Defraudaron los toros de Victorino Martín en la quinta del abono sevillano. sólo el sexto se dejó torear a gusto, aunque el segundo y el tercero también se dejaron a ratos. Cortés perdió la oreja por un pinchazo.

Plaza de toros de la Maestranza. Jueves, 28 de abril de 2011. Quinta de feria. Tres cuartos de entrada largos. Toros de Victorino Martín, serios y de muy dispares hechuras, moruchón el mazacote y cuajado 1º; exigente por el derecho el descolgado 2º; noblón y sin final el largo y alto 3º; de prometedor juego y a menos el recortado 4º, que se paró; descastado y sin poder el bajo 5º; supremo de temple y calidad el precioso 6º, sobresaliente cierre para un descastado conjunto.

Juan José Padilla, de verde botella y oro. Estocada corta fulminante (aplausos). En el cuarto, estocada hasta la gamuza (saludos). El Cid, de azul marino y oro. Metisaca y estocada (saludos). En el quinto, estocada (palmas). Salvador Cortés, de nazareno y oro. Media estocada desprendida atravesada (ovación). En el sexto, pinchazo y estocada rinconerilla (petición y vuelta al ruedo).

Carlos Crivell.- Sevilla

La ganadería de Victorino Martín debutó en Sevilla el 18 de abril de 1996. La terna de esa fecha estaba compuesta por Ortega Cano, El Tato y Pepín Liria. Fue una buena corrida y tanto el espada murciano como el maño cortaron una oreja.

La corrida del año siguiente, el 11 de abril de 1997, fue triunfal. Los toros de Victorino dieron un gran espectáculo en un cartel que formaron Jesulín de Ubrique, El Tato y Pepín Liria. Aquel día se lidió el famoso Veraniego, al que El Tato le cortó las dos orejas.

Volvieron los toros asaltillados a Sevilla en los años 98 y 99, ya con un juego inferior. Tras unos años en la reserva, volvieron en 2004. De esta segunda etapa son inolvidables los toros Melonito y Borgoñés. Es decir, hay una historia brillante de la divisa de Victorino en Sevilla.

Desde hace algunos años, las corridas de Victorino en Sevilla ya no son las de antes. El mínimo llegó en el famoso mano a mano de Morante y El Cid de 2009. Cada corrida de Victorino es una esperanza para el aficionado al toro. En la corrida de ayer, Victorino ha seguido por la senda del fracaso, porque no se puede justificar una corrida por un solitario toro.

Ese toro fue el sexto, el clásico animal de esta divisa que embiste pastueño por abajo. No es un toro fácil porque necesita una muleta muy templada. Es, por contra, un toro muy agradecido si el lidiador consigue amoldar la lentitud de las embestidas con el pulso de su muñeca. Es un toro muy frecuente en México, donde la semilla de los toros asaltillados domina la cabaña brava.

La corrida de Victorino tuvo ese toro sexto y alguno más, pero logró el enfado de la parroquia maestrante porque, en general, fue un encierro carente de casta, de una sosería llamativa y que no propició el espectáculo.

Pero no toda la corrida fue así, el segundo embistió en la muleta de El Cid, lo mismo que en algunos momentos el tercero. Ocurrió que fue un lote por debajo de lo esperado, sobre todo el primero, cuarto y quinto, lo que facilitó que el público llegara a tocar palmas de tango en señal de protesta.

La corrida no fue brava en el caballo. Es verdad que la suerte de varas sigue siendo un problema de difícil solución en estos tiempos. Ni se ponen los toros en suerte en el sitio adecuado, ni tampoco los picadores están acertados, aunque en la tarde de ayer hubo buenos picadores y excelentes puyazos. No fueron bravos porque casi todos huyeron de las cabalgaduras.

Esta corridas están bendecidas por los aficionados, que siguen las peripecias de la lidia de forma distinta a otras fechas. ¿Cómo estuvo la terna? Cada cual según su momento y posibilidades. Padilla había pedido este año dejar a un lado la de Miura, encierro que lleva estoqueando desde tiempo inmemorial. Padilla es un profesional honesto del toreo, capacitado para lidiar las reses más complicadas. En la tarde de ayer ha solventado la papeleta frente a dos animales sin posibilidades. Lo mejor de su actuación fueron las dos estocadas, con mención especial para la del cuarto, un estoconazo que queda apuntado para llevarse algún premio.

Se mató bien la corrida, excepto el toro que fue mejor toreado, el sexto, que por culpa de un pinchazo fue arrastrado con las orejas. Salvador Cortés necesitaba esa oreja para reflotar la temporada. Sus naturales al buen toro de Victorino resultaron muy templados. La ligazón con los pases de pecho fue perfecta. La plaza, carente de emociones en tardes pasadas, se entregó al torero de Mairena. La faena tuvo ese punto de emoción que proporcionó la embestida boyante del toro de Victorino. Un pnchazo lo dejó sin premio. Así de cruel puede ser la fiesta de los toros, que un pinchazo se lleva un trocito de gloria.

La otra faena de la tarde fue la de El Cid al segundo, un toro con buen pitón derecho, algo mirón, pero muy posible. El de Salteras hizo un esfuerzo incompleto, se quedó fuera de cacho en ocasiones y no logró la contundencia necesaria para rematar su labor. En el soso quinto recetó una buena estocada tras una porfía inútil.
Se acabó el llamado ciclo torista de la Feria. Visto lo visto, se impone una reflexión, porque el fracaso ha sido mayúsculo. A partir de hoy llegan otras ganaderías. Que todo cambie por el bien de todos.