Nazaré_orejaCarlos Crivell.- Buena corrida de Fuente Ymbro con varios toros de nota alta con mención especial para el cuarto de nombre Turulato, al que Nazaré le cortó una oreja.

Plaza de toros de la Maestranza. Jueves, 16 de abril de 2015. Menos de media plaza. Toros de Fuente Ymbro, bien presentados y de juego variado. Encastado el 2º; noble, el 3ª; excelente en la muleta el 4º. En general, justos de fuerzas, como el desfondado 6º. Saludaron Lipi y Ricardo Izquierdo. Antonio Nazaré fue atendido de contusión en hemitórax y varetazo occipital, leve

Antonio Nazaré, de azul marino y oro. Estocada atravesada (saludos). En el cuarto, estocada tendida y trasera (una oreja).
Arturo Saldívar, de lirio y oro. Pinchazo y media estocada tendida (silencio). En el quinto, estocada tendida y tees descabellos (silencio).
Javier Jiménez, de verde manzana y oro. Pinchazo y estocada (ovación). En el sexto, tres pinchazos y estocada (silencio).

Era una corrida de toreros en tiempo de ganar crédito. Para ellos, un encierro de la siempre interesante divisa de Fuente Ymbro. El ganadero necesitaba lidiar un lote bueno en la Feria sevillana. Puede estar satisfecho. En una lectura rápida, y sin entrar en muchos detalles, los toros le ganaron la partida a los toreros. Ricardo Gallardo presentó seis toros de seis sementales distintos, un detalle que se apreció en el juego de las reses. Dentro de la variedad, tres toros de nota alta por motivos diferentes. El segundo fue muy encastado. El tercero fue noble. El cuarto fue un toro de lujo en la muleta. Solo la falta de fuerzas le resta nota a un conjunto de toros de estampa bellísima.

El cuarto salió al ruedo sevillano y el aficionado entendido se admiró ante el remate perfecto del llamado Turulato. Hondo, largo, enmorrillado, era el toro más bonito de la camada con toda seguridad.

No se pudo apreciar su bravura en el caballo; es más, del segundo puyazo se fue suelto. Ese detalle le quitó el premio final de la vuelta al ruedo. Todo lo que hizo en la muleta se inscribe en un recital del toro soñado para un torero en tiempo de salir del olvido.

Cuando un torero se enfrenta a semejante animal, hay un compromiso mayor. Antonio Nazaré había salido de la enfermería poco antes. El primero de la tarde le había cogido al torear al natural. El golpe en el tórax y en la cabeza fueron tratados con infiltraciones.

Nazaré cuajó tandas muy buenas con la derecha en las que la virtud principal fue la ligazón. No acabó de acoplarse con la zurda, pero con la derecha siguió dibujando pases de buena factura a un toro que era una máquina programada de embestir. Si no le cortó las dos orejas hay que achacarlo a la falta de más toreo al natural y a una estocada defectuosa. La oreja se pidió con fuerza, lo mismo que la vuelta al toro. El palco acertó y la ovación en el arrastre fue de clamor. Nazaré, dolido e infiltrado, había sobrevivido a un toro excelente, algo que no es fácil.

En orden de méritos, la tarde de Javier Jiménez fue muy meritoria. El primero de su lote, tercero, encontró una muleta que le marcó el camino por abajo y con mucho temple. Tres tandas con la derecha antes de un desarme con la zurda. Con el toro ya aplomado, el de Espartinas se arrimó como una fiera. Hubo más desarmes, la música sonó y cesó varias veces, llegó un pinchazo y la posible oreja se fue al limbo. Javier Jiménez había mostrado sus progresos.

El sexto fue muy flojo y dejó parte de sus fuerzas en una costalada. Volvió a torear por abajo con la diestra pero el de Fuente Ymbro, noble, no aguantó y dobló las manos. La insistencia del chaval no puso ya levantar una obra que acabó con el toro sin ganas de embestir. Ahora se atascó con la espada.

El segundo espada de la terna apareció en los carteles de forma misteriosa y dejó la plaza sin demostrar las causas de su inclusión en este cartel de la Feria.

Tropezó con un toro encastado en primer lugar que lo superó en todos los tercios. El mexicano le dio un montón de muletazos sin que el personal pudiera apreciar virtudes en tanta abundancia. En algunas fases el toro fue el triunfador al desbordar al lidiador.

Con el quinto tenía la oportunidad del desquite. Se fue a portagayola para no consumar el saludo, repitió en el tercio con voluntad y se enfrentó al animal con la muleta para volver a dar un concierto de pases inexpresivos y sin el temple necesario. Los enganchones fueron una mala medicina para el de Gallardo, que cuando se le llevó con mimo y suavidad mostró su calidad. Al final, el misterio de la presencia de Arturo Saldívar en la Feria se quedó sin solución.

El aficionado salió de la plaza con la sensación de que los de Fuente Ymbro habían sido mejores. Al menos, Nazaré salvó su honor con un gran toro.

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