Manolo Grosso.- Dijo una voz del tendido tres al empezar la faena a su primer toro, y que resume a la perfección lo que la plaza sentía en ese momento, desesperación y aburrimiento total. Antes de que saliera este quinto toro, no se había visto nada de nada, entre otras cosas porque los toros, parecían que la empresa Pagés los había comprado en los chinos. No eran ni tan siquiera jandillas auténticos, eran, un año más, malas copias de aquellos que denominaban, no sin cierta imprudencia, “toros artistas”. El culmen del desastre ganadero llego en la lidia del tercero, primero de Sebastián Castella, que al final de una faena, inexistente por imposible, decidió por su cuenta y riesgo, echarse a morir sin esperar que el torero entrara a matar. Es el final de un estilo de lidia basada en la casta y bravura de un animal. ¿Será este el inicio de una nueva forma de torear? ¿Se morirán a partir de ahora los toros por si solos sin necesidad de la suerte suprema? ¿Es este el futuro que nos espera? Si esto es así, aviados andamos.

Morante no nos llego a quitar el sin vivir que soportamos, tarde tras tarde, los aficionados a los toros, pero al menos nos alegro la tarde con sus ganas, su decisión y con algún que otro pase suelto. Puede que no fuera faena de oreja, pero es el antojo de esta ciudad y de estas cosas también se vive. En su primero estuvo en plan pega pases, pero el sosísimo animal no dejaba otra opción, en su segundo al menos hubo momentos de indudable enjundia que nos permitieron sentir cierta catarsis colectiva que en algo redimió nuestros pesares. Aun le queda una tarde en la Feria y esperemos que en esa se sienta como lo que es, un torero grande y distinto. Sirva lo de ayer, mas como aperitivo que como justificación.

Quien no tuvo justificación alguna fue Finito de Córdoba, que ya ni me acuerdo de la última vez que lo vi torear bien. Está sin ilusión ni ganas, pero comprendo que anunciarse mas de cincuenta tardes todos los años, le debe dar una seguridad económica nada desdeñable. Su primero no había por donde cogerlo, pero su segundo, aunque soso y descastado, debería haber tenido mejor suerte. Tal y como hoy está Finito no creo que le sirva ningún toro. Lo de Castella es otro cantar, quiere recuperar el sitio perdido y seguramente lo conseguirá si sigue en la senda de la corrida de ayer, donde por cierto se llevo un lote infumable. Ayer, como pidió un espectador a la banda de música, lo que pegaba es que hubiesen tocado “Amargura”, en vez de pasodobles, ante el desastre ganadero que se vivió. Triste momento el que vive la fiesta, o al menos la Maestranza.
 

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