Álvaro Pastor Torres.- El grave percance de Antonio Espaliú y la buena actuación de Fernando Adrián marcaron la última novillada del abono sevillano, donde Montealto lidió un aceptable encierro
Plaza de toros de Sevilla. Domingo 26 de junio. 6ª novillada con picadores del abono. Poco más de un tercio de plaza en tarde de calor sofocante. Saludó tras parear al tercero Raúl Adrada.
Seis utreros de Montealto, bien presentados y parejos que cumplieron por lo general con los montados; la mayoría aplaudidos en el arrastre; destacó el noble 3º.
Mario Alcalde, de gris perla y oro (nuevo en esta plaza): estocada tendida y trasera, ocho descabellos, estocada atravesada y cinco descabellos (silencio tras dos avisos); estocada (silencio).
Antonio Espaliú, de verde hoja seca y oro: pinchazo, estocaba baja perpendicular y ocho descabellos (silencio tras aviso); estocada (cogido) Antonio Espaliú resultó cogido al entrar a matar al quinto. El parte médico firmado por el Dr. Mulet Zayas es el siguiente: “Herida por asta de toro en triángulo de Scarpa derecho que diseca cara anterior de vena y arteria femoral con arrancamiento de tres colaterales arteriales. La cornada sigue un trayecto ascendente y hacia fuera alcanzando pala ilíaca con una extensión de unos 25 cm. Y una segunda trayectoria de unos 5 cm. hacia abajo y afuera. Tras completar exploración exhaustiva de la herida se practica hemostasia, lavado y cierre de herida tras colocación de drenajes.
Presenta una segunda herida en la cara interna del 1/3 interior del mismo muslo y de menor cuantía que solo afecta a planos superficiales (producida en cogida en su primer toro). Pronóstico: Grave. Ha sido trasladado al hospital”.
Fernando Adrián, de purísima y oro (nuevo en esta plaza): estocada un punto trasera y cuatro descabellos (vuelta tras leve petición); estocada algo trasera (oreja).
Cogida y triunfo (que dicho sea de paso pudo ser mayor). Así es la fiesta. Espaliú, el pinturero novillero de Coria del Río, en el hule, y el madrileño Fernando Adrián, un producto de la Fundación Taurina “El Juli”, acordándose de esos descabellos fallidos en el tercero que le privaron de un triunfo más rotundo.
Antonio Espaliú salió prendido de fea forma tras entrar a matar por primera vez a su segundo novillo y dejar una estocada hasta la bola. El utrero cayó rodado por un lado y el novillero por otro. Angustioso traslado con caída general incluida y notables gestos de dolor del herido. Hasta entonces el de Coria no había acumulado suficientes méritos. A su primero lo lanceó con mucha suavidad y gusto, pero el animal fue machacado en varas con saña y se fue desangrando por los numerosos agujeros que le abrió el piquero de turno, por lo que llegó demasiado parado a la muleta. Aún así se mereció mejor suerte el novillo que tuvo delante a un aspirante cortito de corazón y que se fue pronto por los aceros tras dejar cuatro detallitos sueltos de la calidad que atesora.
Muy desigual el trasteo al utrero que lo hirió, con un inicio casi siempre fuera de sitio, una parte central más entonada y muy jaleada por sus acérrimos y un final desvaído con la izquierda ante un burel que se terminó rajando.
Fernando Adrián destapó sus cartas desde el primer momento con un recibo al tercero compuesto por seis faroles de rodillas y una larga cambiada de remate, todo casi sin enmendarse de sitio. Las verónicas del quite tuvieron buen son. Mario Alcalde usó su turno reglamentario de quites para perpetrar uno por gaoneras “al tironazo”, y es que otras virtudes tendrá el chaval, pero de temple anda como yo de física nuclear: ayuno. Replicó el de Torres de la Alameda por chicuelinas. Inicio de faena variado, larga tanda por la derecha… y Tejera -bueno, el propio que ocupaba el lugar del hijo del recordado Pepín Tristán- sin enterarse. Hasta bien entrada la siguiente serie no rompió a tocar el pasodoble. Bien sin más con la zurda; destacaron sus pases de pecho. El chaval siempre se quedó muy quieto y aguantó una barbaridad los parones del cornúpeta al final de la faena. La estocada trasera tuvo que ser refrendada con cuatro descabellos que diluyeron un triunfo de ley.
En el que cerraba plaza flotaba aún la conmoción por la cogida, y no fue ya hasta bien entrado el trasteo cuando éste cogió ritmo, en especial en una serie con la derecha ante un novillo astifino y no del todo cierto. A falta de más estética se lo pasó muy cerca sin trampa ni cartón. Esta vez si tumbó al utrero a la primera y tocó merecidamente pelo.
El toreo prefabricado, premeditado desde el hotel y tendente a la posturita de Mario Alcalde se encontró con dos novillos violentos en diverso grado y su labor fue una sucesión de enganchones y desarmes sin atisbo alguno de temple. Pasó las de caín para finiquitar al que abrió plaza, que llegó bastante enterito a la muleta, y el presidente (don Julián el de Castilleja, con el equipo de Anabel) le perdonó generosamente el tercer aviso. Recibió al cuarto sin montera y descalzo -¿por la voltereta al descabellar al otro?- y de nuevo se sucedieron los desarmes. Con la franela todo fueron dudas y tiró pronto por la calle del medio.
Foto: Álvaro Pastor Torres