Es el Dios equino del momento, se llama Cagancho y su presencia es acogida con clamor por toda la plaza. El caballo de Hermoso de Mendoza volvió a ser protagonista de la jornada. Se bastó para cortar las orejas, aunque en esta ocasión no fueron merecidas.

Con Hermoso pasa algo parecido a lo que ocurre con José Tomás. Se ha creado una sugestión colectiva que le da los premios antes de torear. Debe ser duro para los compañeros de cartel, que salen con el convencimiento de que el triunfador será el navarro, aunque ellos borden el rejoneo.

Cortó dos orejas porque el palco volvió a ser blando y sin personalidad. Si un presidente no está por encima de los gritos de una masa enloquecida, ni es presidente ni es nada. Si la masa toma la fiesta, nadie se creerá los resultados de los festejos.
Hermoso estuvo bien con un gran toro de Murube. Cagancho lo bordó a de costado, quebró y clavó, aunque en esta ocasión hubo desaciertos en banderillas y algunos tropezones a los caballos. El resto de la cuadra cumplió su misión y Hermoso falló con el primer rejón de muerte. A pesar de ello, dos orejas de poco fuste.

La mañana fue de emociones. Se despidió de la Feria Javier Buendía con un toro manso y estuvo como siempre, seguro y torero. No se tomó ni una ventaja, aunque el público no se enteró de nada. Falló con el rejón de muerte y perdió trofeos.

Excelente la actuación de Antonio Domecq en el que cerró plaza, con el inconveniente añadido de actuar después de Hermoso. Fue una labor perfecta que emborronó con el rejón de muerte.

Muy buena la monta de Leonardo Hernández, que clavó un par a dos manos de categoría. Tampoco se puede olvidar a Luis Domecq, sobrio y seguro.

Abrió plaza, con el problema que ello conlleva, el portugués Moura. Es tan buen caballero que todo lo supera, sobre todo cuando monta a Bohemio. De nuevo se demoró en la muerte y se quedó sin el trofeo.

Todos los honores fueron para Hermoso y Cagancho, que firmó una buena mañana, aunque muy lejos de las que ha ofrecido en esta misma plaza en años anteriores. Las dos orejas fueron de regalo, porque una cosa estar bien y otra cortar dos orejas. Pero si el público de toros sabe poco, el de rejones no sabe ni los nombres de los caballeros anunciados, salvo el caso de Cagancho, el rey de la prensa equina del corazón.

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