Sevilla 03-05-14 conchitina fotografía  TOROS.2º JAVIER JIMÉNEZCarlos Crivell.- La empresa no tenía prevista ninguna alternativa entre sus proyectos primitivos para esta temporada. Claro está que los proyectos primitivos quedaron pulverizados en noviembre en una comida que forma parte de la historia. Ante la huída de los toreros más encopetados, la empresa cambió de idea y anunció a Javier Jiménez, novillero de Espartinas con un bagaje amplio para lo que en estos tiempos puede presentar un aspirante.

Javier Jiménez se ha forjado en la cantera de Espartaco padre. Es decir, que por disciplina, preparación y conocimientos técnicos es un torero capacitado para andar por el escalafón superior. El doctorado era todo un lujo. Enrique Ponce, de padrino; El Cid, de testigo. La buena noticia del festejo es que Javier demostró que su alternativa estaba más que justificada. Su faena al sexto fue una mezcla perfecta de buen gusto y oficio.

Sevilla 03-05-14 conchitina fotografía  TOROS.2º JAVIER JIMÉNEZLa tarde resultó un fiasco en general por culpa del ganado. También fue una sorpresa que no se llegara a los tres cuartos de plaza. Fue un día en el que Sevilla se pronunció públicamente cuando obligó a saludar tras el paseíllo a Enrique Ponce. El valenciano volvía a los ruedos, tal vez antes de su curación definitiva, para poder cumplir su compromiso con la plaza sevillana. La ovación del público tenía otro mensaje. Era el agradecimiento por haber manifestado que su presencia en la Maestranza se debía al respeto que le tiene a esta afición. Y Sevilla, señorial, le dio las gracias en una ovación unánime.

Decíamos que el festejo fue malo sin excusas por culpa del ganado de Juan  Pedro.  No es la primera  vez que sucede tal cosa con esta ganadería. Es cierto que un ‘juanpedro’ embistiendo bien es una delicia, pero también es verdad que el porcentaje de toros empalagosos, insípidos y mortecinos que se lidian de este hierro es muy abundante. Del festejo de ayer, solo el sobrero, y gracias a buen quehacer del toricantano, se pudo torear con cierta emotividad.

Es la palabra clave: emoción. Lo dijo alguno del tendido. Las embestidas nobles de los toros de Juan Pedro eran capaces de adormilar al más pintado. La bondad no puede ser el único argumento del toro de lidia. En los momentos cruciales que vive ahora la Fiesta, es totalmente prioritario que el ruedo se pueble de toros encastados, que obliguen a los espadas a hacer un esfuerzo, reses que hagan temblar de miedo al tendido. Sin esos toros, más bien con reses en las antipodas, el futuro parece oscuro.

Enrique Ponce, dicho queda,recogió el cariño y el agradecimiento de la plaza. El torero de Chiva tropezó con un animal rajado en primer lugar. Se fue a las tablas huyendo de la pelea. No cabía mayor fasta de casta. El segundo de su lote fue blando y rodó por el albero en varias ocasiones. Con la cara alta, parado entre pase y pase, la labor del maestro fue soporífera.

Otro ejemplo de toro de ida y vuelta sin chispa fue el quinto, segundo del lote de El Cid. El de Salteras, torero de poder, estuvo pulcro y aseado. El problema es que no tenía delante nada que torear. Era como darle pases a un carretón, muy bonito, pero ausente de alma.  El que lidió como tercero no fue mucho mejor. Era como un gazpacho sin tomate. Soso hasta la desesperación, Manuel Jesús toreó sin estrecheces ante de algunas caídas del astado.

La tarde quedó para el torero de la alternativa. El de su doctorado fue muy apropiado para la ocasión por la escasa presencia del animal. El quite por tafalleras y caleserinas resultó explosivo. El de Juan Pedro se frenó conforme avanzaba cada tanda. Javier Jiménez, tal vez bajo los efectos de la presión de un día de mayor responsabilidad, anduvo solvente pero sin centrarse. Puso toda la voluntad del mundo, el toro se rajó y se fue a las tablas y allí el chaval animó sus embestidas con recursos sobrados. Con la espada se le fue la mano y el estoque quedó bajo y asomando por el costado. Mala suerte.

La fortuna se puso de su lado. El sexto titular fue un toraco enorme que arrastraba una pata. La devolución le tenía reservado otro sobrero de Parladé que le permitió explicar los argumentos con los que ha llegado a esta alternativa.

El torero de Espartinas entendió  bien a su oponente, le ligó los muletazos con técnica y valor para quedarse en el sitio colocado y fue capaz de gustarse en alguno muletazos de trazo airoso y sentido. El toro, a duras penas, medio aguantó con cierta nobleza la faena del nuevo matador. Javier Jiménez toreó bien con la derecha y con la izquierda, para ya al final dibujar una trincherilla gloriosa como firma de su vibrante y torera labor.

Le costó cuadrar al animal, ya muy quebrantado en este trance, pinchó a la primera y metió la espada a la segunda. La imagen del torero fue excelente. Había dejado claro que su alternativa estaba más que justificada.

A %d blogueros les gusta esto: