Carlos Crivell.– Esta corrida con un rejoneador, y Morante tras el rabo, no puso el no hay billetes en las taquillas. Tampoco el cartel era de relumbrón, Morante aparte. El caballero portugués Antonio Ribeiro Telles abrió plaza con un buen toro de Passanha, con el que estuvo sobrio y elegante, aunque tal vez algo desfasado según los caminos que ha tomado ahora el toreo a caballo. Muy buen caballero, con una cuadra bien domada, puso banderillas largas y cortas. Mató a la segunda y saludó. A sus casi sesenta años y cuarenta de alternativa ya puede contar que ha toreado en la Real Maestranza.

La corrida de El Torero fue un saco de sorpresas variadas. Salió primero un manso de manual; siguieron dos buenos, sobre todo el fantástico tercero; luego llegó el turno de los mansos violentos, como el cuarto y el quinto. A este, las cuadrillas le observaron algún problema en la vista, era manso integral y violento, pero el palco se negó a acceder a la petición de Cayetano para que devolviera el toro a los corrales. El sexto no tuvo ni clase ni fuerzas. Un crisol con un toro de bandera, el llamado Espárrago, que fue un torrente de calidad con bravura. La corrida fue, por tanto, un galimatías variado.

Ese tercero tan bueno fue aprovechado por Ginés Marín para construir una buena faena de principio a fin, que había comenzado por bajo, una trincherilla y uno de pecho con calidad. Dos tandas con la derecha, limpias y bien rematadas, a un toro que era un torrente de clase. La primera con la zurda también fue profunda y el de pecho barrió el lomo del animal de testuz a rabo. Ya la siguiente fue menos lograda y muy bonitos los ayudados finales. Una buena faena en la que quedó la duda si estuvo a la altura de un toro tan claro, templado y boyante. La estocada cayó atravesada y caída. La plaza, que anda muy desnortada, pidió las orejas. El palco, en lugar de ordenar estas peticiones desaforadas, las concedió. Lo de las orejas en Sevilla es una locura. Ginés Marín estuvo bien, pero ni el núcleo de su labor ni la estocada fueron merecedoras del doble trofeo.

Salió en el sexto con la vista puesta en la del Príncipe. Que como dice mi compañero Álvaro del Moral se ha convertido en una simple cuestión matemática, porque ya no premia actuaciones excepcionales. El toro sexto no valió un pimiento. A veces, soso; otras con caídas y otras tirando la cara arriba, Ginés se estrelló en su obsesión por cortar la oreja. Alargó la faena cuando algún derechazo surgía limpio, pero no hubo mucho que contar, al margen de su buena voluntad.

Morante saludó una gran ovación al finalizar el paseíllo en recuerdo a su gran tarde del día 26 de abril. El primero fue un manso integral, complicado de lidiar y castigar en varas, al que lo trató como si fuera bueno. El manso se había dado una costalada antes de las verónicas del torero de La Puebla en un quite. Comenzó con cinco ayudados por bajo, un natural un remate de pecho enorme. Dibujó derechazos suaves con mucho arte y gracia, no fue posible por la izquierda y acabó con otra por la derecha con un desplante glorioso final. Suspiros de España había sonado en buena parte de su labor. Aquello rezumó torería por todos lados. Acabó de una corta y paseó una oreja. Que fue muy generosa, pero tenía todas las bendiciones del tendido en esta jornada tan especial. El cuarto fue un animal manso, bronco y descompuesto, que llevó la cara siempre por encima del palillo. Le hizo una faena breve y a matarlo.

Cayetano perdió la oportunidad de un buen triunfo con el primero de su lote. La nobleza del animal permitió unos lances con pasito atrás del espada, un quite del mismo Cayetano por delantales y otro a la verónica de Marín, Comenzó por alto, para seguir con dos tandas con la derecha con un toreo despegado y algunos enganchones. Ya con la izquierda el toro bajó su ritmo y no hubo ligazón. Todavía una con la diestra resultó enganchada. Mal sin paliativos. El quinto, manso y corretón, el que se protestó por las cuadrillas por un posible defecto en la vista, fue un toro con pocas posibilidades. A ambos les dejó estocada muy tendidas que necesitaron el verduguillo. Su suerte era el toro que se encontró en primer lugar que se fue con las orejas puestas al desolladero.

Plaza de toros de Sevilla, 29 de abril de 2023. Decimotercera de abono. Lleno. Un toro para rejones de Passanha, bueno, y seis de El Torero, bien presentados, de juego variado. Buenos segundo y tercero – este excelente -; mansos primero, cuarto y quinto, muy deslucidos; descastado y sin clase, el sexto.

Antonio Ribeiro Telles: saludos

Morante de la Puebla, de avellana y oro. Estocada corta (una oreja). En el quinto, estocada corta baja (palmas).

Cayetano, de fucsia y oro. Estocada tendida y descabello (silencio tras aviso). En el sexto, estocada tendida y descabello (silencio).

Ginés Marín, de coral y oro. Estocada atravesada (dos orejas). En el sexto, pinchazo y estocada caída (palmas tras aviso).

Saludaron en banderillas Antonio Punta, Fernando Pérez y Manuel Larios. Destacó a caballo Aurelio Cruz.

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