Rotundo fracaso del mano a mano entre Perera y Luque. La corrida de Fuente Ymbro, blanda con dos toros con clase que le tocaron a Perera. Ambos muy fuera de sitio y con pocas ideas, fracasron en toda línea.

Seis toros de Fuente Ymbro, ql quinto lidiado como sobrero. Justos de presentación, flojos y mansurrones. Mejores, el tercero y el sobrero quinto.

Miguel Ángel Perera: silencio, palmas y pitos tras aviso.

Daniel Luque: silencio, silencio y silencio.

Plaza de toros de Sevilla, 16ª de abono. Lleno. Saludó en banderillas Joselito Gutiérrez. Bien Benito Quinto a caballo.

Carlos Crivell.- Sevilla

La corrida del mano a mano entre Perera y Luque estaba condenada de antemano, según los antecedentes inmediatos de ambos diestros. La realidad ha confirmado que este encuentro en la Feria de Sevilla no ha llegado en buen momento. Han saldado la corrida sin brillo; los dos quedan en mala situación de cara al futuro. Ambos han dejado patente que han perdido el sitio.

Las causas por las que un torero pierde el sitio son variadas. Siempre se ha dicho que un toro puede ser el culpable y que otro se lo devolverá en el futuro. No parece el caso de Perera y Luque. Puede ser una cuestión anímica, aspecto de complicado análisis en un artículo taurino. Es posible que ambos tengan algún problema que repercute en su forma de estar en la cara del toro, sobre todo Perera.

Hay cuestiones de estrategia que influyen en el rendimiento de los espadas. Debe ser el caso de Daniel Luque, que después de su paso por Madrid con los seis toros no levanta cabeza. No deben ser cuestiones físicas en dos muchachos tan jóvenes. Luque ha superado ya la cornada de Valencia.

Muchas veces no hay forma de explicar los motivos por los que se pierde el sitio, pero al ver a matadores tan seguros, confiados y valientes como Perera, incapaces de templar una embestida y de colocarse en el sitio para ligar los pases, se supone que algo pasa en esa mente que los ha cambiado.

El temple es la clave para el toreo moderno. Además, es preciso el valor preciso para dejarla colocada para ligar. Si el torero pone algo de gracia o arte, entonces el asunto es de categoría superior.

El sitio perdido se manifiesta con los toros buenos y con los malos. El fracaso de ayer de Perera y Luque no tiene mucho que ver con los toros, que si bien tuvieron carencias, embistieron lo suficiente para que ambos lograran el triunfo. La corrida de Fuente Ymbro, justa de presencia y blanda en general, se movió al comienzo de las faenas. Aunque algunos acabaron rajados, sus arrancadas merecieron unos toreros más dispuestos y con la mente más despejada para que las faenas no fueran una sucesión de pases sin clase.

Es posible que ambos, y su entorno, esgriman que la corrida no les sirvió para el éxito. Sería un craso error. La falta de fuerzas les obligó a torear a media altura; o bien tenían que rematar por alto, lo que desluce los trasteos, pero la realidad es que el conjunto de la tarde denotó graves carencias de ambos. No deben quejarse de los toros, sobre todo Perera, que se enfrentó a los mejores, el segundo y tercero de su lote (sobrero lidiado por uno devuelto por inválido).

La tarde comenzó con ganas de competencia. Algún quite de Luque por chicuelinas o delantales; la réplica de Perera por tafalleras o gaoneras. Sólo alguna verónica de Luque en el sexto. Poco toreo de capa, según las tesis modernas.

Perera rompió relaciones con el temple. Lo mejor llegó en algunas tandas al buen toro tercero, pero acabó embarullado y agobiado. Tampoco pudo remontar con el sobrero, que embistió vistoso en la primera parte. Carente de templanza, cuando buscó las cercanías no se pareció al torero de antaño.

Daniel Luque se enfrentó a uno soso y manso al que no toreó a gusto. El cuarto, flojísimo y cuidado para que no se cayera, le permitió una faena sin ligazón y muy larga, que el público se encargó de frenar. El que cerró plaza, también muy flojo y derrumbado a principios de su labor, tampoco encontró una muleta mimosa y templada.
Ambos toreros, mucho más Perera, ya han demostrado cualidades sobradas. Pasan por un mal momento y así lo pusieron de manifiesto en este mano a mano. El extremeño tuvo mejores toros y dejó claro que lo ve todo oscuro. Luque, con los más inválidos, tampoco anduvo inspirado. Pero que nadie les dé por enterrados.

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