Tarde de lluvia en la 16ª del abono de la Feria de Sevilla con un triunfador claro, El Fandi, que cortó una oreja al tercero y dio la vuelta en el sexto. Padilla, con mala suerte. El Cordobés, nada

Plaza de la Maestranza. Sábado, 28 de abril de 2012. Decimosexta de feria. Lleno aparente. Toros de Torrestrella, bien presentados, bastantes parejos, distintos remates; noblecito y con poco gas el 1º; parado el atacado 2º; bueno un 3º de generoso cuello; y también el playero 4º; parado el basto 5º; un tanto alocada e informal la movilidad el 6º, de buen pitón derecho.

Manuel Díaz ‘El Cordobés’, de rosa y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, estocada (saludos).

Juan José Padilla, de negro y oro. Gran estocada (saludos). En el quinto, estocada mínimamente desprendida (saludos).

David Fandila ‘El Fandi’, de nazareno y oro. Estocada algo tendida (oreja). En el sexto, estocada trasera y algo ladeada (petición y vuelta).

Carlos Crivell.- Sevilla

Sábado de feria, un día distinto por el público y por la forma de entender el festejo, casi siempre soleado, que en esta ocasión se celebró con la bendita (para el campo) lluvia. Lo que estaba destinado a ser un festejo divertido se convirtió en un ejercicio de entradas y salidas de la plaza conforme el aguacero apretaba más o menos. Quienes aguantaron encima del ladrillo acabaron con reuma para todo el año. Para que se diga que no hay afición.

La lluvia lo modificó todo. La corrida de Torrestrella podía haber sido diferente. Algunos toros hicieron méritos para conseguir el diploma de expertos en patinaje sobre el barro. A los toreros, en estas circunstancias, sólo cabría decirles que son unos tíos valientes y pundonorosos. No es fácil ponerles pegas a unos hombres, vestidos con trajes de luces, que deben crear arte ante unos toros con el piso convertido en un lodazal. En definitiva, que la lluvia atenúa el juicio, aunque el juicio tiene siempre debe estar presente.

Se intuye que la corrida de Los Alburejos podía haber sido mejor con el piso seco. Aún así, el tercero y el cuarto fueron toros de alta calidad. Y el sexto, lidiado cuando ya había el piso parecía una laguna, también dejó muestras de su clase. Los resbalones del segundo, quinto y el mismo sexto ocultaron sus posibilidades.

Para colmo, la corrida era en sus dos terceras partes de banderilleros. Padilla se tapó en el quinto, pero Fandila y el jerezano, en el tercero, colocaron garapullos. Mérito para ellos, pero más castigo para las reses.

La historia de las corridas del sábado de Feria nos recuerda que casi siempre se lidian en esta fecha buenas corridas de toros. La de Álvaro Domecq fue buena; los toros tercero y cuarto, excelentes. Lástima de lluvia que se llevó parte de sus embestidas.

El Fandi cumplió una de sus mejores tardes en Sevilla. Por supuesto, estuvo mejor que en aquellos años en los que cortaba orejas en la misma fecha por labores de escaso calado. Su actuación fue un compendio de entrega, variedad y buenas maneras. Se puede decir que estuvo hecho un profesional de cuerpo entero. El de Granada recibió a sus dos toros con largas cambiadas en el tercio, toreó a la verónica con gusto, hizo quites de distinta factura, colocó siete pares de banderillas, unos buenos y otros a toro pasado, toreó con la muleta con voluntad y desigual calidad y mató bien al tercero y menos bien al sexto, aunque siempre al primer espadazo. Fue El Fandi conocido, tal vez con mejores recursos, de conexión muy fácil con un tendido receptivo, que logró una oreja del excelente tercero y que tropezó con un toro muy apagado en sexto lugar. Pidieron la oreja los feriantes, pero ni la faena ni la estocada baja lo merecían.

La lluvia apretó durante la faena del tercero. Muy buen toro. David Fandila llegó a templarse con la derecha y hasta asentó los pies sobre el anegado albero. Fue una pena no poder presenciar la lidia de ese toro en mejores condiciones.

El otro buen toro del encierro fue el cuarto. Se repitió por enésima vez la historia de Manolo Díaz en un sábado de Feria con un toro excelente. Fue de nuevo el día de la marmota. Una historia ya vivida. Sólo la lluvia, y los problemas que añade, puede ser un atenuante para que el veterano espada no cuajara a tan buen toro. Se limitó a dar pases, mejor dicho tirones, que dieron en tierra con el animal. Para el toro llamado Profesor se sumaron el piso con barro y un matador que le sometía al castigo cruel de unos latigazos sin piedad. A El Cordobés se le puede disculpar con el primero, donde el viento que anunciaba el diluvio por llegar, le molestó mucho. El toro acabó parado, pero Díaz siempre se puso al hilo del pitón. Demasiados problemas para el toro y para el torero.

Mala suerte la de Juan José Padilla. No le cayó en su lote ninguno bueno. El segundo de la tarde tenía pocas fuerzas. Coincidió con el comienzo de la lluvia. Puso los palos con El Fandi, que en lugar de colocar un par de poco castigo para el toro, le puso el de la moviola, lo que obligó al animal a correr detrás de granadino más de lo permitido. A las manos de Padilla llegó sin fuelle ni recorrido. Y ya en el colmo de la mala suerte, el quinto también acusó el estado del piso y que no tenía fuerzas. Padilla le echó toda la voluntad posible, mas era un empeño inútil. En el haber del torero, la gran estocada al tercero, que contará en los premios.

Fue un festejo que estaba llamado a ser un divertimento, pero que acabó en tono menor por culpa de los aguaceros. Lo acusaron más los toros. La de Torrestrella se frenó en un piso plaza imposible. Pero como no hay mal que por bien no venga, ¡qué buena es la lluvia para el campo!

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