía ha sido muy mala.

Plaza de toros de Sevilla, 16 de abril de 2024. Décima de abono. Casi tres cuartos de plaza. Seis toros de Garcigrande, mal presentados -segundo, tercero y cuarto impresentables – y de mal juego. Se salvó el quinto de mayor recorrido y nobleza en la muleta.

Cayetano, de nazareno y oro. Estocada trasera y tendida (silencio). En el cuarto, estocada tendida (silencio).

Emilio de Justo, de negro y oro. Estocada (una oreja). En el quinto, estocada muy trasera (saludos).

Ginés Marín, de verde oliva y seda blanca. Estocada corta (saludos). En el sexto, estocada (vuelta al ruedo).  

Cayetano fue asistido de una contusión en tríceps del barco derecho. Pronóstico: menos grave.

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