26 de abril de 2001. Jueves. Corrida de toros. Abono.
Seis toros de Alcurrucén.
Manuel Caballero (azul pavo y oro): palmas y saludos.
Rivera Ordóñez (grana y oro): silencio tras aviso y silencio.
Eugenio de Mora (corinto y oro): ovación y vuelta tras aviso.
Saludaron en banderillas Curro Molina, en el segundo, y José Antonio Carretero, en el cuarto. Destacaron los picadores El Turuta y Manuel Mazo. Tres cuartos de plaza. Eugenio de Mora fue asistido por la entrada de albero en el ojo durante la lidia del sexto, de carácter leve.
Carlos Crivell
En la plaza había toros de procedencia Núñez, un encaste que a los más veteranos les trae recuerdos imborrables. Lo mismo que hoy casi todo es Domecq, hubo un tiempo en el que casi todo era Núñez. Es posible que dentro de cincuenta años alguien cuente que hubo un día en el que casi todo era Domecq, aunque nadie sabe lo qué será de las ganaderías dentro de medio siglo.
En una feria larga como la de Sevilla, la mayor parte de las ganaderías proceden del monoencaste dominante. De ahí que fuera ilusionante ver las reses de Alcurrucén sobre el albero sevillano.
Siguen siendo días de aficionados. El tendido estaba lleno de ganaderos. La mirada pausada descubría a Jaime de Pablo Romero junto a Pepe Benítez Cubero. El primero ya no tiene ganadería. Al ver al segundo se acuerda uno de la famosa corrida de la feria de 1965 con Puerta, Romero y Camino dando la vuelta al ruedo con su padre. Han pasado 35 años y la de Cubero ya no se lidia en Sevilla.
En una barrera, Martínez Conradi; por el tendido, José Luis Buendía. Ambos tienen parte del poco encaste Santa Coloma que aún queda en las dehesas. Ya no se anuncian reses santacolomeñas, como tampoco los de Murube. Ni siquiera reses de Contreras, de los que Angel y Rafael Peralta, siempre en su barrera del tendido 7, tienen una buena representación.
Siguiendo la corrida con interés, los ganaderos que siguen fieles a Núñez. El más atento de todos, Carlos Núñez, heredero del nombre y de los toros. Nadie sabe tanto de la historia de estos toros como Carlos, que siempre encuentra virtudes en lo que procede de Núñez.
Muy poco es lo que sobresalió de una corrida decepcionante. A los que siempre le echan la culpa a los toros, hay que recordarles que los de Alcurrucén fueron descastados, pero daban posibilidades para muchas más cosas de las que vimos sobre el ruedo sevillano. Apenas quedan en el recuerdo los pares de Curro Molina y Carretero, la casta del Turuta, que siguió picando casi desde el suelo, algún natural de Caballero, las ganas de Eugenio de Mora y un quite de Rivera Ordóñez.