Manolo Grosso.- Tres horas de corrida, ocho toros, tres espadas ilusionados, la plaza prácticamente llena, una oreja, y sin embargo, lo único que se me ocurre decir es que todo, absolutamente todo, fue un horror. La gente empezó a abandonar la plaza al quinto toro y el resto lo deberíamos haberlo hecho antes. Una catástrofe sin paliativos. Como bien decía ayer el maestro Amorós en este periódico, lo que verdaderamente sufrimos es una “gripe taurina”, cuyo efecto mas evidente es la ausencia total de casta en nuestra ganadería brava. Empieza a ser preocupante que a estas alturas de la feria no haya salido ni un toro solo que haya derrochado bravura en los tres tercios. No hablo ya de la escasa presentación del ganado, sino de su condición que se le supone de bravo.

Lo de ayer fue de libro, ninguno de los toros del “Puerto y Ventana de San Lorenzo”, servia para darle un muletazo, estoy convencido que si echan una corrida de cebúes americanos embisten mas y mejor. Del sobrero de “Gavira” mejor no hablar, al fin y al cabo pasaba por allí. Si yo fuera el empresario empezaría a preocuparme y muy mucho de lo que está sucediendo en el coso del Baratillo. No puede ser que los toros que se seleccionan para esta plaza salgan todos de esa guisa.¿Es posible que en el campo no queden ganaderías con mas posibilidades que estas? ¿Es casualidad que solo vengan a esta plaza los peores toros de cada camada? Supongo que no, como supongo que ellos son los primeros interesados en que esto no ocurra.

Con estas birrias de corridas lo primero que han conseguido es que un torero de la casa, Manuel Jesús “El Cid”, se haya estrellado cuarto tardes, que se dice pronto, en este abono ferial. Bien es cierto que “El Cid” no anda fino esta temporada, pero no lo es menos que de sus ochos toros solo uno ha servido para triunfar, cosa que desgraciadamente no ocurrió. De Sebastián Castella se puede decir casi lo mismo, con el agravante que uno se le murió en el ruedo antes de entrar a matar. Dos corridas anunciadas y seis toros por los chiqueros absolutamente mansos de solemnidad. Menos mal que no estaba Sarkozy, que tuvo el detalle de sugerir que invitaran a Curro Romero y a Castella a la cena oficial en el Palacio Real, porque si llega a venir no quiere saber nada mas de toros en su vida.

Para acabar la tarde la presidencia se dejo querer por un público facilon y le dio la oreja a Daniel Luque en su último toro. Es cierto que el chaval se pego un arrimon pero eso en Sevilla y con estos toros tan descastados no es motivo alguno para premiar la faena. Los que pidieron la oreja y el que se la concedió en el fondo le hicieron un flaco favor al torero y al prestigio de la plaza. Ayer la Maestranza toco fondo en todos los sentidos y si se quieren engañar algunos con la orejita de Daniel Luque allá ellos.
 

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