El toreo caballeresco desapareció, prácticamente, con la irrupción del toreo a pie en el siglo XIX. El toreo se profesionalizó y ya no servía el argumento utilizado, por ejemplo, por Fernando de Valenzuela, el famoso valido de doña Mariana de Austria: «Y sépase que el único pretexto para permitir que entren los caballeros a torear es por socorrer a los peones». Hasta la aparición de don Antonio Cañero en 1921 no se daban regularmente corridas de rejones. Este ilustre cordobés, no sólo fue el iniciador del rejoneo moderno sino que le dio un carácter netamente andaluz, entre otras cosas, en la vestimenta y en el avituallamiento del caballo: silla y estribos vaqueros.

Pero además, Cañero era el prototipo de la pureza en el arte de rejonear. Me parece que fue el único que exigió los toros en puntas. También montaba caballos con la cola trenzada, no como vemos ahora con la cola como una bandera desplegada al viento, que sin duda alguna puede evitar muchas cornadas. Pero acaso, puede preguntarme el lector, es que ¿usted desea que le den una cornada al caballo? En absoluto, como menos se lo deseo a los toreros a pie y, sin embargo, le exigimos que los toros que lidian estén en puntas y que no toreen con el pico de la muleta. La cola del caballo es como el pico de la muleta. Es de justicia señalar que el caballo Triana de Diego Ventura la llevaba trenzada.

De todas formas, es verdad que el rejoneo de hoy poco tiene que ver con el de Cañero, el de Pinohermoso o el de Álvaro Domecq. Empieza a evolucionar con los Peralta y se consolida como un espectáculo entre taurino y circense con Hermoso de Mendoza, Ventura… Y lo de circense no lo digo en sentido negativo. Es el más difícil todavía como la doma de las fieras o los ejercicios del trapecio.

Otro cambio importante que se produce en las corridas de rejones de ahora es que ya sólo hay un rejón de castigo. Antes había tres. Debe ser consecuencia de la escasa pujanza de las reses. Algo parecido con lo que pasa con el tercio de varas. Ahora, eso sí, banderillas para todos los gustos: largas, cortas, a una mano, a dos manos. Ayer no hubo rosas, pero banderillas, docenas y docenas.

La actuación de los tres caballeros fue muy diferente. Fermín Bohórquez practica las suertes más a la antigua. Mayor sobriedad. Menos espectáculo. No tuvo suerte con el estoque y no pudo ni dar la vuelta al ruedo. Creo, además que Bohórquez puede jugar con ventaja, pues lidiando toros de su casa, es lógico pensar que los toros le conocen hasta por la voz. Bromas aparte, no tuvo su mejor tarde.

Pablo Hermoso de Mendoza es el que mejor torea a caballo. El que más templa las embestidas con el equino. Ayer anduvo desacertado con el acero y tampoco dio ni una sola vuelta al ruedo.

Diego Ventura que, aunque es portugués, no va vestido a la portuguesa, sino con traje corto ya que según me ha explicado persona muy cercana a él, se considera de La Puebla del Rio, tuvo una tarde triunfal. Además de buen toreo, acierto con el estoque en ambos toros, sabe vender bien su mercancía. Es un gran enfervorizador de masas. Dos orejas en cada toro y la Puerta del Príncipe de par en par. ¡Enhorabuena!

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