Foto: Álvaro Pastor Torres

Carlos Crivell.- El cartel no había despertado grandes ilusiones entre el público. Queda la duda si en la plaza había muchos aficionados. O será que los silencios de Sevilla fueron más clamorosos que nunca. Fue el público que le gusta a Curro, como el del tenis: callado. Sin una protesta. Y hubo motivos para levantar la voz.

Se puede admitir que el toro de El Pilar es fino, largo, de poco morrillo y escasa badana, todo eso está bien, pero algunos ejemplares que saltaron al ruedo tenían pinta de novillos. El quinto, devuelto por inválido, era impresentable. Lo mismo que algunos pitones escobillados en exceso. La corrida no tuvo fuerzas, aunque tuvo nobleza. Solo el tercero exhibió casta. La nobleza dulzona sin casta en un toro aborregado que embiste como un carretón carente de emoción. En esos casos se espera que el torero ponga de su parte lo que no tienen los toros. Solo lo hizo José Garrido. Fue el único que cruzó la línea de fuego. Se devolvió el cuarto por su aparente flojera, aunque Bautista señaló que tenía una cornada. También se devolvió el quinto, que además de mal presentado no podía con su esqueleto. Se fueron a los corrales con toda justicia.

El público se tragó que no se realizara la suerte de varas, que a muchos toros no se les castigara absolutamente nada en el caballo, que Bautista y Simón realizaran faenas larguísimas sin contenido… Se lo tragó todo. De la media plaza del comienzo, cuando salió el sexto habían desertado de los tendidos la mitad de los presentes. Por tanto, ya sabe la empresa que el miércoles de Feria tiene que rematar mejor el cartel, porque el aspecto de plaza en el ecuador de la feria fue desolador.

Juan Bautista, sexta corrida de toros en Sevilla, cosechó otros dos silencios y ya lleva doce como matador de toros. Su paso por la plaza Sevilla fue pulcro. El traje de Lacroix que lució volverá al museo del que fue sacado sin necesidad de limpieza. Realizó dos faenas de largo metraje de muchos pases limpios sin ninguna emoción. Es verdad que el primero era un animal muy flojo y descastado;  es cierto que el sobrero cuarto era un toro basto y alto al que le costó humillar, pero ese detalle no exime al torero de haber puesto algo de mayor calor en su labor. Es un torero frío; es más, es un torero que congela a todos.

La imagen actual de López Simón es la de un espada en el terreno de la incertidumbre. Es la de un torero que tiene un gazpacho mental considerable. En manos de Curro Vázquez quiere pulir su tauromaquia y dejar de lado al antiguo torero de arrebato. Del matador valiente y entregado de antes, ahora nos encontramos otro que quiere torear con arreglo a los cánones clásicos. Y no le sale ese toreo. Al menos, ayer no fue capaz de transmitir ninguna sensación a la plaza. La faena al segundo de la tarde fue acelerada y destemplada. El toro embistió mucho porque tenía casta y no pasó nada. Con el sobrero quinto se colocó al hilo y metió pico con descaro. De nuevo se dejó enganchar el engaño y acabó desorientado.

Garrido salvó la corrida. Fue mejor su faena al tercero; más valiosa la del sexto porque el toro era más exigente. Toreó bien de capa. Hizo un precioso quite por chicuelinas  al estilo de su maestro Ferrera en el tercero, mató de dos estocadas y se marcha de la feria con el pabellón alto. El tercero fue un toro encastado y, por tanto, exigente. Lo dominó en tres tandas de derechazos por abajo. Le costó sujetarlo en la primera con la zurda, pero con toques firmes y bien colocado pudo someterlo. Dos tandas más con la derecha con un trincherazo precioso y uno de pecho de cartel. Alargó la faena con otra tanda más que con la izquierda que ya resultó a destiempo. La ejecución de la estocada fue buena cayó trasera y el toro se resistió en la muerte.

El sexto era reservón. Antonio Chacón, que tuvo una tarde completa, lidió con maestría. No regaló nada el toro. Garrido se entregó con valor y fue exprimiendo al animal en una labor meritoria. Lo que siempre se ha dicho que es estar por encima de un toro. No fue una labor tan perfecta como la anterior, aunque fue emocionante. Se echó pronto después de la estocada y la oreja fue el premio global a su tarde.

Plaza de toros de Sevilla, 18 de abril de 2018. 10ª de abono. Media plaza. Seis toros de El Pilar, 4º y 5º lidiados como sobreros, de muy desigual presencia, en general mal presentados, justos de raza y fuerzas, salvo los encastados 2º y 3º. Saludaron en banderillas Antonio Chacón y Vicente Osuna.

Juan Bautista, de grana y azabache. Media baja y atravesada y tres descabellos (silencio). En el cuarto, pinchazo y media estocada (silencio).

López Simón, de nazareno y azabache. Pinchazo y estocada corta atravesada (silencio). En el quinto, media estocada (silencio).

José Garrido, de rosa palo y oro. Estocada trasera (vuelta al ruedo tras aviso). En el sexto, estocada atravesada (una oreja).

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