Padilla_cogida

Cogida de Juan José Padilla (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Carlos Crivell.– Corrida de sábado de Feria y como es normal toros que embisten y son desaprovechados. Cortó una oreja Padilla que resultó cogido en el primero de forma drmática. Abellán, correcto y El Fandi, poderoso con los palos y nada con la muleta. Se dejó ir bueno de Fuente Ymbro tercero que remendó a los de Jandilla

Plaza de toros de la Maestranza. Sábado, 25 de abril de 2015. Undécima de feria. Tres cuartos de plaza. Toros de Jandilla y uno de Fuente Ymbro (un 3º fino y muy bueno por las dos manos); de serias y diferentes hechuras; embistió fuerte y bruto el cuajado 1º; noble, el 4º; muy alto el acaballado 5º; sin continuidad el noble y sangrado 2º; se quedó mucho el 6º.

Juan José Padilla, de celeste y oro. Media estocada muy tendida y siete descabellos. Aviso (ovación). En el cuarto, gran estocada (oreja).

Miguel Abellán, de nazareno y plata. Estocada (saludos). En el quinto, pinchazo, media estocada y descabello (silencio).

El Fandi, de grana y oro. Media estocada (petición y saludos). En el sexto, media estocada (saludos).

La buena corrida de los sábados de feria es ya una tradición en Sevilla. Es un día de un público distinto para unos toreros bullidores. En su día se les anunciaba con la de El Pilar, que cansada de salir buena pasó a una fecha con las figuras. Luego llegó la de Torrestrella, que ha seguido el mismo camino. Y ahora llega al sábado la de Jandilla. Y como es habitual, la corrida fue buena. Solo pudo lidiar cinco, pero hasta el remiendo de Fuente Ymbro tuvo calidad. El dilema es si estos toreros tienen el secreto para que los toros se luzcan, o es que embisten los sábados por designios desconocidos.

La corrida fue una especie de día de la marmota. Todo lo que sucedió ya lo habíamos presenciado. De los cinco de Jandilla, el segundo, cuarto y quinto fueron nobles. El de Fuente Ymbro tuvo calidad por los dos pitones. Más bruto el primero y menos claro el sexto, dentro de una línea de toros sin mayores problemas.

Juan José Padilla volvió a vivir momentos de angustia sobe el ruedo. Tras la portagayola y dos largas más del saludo al primero, fue cogido de mala manera con el capote y fue un milagro que su anatomía no quedara maltrecha. Se recordó al mismo espada con otras volteretas y el traje destrozado, el pantalón vaquero y la épica por bandera. Se repitieron los tercios de banderillas y de nuevo se fueron algunos toros sin aprovechar, algo ya característico de esta jornada sabatina.

El personal gozó de lo lindo con lo bueno, lo malo y lo regular. El público es soberano, aunque todo debe tener un límite. Se pidió música en todos los toros, aunque la banda se mostró prudente. Y como la banda estaba remisa, de nuevo se puso uno a cantar en la grada del 11 en la faena del cuarto de Padilla. Será necesario poner un cartel en la plaza que diga: Prohibido el cante, como en las tabernas antiguas. La moda es absurda y está proliferando. Sería cuestión que los vecinos de los cantaores espontáneos les obligaran a callarse.

Entre aplausos fáciles y toros buenos, el toreo accesorio ganó partido, aunque en la corrida hubo momentos de brillo. Así, Juan José Padilla, una vez repuesto de la paliza del primero, fue capaz de colocar banderillas, aunque fue en el cuarto en el que estuvo a buen nivel. La faena al primero, que lo acosó por la izquierda, fue desigual con la derecha. Se celebraron los pases por alto como el no va más del toreo. Con el cuarto, muy castigado en varas, dio muletazos correctos con la mano derecha, animó al tendido con su voluntad, llegó el del cante y lo mató muy bien, de forma que cortó una oreja pedida por mayoría.

Abellán toreó con temple al segundo hasta que casi se muere en la plaza desangrado por un puyazo. La nobleza le permitió lucirse con la derecha y apenas tomar la izquierda. El quinto, toro alto y grandullón, también fue noble aunque le costó humillar. El madrileño estuvo aseado, una palabra que quiere decir que no estuvo mal pero que debería haber estado mejor.

El de Fuente Ymbro tercero se hartó de embestir bien. El Fandi, enorme de facultades con los garapullos, lo templó al principio y lo ahogó al final. Entre martinetes y otros movimientos el toro pasó a mejor vida con las orejas puestas.

El tercio de banderillas del sexto fue muy bueno. De lo mejor que le he visto al de Granada. Este toro se reservó mucho. El Fandi, en una escena mil veces contemplada, comenzó de rodillas, solo dos pases, y muchos muletazos sin ligazón y algún movimiento de zapatillas.

A tenor de las ovaciones, las peticiones de música, la alegría que inundó al los tendidos y otras expresiones jubilosas, la gente se lo pasó bien. Bendito público que va a los toros, aunque al aficionado le parezca que esta plaza está completamente desvirtuada. Quién te ha visto y quién te ve Maestranza.

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