GRA511. SEVILLA, 14/04/2016.- El diestro José Garrido con el tercer toro de la tarde que lo ha cogido a la hora de entrar a matar, en la 13 corrida de abono de la Maestranza de Sevilla, ante reses de Nuñez del Cuvillo, en la que ha compartido cartel con los matadores Sebastián Castella y José María Manzanares. EFE/Raúl CaroCarlos Crivell.- Fue una corrida en la hubo algunas verdades y algunas mentiras. La plaza casi se llenó. La primera verdad es la manifiesta pérdida de entidad que ha sufrido este coso. El número de verdaderos entendidos ha quedado reducido a un mínimo grupo que resulta engullido por una masa alegre que lo aplaude todo. Ha desaparecido el rigor de antaño. Manda el jolgorio y el desenfado. Hay un dato relevante. Saludan muchos banderilleros por pares simplemente normales. José Chacón fue obligado a hacerlo en el cuarto en contra de su voluntad, porque el primer par cayó mal colocado. Se resistió, pero la prolongada ovación le obligó a quitarse la montera con cierto pudor. Así está la plaza.

Sevilla. 14 abril. 2016. Jesus Moron. Toros Feria de Abril. Jose Maria Manzanares en el quinto. Toros de Nuñez del Cuvillo.La verdad de la tarde la firmó el joven José Garrido con el tercero, un toro que tenía su poquita de guasa por cómo se revolvió y porque echó siempre la cara a las nubes. Cruzado, citando a la distancia justa, Garrido fue dibujando muletazos en los que corrigió los defectos del toro. Solo le faltó obligarlo a repetir las arrancadas para ligar, pero eso el de Cuvillo no lo admitió. Faena de torero valiente y dispuesto, que solo al final fue comprendida por la plaza. Más verdad todavía cuando le bajó la mano con firmeza y todavía más en las bernadinas. Fue cogido al matar de forma dramática y el traje salió hecho unos zorros. Sonaron avisos con el chaval desmadejado y dolorido, pero allí quedó su verdad.

Sevilla. 14 abril. 2016. Jesus Moron. Toros Feria de Abril. Jose Garrido en el sexto.Hubo verdades y mentiras en el ganado. Fue admirable la calidad del quinto, la viveza del cuarto en los primeros compases de la lidia, la casta del tercero y la bondad del segundo. Más mentirosos fueron los restantes toros. El sexto fue una prenda, un regalo para Garrido, salido de la enfermería dolorido y con un vaquero muy largo.

Mentiras hubo unas cuantas, pero la plaza se las tragó como verdades. Nunca cortará Manzanares dos orejas en Sevilla con tanta facilidad. Se puede justificar que mató bien a sus dos toros, sobre todo al quinto, pero no es fácil comprender que el tendido jaleara muletazos como los que prodigó el alicantino, citando siempre fuera de cacho, desplazando las embestidas, pasándose a los toros muy lejos de su anatomía, todo realizado con su estética habitual, aunque con tandas de muy pocos pases. Ese toreo desajustado fue aplaudido por el tendido, lo que hay que admitir como una virtud de Manzanares. Si torea así y le aplauden, pues adelante con los faroles.

La faena al flojo y noble segundo fue apenas bonita por la compostura y algunos detalles exquisitos. El quinto fue de calidad suprema. Si lo coge este mismo torero hace unos años le forma un lío de los grandes. Ayer hizo una faena amable, distanciada y acelerada. Lo mató bien. De forma alegre y jubilosa se pidieron hasta las dos orejas. La entidad del coso está bajo mínimos.

Lo de Castella no fue ni verdad ni mentira. La pregunta sería si el francés estuvo en la plaza. Al primero le endilgó miles de pases corrientes. No los cantó ni la cuadrilla. Y al cuarto, más de lo mismo. Ese cuarto se movió con alegría en los primeros compases de una faena estereotipada, previsible, derechazos van y vienen, hasta que el toro dijo basta y se paró. Castella ha debido mandar a un doble a esta Feria.

La corrida deja la verdad de José Garrido, valiente, serio, firme y con poso de torero bueno. Los despojos fueron para Manzanares, que fue incapaz de abrir la Puerta del Príncipe con dos toros ideales y una plaza enloquecida a su causa.

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 14 de abril de 2016. Decimotercera del abono. Casi lleno. Seis toros de Núñez del Cuvillo, primero a menos, segundo noble, tercero encastado, cuarto sin fuerzas, quinto noble y sexto malo. Saludaron en banderillas José Chacón, El Suso y Luis Blázquez

Sebastián Castella, de añil y azabache, silencio y silencio.

José María Manzanares, de rioja y oro, una oreja y una oreja.

José Garrido, de negro y oro, ovación tras dos avisos y silencio.

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