Noveles_triunfadores_2014Carlos Crivell.- Lo mejor fue la entrada que registró la plaza, casi lleno. Si no se llenó fue porque algunos abonados, que tenían la posibilidad de acudir, no lo hicieron. Fue gratificante. Luego, los erales de El Parralejo fueron encastados y nada fáciles para la terna. Orejas para Aguado y Carballo y una negativa absurda del palco para darle un trofeo a Serna. Aguado fue el ganador del ciclo.

Plaza de toros de Sevilla. Final de las novilladas de promoción. Casi lleno. Seis erales de El Parralejo, bien presentados y encastados, aunque en general mansos. Mejores, primero, segundo y sexto. El resto, complicados.

Pablo Aguado, de coral y oro, estocada caída (una oreja). En el cuarto, pinchazo y estocada tendida (saludos tras aviso).

Rafael Serna, de grana y oro, estocada (vuelta). En el quinto, estocada trasera y atravesada (saludos tras aviso).

Juan Carlos Carballo, de rosa y seda blanca, estocada que asoma (vuelta). En el sexto, estocada desprendida (una oreja)

Sevilla demostró que basta que haya dos novilleros que despiertan la pasión para que la afición vuelva a la plaza de toros. Unos apoyaban a Pablo Aguado; otros a Rafael Serna. También el extremeño Carballo tenía partidarios. Pero el espectáculo fue el maravilloso aspecto de la plaza, casi llena, más de nueve mil personas, para presenciar una novillada sin picadores. La castigada afición sevillana respondió a la llamada de dos nuevos toreros que prometen días de ilusión. Aguado y Serna son la pareja del año.

En esta final hubo pasión y rivalidad en el ruedo y en el tendido. Esa asistencia masiva de público se transmitió a los espadas que se entregaron para lograr el triunfo. El marcador de trofeos se quedó corto, en parte porque la novillada, encastada, fue complicada para los aspirantes.

Debutó en Sevilla la divisa de El Parralejo, propiedad de José Moya, que llegaba con los avales de sus triunfos en otras plazas. Fue una novillada muy bien presentada y encastada, mansa en general, y que fue una buena piedra de toque para los jóvenes principiantes.

Pablo Aguado le cortó una oreja al manso primero por una faena intermitente llena de buen gusto y algunos pasajes de buen toreo. El animal quería irse a tablas y la virtud del joven torero fue la de fijar su embestida por abajo y conseguir templar sus arrancadas. Los remates de pecho fueron soberbios. Los ayudados finales, preciosos. Cortó una oreja fácil porque la espada cayó baja.

El burraco cuarto fue también manso y sacó complicaciones. Aguado se fue a portagayola y tras la larga le dio hasta cinco faroles, para rematar con media muy torera con los sones de la banda en su honor. La faena fue de entrega y muchas ganas, aunque no pudo levantar el vuelo salvo en algunas tandas con la izquierda que salieron más limpias y rematadas.

Rafael Serna se fue a portagayola en el segundo. El chaval fue un dechado de entrega toda la noche. Ese novillo segundo fue reservón y parado. Los doblones del comienzo fueron buenos pero no consiguieron enmendar la condición del animal. Serna se entregó en la distancia corta para exprimir a un eral con problemas mayores. Lo mató muy bien otra vez, está claro que se ha mostrado como un buen matador, y se pidió la oreja que el palco no concedió. La impresión es que había mayoría. Otra cosa es si era faena de oreja; probablemente no lo era.

El quinto fue muy difícil para un chaval que está comenzando su profesión torera. No se entregó nunca y desarrolló violencia en sus acometidas. Rafael Serna, que otra vez se había ido a portagayola, buscó la manera de meterlo en la muleta pero era casi imposible. La voluntad no fue suficiente. El brindis a su padre, muy emotivo.

El extremeño Juan Carlos Carballo también se fue a portagayola en sus dos novillos. El tercero también desarrolló problemas. Carballo estuvo decidido y resultó cogido de forma aparatosa. Logró, con entrega y voluntad, algunos naturales con rabia. La espada salió por el costado y le restó premio. La vuelta la dio por su cuenta.

Al sexto, en la portagayola, lo recibió de costado de forma vistosa. Se estiró en lances vistosos y de nuevo fue un torbellino de voluntad.  Aprovechó a este buen novillo sexto en una faena decidida con tandas por ambos pitones con largura y temple. Tapó al eral para que solo tuviera muleta en su horizonte y así fue construyendo una faena vibrante muy bien recibida en el tendido. Acabó con bernadinas ceñidas. Carballo es valiente a carta cabal.  La oreja fue el premio a su entrega. No era procedente la petición de la segunda.

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