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Álvaro Lorenzo (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Carlos Crivell.- No remató la novillada de El Parralejo, defraudante por lo esperado, de forma que el festejo, que tuvo la sorpresa de Álvaro Lorenzo, muy templado y con una oreja en el primero, se fue a menos conforme avanzaba a su final. Marín, puesto y dispuesto, dio una vuelta. mientras Pablo Aguado tropezó con lo menos agradable del encierro.

Plaza de toros de Sevilla, 1 de mayo de 2016. Novillada con picadores de abono. Más de media plaza. Seis novillos de El Parralejo, bien presentados y de juego variado. En general, con pocas fuerzas. Nobles, el 1º y 2º; descastado y blando, el 3ª; con clase el 4º; mansos el 5º y 6º.
Álvaro Lorenzo, de azul rey y oro. Buena estocada (una oreja). En el cuarto, pinchazo y casi media estocada (saludos tras aviso).
Ginés Marín, de grana y oro. Estocada caída y perpendicular (vuelta al ruedo). En el quinto, estocada atravesada (saludos tras aviso).

Pablo Aguado, de azul noche y oro. Dos pinchazos, estocada atravesada y tres descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada atravesada (saludos).

El novillero de Toledo Álvaro Lorenzo tiene el secreto del temple. Se nota que detrás tiene a Pablo Lozano. El primero de la desigual novillada de El Parralejo tenía bondad en sus embestidas, pero en la manos de Lorenzo se entregó y embistió largo y con clase. No parecía posible en los primeros tercios, en los que la falta de fuerzas del animal suponía le frenaba en exceso. Las tandas con la derecha fueron la medicina ideal para que el novillo rompiera hacia delante. Entre los buenos derechazos y algunos naturales, el temple salió a relucir en los de pecho, que fueron de calidad suprema. Como lo mató de verdad, cortó una oreja. Era el primero de la tarde, donde es más difícil que el público se entregue a un torero. De ahí que fue una oreja con doble mérito.

El saludo con el capote al cuarto fue excepcional. Las verónicas hasta el platillo, ganado terreno en cada lance, fueron de sentimiento y regusto. Si las firma uno de por abajo se cae la plaza. La faena fue de nuevo una exhibición de templanza. Si no tomó más vuelos fue por algunas interrupciones, se rompió la muleta al pisarla el novillo; el viento movió las telas, e incluso se derrumbó el animal después de uno de pecho. En la memoria quedan uno de pecho y dos naturales de sensación. Será matador en breve. Está más que preparado. Tiene el don del temple.

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Ginés Marín (Foto: Álvaro Pastor Torres)

También está en puertas de la alternativa Ginés Marín. Al primero de su lote lo saludó con siete verónicas de mano baja que fueron recibidas con clamor. Comenzó la faena de rodillas, tal vez de forma algo precipitada. Las tandas de principio sobre la mano derecha pecaron de más velocidad de la cuenta. Con el novillo atemperado, Ginés se metió en sus terrenos, tiró de circulares, ahogó al animal al que no dejó salida por ninguna parte y acabó con bernadinas.

El quinto fue un manso con todos los ingredientes. No paró de huir de la muleta que le mostró el novillero. Hizo un esfuerzo, robó pases sueltos, alargó de manera innecesaria la faena, pero dejó claro que está llamado a empresas mayores.

El sevillano Pablo Aguado lanceó con buen estilo al tercero, un novillo castigado en dos varas con exceso y que se apagó en la muleta. El buen concepto de Aguado quedó patente en muletazos sueltos. No pudo ligar los pases.

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Pablo Aguado (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Salió a por todas en el sexto. Cuatro faroles de rodillas en el centro del ruedo fueron el saludo. La plaza vibró, más por la garra del torero que por la misma ejecución de las suertes. Tampoco fue un buen novillo para la muleta. Aguado se enfrentó a un animal de poca fijeza, blando y descompuesto. En algún redondo suelto dejó la huella de su toreo. No pudo hacer faena compacta al torito de El Parralejo, que acabó como una estatua inmóvil sin regalar ni una embestida.

La expectación de la novillada de El Parralejo quedó ligeramente defraudada. La bondad, gracias al temple de Lorenzo, del primero, la misma calidad breve del segundo, no fueron datos positivos de valor suficiente para salvar un lote con pocas fuerzas, algunos mansos de libro y otros con la casta bajo mínimos.

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