Emocionante duelo entre Iván Fandiño y David Mora con toros de Victorino Martín en la 12ª de Feria. El torero de Orduña cortó una oreja y debió cortar otra en el quinto. Mora, voluntarioso.

Plaza de la Maestranza. Martes, 24 de abril de 2012. Duodécima de feria. Tres cuartos de entrada. Toros de Victorino Martín, desiguales de presentación, muy variados y de interesante juego. Saludaron El Chano y Víctor Ruiz Martínez en el sexto.

Iván Fandiño, de rosa y oro. Estocada pasada y tendida (saludos). En el tercero, estocada (oreja). En el quinto, estocada (dos vueltas al ruedo).

David Mora, de rosa y oro. Estocada un punto contraria y atravesada y descabello (saludos). En el cuarto, estocada (silencio). En el sexto, media estocada (palmas de despedida).

Carlos Crivell.- Sevilla

Fue, sobre el papel, una corrida para aficionados. En la realidad, también fue para mantener y fomentar una Fiesta que necesita este tipo de festejos en los que hay toros y toreros sobre el ruedo. Victorino presentó una corrida de toros seria, en el tipo de la divisa, con varios toros de buena nota. El toro le dio trascendencia a todo lo que se realizó en el ruedo. Y hubo toreros, los matadores y sus cuadrillas, entregados y capaces para la lidia. Fue un buen espectáculo. El aficionado se reafirma con este tipo de corridas. Merece la pena ser aficionado. Victorino, Fandiño y Mora han lavado la imagen triste de jornadas anteriores.

Cuando se le pregunta a Victorino padre qué tipo de corrida presentará dice siempre lo mismo: «Pues una corrida de toros, ni más ni menos». La de ayer fue eso, una corrida de toros. El bueno fue el tercero, pero tampoco se puede olvidar al quinto y al sexto. Y los hubo menos buenos, como el segundo, o más complicados con los problemas de la casta, como el primero y el cuarto. Lo dicho, una corrida de toros.

A este buen espectáculo taurino asistió un grupo de aficionados que ocuparon cerca de las tres cuartas parte de la plaza. Para un martes de farolillos fue muy poco. Es la afición que tenemos; o es la afición que queda en el momento crítico que vivimos.

Si un mano a mano es un reto en competencia sobre el ruedo, el duelo lo ganó Fandiño con claridad. En apariencia sorteó los mejores toros de la corrida, detalle que a veces no es verdad, porque el manejo de un toro puede modificar su comportamiento. El lote del vasco fue mejor, pero la lidia que recibieron sus toros y el tratamiento que les aplicó el torero fueron ideales para que los astados lucieran sus cualidades.

Se mostró despierto e inteligente toda la tarde. Así lo atestigua su actitud en quites; el de las gaoneras del sexto fue sencillamente primoroso. Cumplió con el primero, toro que se revolvía en una loseta. Bajó la mano como fórmula adecuada para someter y alargar sus embestidas.

La gran faena de Fandiño llegó en el buen tercero. Un toro cinqueño que fue lidiado con mimo. Fandiño lo hizo todo a su favor. El tercio de varas de Pepe Aguado fue la demostración de que aún es posible recuperar esta suerte. En el centro del ruedo, con la muleta en la izquierda dibujó naturales a un toro encastado que pedía mando por abajo y muleta presta para ligar. También hubo buen torero con la derecha. Todo con la impronta de la emoción de un toro y un torero de verdad. La oreja fue de las que nadie duda.

También debió cortarla en el quinto. Era otro toro, todavía más exigente, al que no se le podía dejar pensar. Fandiño dejó la muleta colocada para tirar del animal. Es verdad que la faena no fue totalmente limpia, pero tenía el sello de la verdad. Y qué estocada en las péndolas. Después de todo esto vino el número de una afición de sombra que no pidió la oreja. Se pusieron exigentes con un pedazo de torero que se había puesto delante de uno de Victorino. Cuando se han regalado orejas por faenitas de tres al cuarto, a Fandiño le negaron la de este toro nadie sabe bien los motivos. Es verdad que la petición no era mayoritaria, pero entonces se podría esperar que el presidente sacara el suyo en señal de buen aficionado. No lo hizo, contó los pañuelos, se tapó con el Reglamento y privó a Fandiño de completar su gran tarde torera.

Si los presidentes pretenden justificarse, que pongan en los asientos un botón para pulsarlo en señal de petición de trofeos, como si fuera una votación parlamentaria. Son casos en los que hay que dar un paso adelante. Las orejas, según parece, se guardan para otras fechas.

David Mora perdió el mano a mano, pero puso toda la carne en el asador y solventó el festejo con dignidad, por mucho que su compañero se llevara el trofeo y las dos vueltas al ruedo. El primero de su lote lo buscó por abajo y no le dejó por el lado derecho. Algo obstinado, Mora insistió más por este lado que por la izquierda, que parecía mejor pitón. El cuarto también se revolvía rápido y se fue apagando durante una faena que empezó en largo con buen aire y acabó con toreo de cercanías y el toro parado. El hermoso sexto embistió bien en los primeros compases y acabó en tablas a la defensiva. Se lució con el capote casi siempre a la verónica, pero en conjunto su tarde no remató; ni los toros fueron los mejores, ni cuidó la lidia ni estuvo fresco de ideas.

Lo dicho, una corrida de toros con todos sus argumentos. Fandiño ha llamado a Sevilla. No le han abierto la puerta todavía. A algunos les dio un ataque de dignidad, pero el vasco volverá a golpear.

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