Ángel Jiménez. Foto: Álvaro Pastor Torres

Carlos Crivell.- Los dos toros buenos de la corrida, el primero y el sexto, cayeron en las manos de dos toreros de pellizco, de esos que tienen en sus pulsos una manera de torear con un sello definido. Oliva Soto y Ángel Jiménez abrieron y cerraron la tarde con faenas llenas de belleza, que se hicieron acreedoras a los únicos premios mayores de la tarde. Era un día de oportunidades. Los fríos balances nos hablan de las orejas del camero y el astigitano, pero nos dicen que sus compañeros fueron obligados a saludar, lo que tiene mucho mérito según el ganado que debieron lidiar.

El de Santa Ana que abrió la tarde tuvo nobleza y humilló en las telas de Oliva Soto. Se lució con el capote y se encontró con un animal de fuerzas justas e infinita bondad, al que cuajó en tres tandas con la derecha, cada vez profundas e intensas. Logró ligar una tanda con la izquierda para pasar a unos derechazos a pies juntos de pura filigrana, lo mismo que alguna trincherilla de cartel. Después de la estocada desprendida cortó la oreja.

Con la salida del segundo cambió el tono ganadero de la tarde. Fue un toro con genio que miró mucho al torero. Su virtud fue la transmisión, pero había que poderle mucho. Le cayó en suerte a Esaú Fernández, torero curtido con recorrido, porque en otras manos hubiera sido preocupante. Esaú solventó los problemas con valor y oficio. Dejó tres tandas con la diestra muy poderosas. Menos lograda fue otra con la zurda, cuando ya el animal se había venido abajo. Se arrimó, se dejó acariciar su anatomía por los pitones buidos del toro y aún le dio algún circular. Una labor sorda para el tendido, pero meritoria para los entendidos.

Javier Jiménez. Foto: Álvaro Pastor Torres

El muy bonito tercero permitió torear muy bien de capote a Javier Jiménez en unos lances pausados. Fue el mejor toreo de capote de la tarde. Se lo brindó a Espartaco y fue admirable la manera de sacarlo de las tablas cuando el de Virgen María estaba aquerenciado al comienzo de la faena. Hubo temple con la derecha y mucho peligro cuando lo intentó con la izquierda. A pesar de ello, a base de exponer y buena técnica logró muletazos de mérito al natural. Como era de esperar, el toro acabó rajado. Falló con la espada y ello le puso sordina a su labor.

También Borja Jiménez se estiró a la verónica con buenas maneras. Este cuarto fue tan flojo cono carente de raza. Borja se lo brindó a su hermano Javier y comenzó con la derecha de largo con temple y sitio. El toro duró poco y, aunque no pudo ligar, logró muletazos sueltos de gran calidad al natural. El poco recorrido del animal impidió más toreo.

El hermoso toro burraco de Santa Ana lidiado como quinto no tuvo ni casta ni clase. Lo recibió bien Lama de Góngora con lances muy airosos. El toro derribó en la primera vara y se enceló con el caballo, al que llegó a herir en una pata. En la segunda vara recibió más castigo, algo que quizás influyó en su juego posterior. Que fue malo sin paliativos. Muy quedado, sin recorrido y a menos, Lama lo intentó en los doblones del comienzo, en una buena tanda con la derecha, para ya ser poco menos que imposible seguir con el lucimiento.

El sexto, de Virgen María, tuvo tanta clase como pocas fuerzas. Ángel Jiménez estuvo muy bien con este toro, en una faena que comenzó con ayudados por alto, siguió con derechazos profundos de mucha personalidad, bien rematados con los de pecho. La faena creció por el hondo sabor torero del astigitano, que con la izquierda toreó sin poder ligar, pero con elegancia, rematando con un farol y el de pecho. Se embraguetó en una tanda de derechazos de mano baja de gran emoción y acabó con ayudados de clase. La estocada fue definitiva para poder pasear el premio de una oreja que le debe saber a gloria.

¿Oportunidad? Ninguno de los seis toreros ha estado mal. Quedan ganas de volver a verlos a todos. La empresa tiene la palabra. En esta ocasión, los titulares y la buena suerte, fue para los toreros de pellizco.

Plaza de toros de Sevilla, 24 de abril de 2022. Segunda del abono. Media plaza. Cuatro toros de Virgen María y dos – 1º y 5º – de Santa Ana, muy bien presentados y de juego variado. Los mejores, el 1º y el 6º, ambos con nobleza y más clase el sexto. El segundo, con genio; muy flojo el 3º; el cuarto, flojo y si casta; el 5º, descantados y desclasado.
Oliva Soto, de blanco y plata con cabos negros. Estocada desprendida (una oreja).
Esaú Fernández, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada tendida (ovación y saludos).
Javier Jiménez, de azul pavo y oro. Tres pinchazos y estocada caída (saludos).
Borja Jiménez, de blanco y oro. Estocada desprendida (saludos).
Lama de Góngora, de blanco y oro. Estocada atravesada y dos descabellos (saludos).
Ángel Jiménez, de celeste y azabache. Estocada (una oreja).
Javier Jiménez brindó a Espartaco. Borja Jiménez lo hizo a su hermano Javier, y Lama de Góngora a su banderillero José Chacón. Presidió Gabriel Fernández rey en sustitución de Fernando Fernández Figueroa.

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