En la 17ª corrida de abono, con el llamado cartel mediático, la plaza se transfiguró con el objetivo de divertirse. El Fandi estuvo correcto en el sexto, El Cordobés se dejó ir dos reses y Rivera no tuvo suerte.

Cinco toros de Torrestrella y un sobrero (5º) de Toros de la Plata. Desiguales de presentación, de buenas hechuras pero varios de pobre cara. Destacaron primero, cuarto y sexto.

El Cordobés, silencio en ambos.
Rivera Ordóñez, silencio en ambos.
El Fandi, saludos y saludos tras aviso.

Plaza de la Real Maestranza, 24 de abril. 17ª de abono. No hay billetes.

Carlos Crivell.- Sevilla

El sábado se ha convertido en un día especial. La empresa, que debe entender que lo único que importa es llenar la plaza, opta por los toreros llamados mediáticos. Es día de bullas, de lleno en los tendidos sin preguntar ni quién torea ni de quién son los toros.

El aficionado abandona la plaza y por allí aparecen los feriantes, visitantes de un día, amigos de los abonados, en fin, una fauna variopinta de mínimos conocimientos taurinos que acude a pasárselo bien, como si el toreo fuera algo divertido. El toreo es algo emocionante, nunca divertido. El ser humano ha desarrollado múltiples actividades para la diversión.

La plaza se llena, se anuncia una corrida de toros que suele embestir y aparecen los toreros populares. Entre la masa, algunos entendidos se lamentan. No hay lamentos que valgan cuando ya se sabe de antemano lo que va a ocurrir. Quienes se lo pasan bien son los que toman asiento en los tendidos de sol.
No todos los espadas afrontan la corrida de igual forma. El primero de ellos, Manuel Díaz «El Cordobés», no tiene complejos y realiza sus faenas en los tendidos de sol, sea el toro bravo o manso. Sabe que allí es bien aceptado, que sus mantazos son recibidos con agrado y que su simpatía es un perfecto reclamo para el aplauso. Así planteó sus dos trasteos, descaradamente en el sol. Allí se dejó ir dos toros con muchas posibilidades de triunfo. Manolo es consciente de que su tauromaquia tiene más tirón en la solanera y no se esconde. Pero su presencia ya no se sostiene en una Feria como la de Sevilla, cuando hay muchos espadas capaces en su casa y no hay derecho a que llegue un tío a matar dos toros por el simple hecho de que es muy simpático.

El caso de Rivera Ordóñez es distinto. El hijo de Paquirri puede estar bien o mal, pero respeta las normas. Su lote fue el de menos juego. El segundo se defendió cerca de las tablas y llevó siempre la cara alta. Mató un sobrero de Toros de la Plata, de poca casta, al que puso banderillas con voluntad y no pudo torear con la muleta. Rivera jugó su papel de torero atractivo para la masa, fue fiel a las normas y no pudo dejar nada destacado.

El torero que divierte a las masas es El Fandi. Su estilo se basa en una fuerza física enorme, que en los tercios de banderillas alcanza su cenit, especialmente cuando para al toro con la mano.  El de Granada se anuncia en este cartel aunque no es exactamente mediático, pero gusta a los que pasan por la plaza por un día porque su movilidad resulta interesante para los ignorantes. Como es normal, David Fandila ha desarrollado un estilo torero con algunas virtudes, mala cosa sería que no fuera así después de tantos años, pero su número fuerte sigue siendo el tercio de banderillas. Utilizó el capote con soltura, hizo quites variados, regaló una larga en el tercio al tercero y puso sus palitroques. No fue su mejor día. Clavó siempre a toro muy pasado.

La frase rutinaria de que Fandila baja con la muleta no es un tópico, es una triste realidad. Baja tanto que incluso aquel torero que algún día nos sorprendió con la izquierda parece ya cosa del pasado. En la corrida de ayer tropezó primero con un toro áspero al que no pudo hacer faena. El sexto, toro amplio y alto, sí fue bueno. El Fandi, fiel a lo visto en sus compañeros, se fue al sol. Allí dio pases de todo tipo. La plaza estaba contenta, se organizó un cisco porque la banda no tocaba y al final no lo mató.

El objetivo estaba cumplido. La solanera había gozado de una corrida en la Feria. La empresa ganó mucho dinero. Pero nada justifica un espectáculo tan pobre de contenidos taurinos.

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