Sevilla. 7 abril 2016. Jesus Moron. Toros en Sevilla. Ganaderia El Pilar. Matador Lopez Simon. Sexto toro.Juan Manuel Pérez Alarcón.- Me decía mi amigo Javier que se respiraba otro aire en la plaza, que era como un día de feria, pero con menos público, y eso realmente es una buena definición para prologar la sexta de abono en Sevilla. Había ambiente de euforia, alegría y sentimiento en el público de Sevilla. Eso es importante, pero preocupante cuando se aplauden los clarines, los malos puyazos, las salidas en falso de un par, las gracías de un borracho de sol (y de sombra), etc.,  y todo eso como dcia aquél va degenerando en exceso al espectáculo. Ayer incluso se aplaudía lo que estaban haciendo mal los toreros, y eso mi irrita algo. Incluso la banda del Maestro Tejera anda despistada con el inicio de los pasodobles, y eso ya es de nota. Y yo le repliqué a mi amigoJavier: «Esperaté a la semana que viene…»
De la corrida de Moisés Fraile-El Pilar, decir que tuvo de todo, toros mansos, con genio, con algo de raza, y todos al límite de sus fuerzas. Sin ser buena, podemos decir que tampoco fue mala. De presentación, como viene siendo habitual en Sevilla, muy dispar en cuanto morfología y pesos.
Sebastián Castella pulseó de forma inteligente a su primer toro que fue muy protestado por su justeza de fuerzas. Débil de todo, y de sangre, tuvo la nobleza suficiente para que el francés lo templara en series estimables por el pitón derecho en los momentos iniciales de la faena. Firmes y estéticos dos naturales al ralentí. Tras un pinchazo y estocada caída, fue ovacionado.
Con el tercero, también protestado por su debilidad de manos, no pudo hacer mucho en los primeros compases de la lidia. Picado con las precauciones adecuadas, solo duró tres series ligadas pero sin fondo alguno. No dijo nada al respetable y terminó aburriendo. Con el quinto, otro toro que demostró signos de debilidad, y agotamiento, Castella practicó su toreo más vulgar, perfilero y aburrido. No tenía material. Abrevió porque el toro se lo pidió. Cara de pocos amigos tenía el francés al pedir el estoque de matar.
López Simón tuvo un primer oponente que hizo extraños de salida por el pitón derecho y que fue sometiendo poco a poco en los engaños. Derribó al caballo en una suerte de varas que no tuvo mucho que destacar. Buen tercio de banderillas a cargo de Domingo Siro y Arruga, que se desmonteraron. En la muleta pecó Simónde torear en cercanías cuando a lo mejor el toro pedía otros terrenos. Faena sin transmisión que fue perdiendo intensidad de forma proporcional a la condición del toro, que no esperaba mayores retos. Tras estocada algo caída, fue silenciada su labor.
Con el cuarto, bajo de presentación, tuvo otro aire desde su salida de toriles. Se cuidó en exceso en el caballo, y se volvieron a lucir los miembros de su cuadrilla,Siro lidiando, y Miguel Ángel Sánchez y Arruga en banderillas. Faena de altibajos y la falta de acople inicial se transformó en distancia y temple en las tandas intermedias. Se dio cuenta el torero que, cruzándose y dándole al toro su sitio, el toro repetía con nobleza y transmisión. Tras cesar la música vinieron los mejores pasajes de la faena toreando al natural. Toque, temple y mando. Y ahí todos de acuerdo. Lo repitió dos veces y la plaza se entregó. Tras una estocada algo trasera se le premió con una justa oreja.
Con el último de la tarde, el madrileño lanceó de salida con el capote con la suavidad que le caracteriza.  Un toro que tampoco se comió al caballo, y que nuevamente la cuadrilla se lució en el tercio de banderillas, con Vicente Osuna yJesús Arruga de protagonistas. Apostó el torero por un toro que llegó con algunas dudas al tercio de muleta, pero que fue mejor cuando le daba distancia al toro. Series mandonas con la derecha que abrieron las esperanzas al torero. Faena no uniforme, con picos de intensidad, y fue con una pase cambiado y un natural cuando el torero se entregó a un toro que no trasnmitia nada, pero que su nobleza provocaba que su embestida fuera acorde con el toreo que practica López Simón. Los naturales finales, sus pases de pecho ligados, junto con el valor, quietud y serenidad en la figura, tuvieron mucha importancia. Y también un público entregado a su peculiar tauromaquia. La gente estaba con él, e incluso algún enganchón que otro era aplaudido. Los instantes finales de su faena, en un palmo de terreno, le valieron la oreja, tras recetar una buena estocada.