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David de Miranda. al natural con el tercero (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Carlos Crivell.- David de Miranda impactó por su valor y personalidad. El de Trigueros es un diamante por pulir, pero hay mucho que pulir, aunque tiene lo fundamental para ser torero. Llenó la tarde con su actuación. Poco afortunado y sin relieve el portugués Dias Gomes, y con solvencia Tomás Angulo con una novillada poco potable del Conde de la Maza., un diamante por pulir

Plaza de toros de Sevilla. 22 de junio de 2014. Menos de media plaza. Seis novillos del conde de la Maza, el segundo lidiado como sobrero, de buena presencia, justos de raza y con dificultades variadas. Gazapón, el 1º; con  genio y movilidad, 2º; 3º con recorrido por el izquierdo; 4º, descastado; 5º, con la cara alta y soso; 6º, noble por el lado derecho sin humillar. El banderillero Rafael Guerrera fue cogido en el tercero y sufrió una cornada en el muslo izquierdo de 15 cm, de pronóstico menos grave.

Manuel Dias Gomes, de turquesa y oro, pinchazo y estocada baja (palmas). En el cuarto, dos pinchazos (silencio).

Tomás Angulo, de tabaco y oro, estocada (saludos). En el quinto, dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso).

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Cogida de David de Miranda con el capote (Foto: Álvaro Pastor Torres)

David de Miranda, de la tierra onubense de Trigueros, fue el nombre destacado de la tarde. Tiene valor seco para hacer varios toreros. Tiene personalidad. Como es normal en un torero tan nuevo debe corregir muchas cosas. Es decir, se intuye que estamos ante un torero con futuro prometedor.

David se hizo presente en todo momento en los quites. Las gaoneras y las tafalleras son su especialidad, pero se pasa las reses muy cerca. A la verónica, sus muñecas tienen soltura, las maneja con gracia, aunque ese lance, que es el fundamental, debe todavía perfeccionarlo.

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Estocada de Tomás Angulo (Foto: Álvaro Pastor Torres)

En un quite al tercero, la plaza sufrió un fuerte impacto emocional. Colocado en el centro, citó al novillo con el capote plegado en la espalda. El animal fue como un rayo, el de Miranda no sacó los brazos a tiempo y toda fuerza bruta del astado chocó con la anatomía liviana del triguereño. A pesar del durísimo encontronazo, salió indemne. El ángel de la guarda de este torero es aficionado a los toros.

Su faena fue de firmeza y quietud. A esas alturas la plaza estaba embelesada porque en el ruedo había un chaval que se la estaba jugando. La faena fue de mano izquierda, la buena del animal, con algunos muletazos corriendo bien la mano y otros de menos limpieza. Se equivocó al volver a la diestra en la mitad de su faena. Por ese pitón era imposible. Cuando trataba de cerrar al novillo fue cogido el banderillero Rafael Guerrero, que se llevó una cornada en el muslo izquierdo. David de Miranda quiso cerrar con bernadinas y de nuevo fue atropellado al no tocar a tiempo al animal. Otra vez salió sin daño. Con la espada estuvo poco acertado.

Así las cosas, nadie se fue antes de la salida del sexto. De nuevo provocó taquicardia con unas gaoneras. La faena fue intermitente. El del Conde de la Maza humilló poco. Con su verticalidad y quietud logró algunas tandas meritorias, tal vez poco limpias en algún momento, pero el animal no daba para mucho más. Las manoletinas de rigor, porque David es un torero moderno, precedieron a un manejo desigual de la espada. Dio una vuelta como premio global a una tarde en la que dejó su tarjeta de presentación. Sus seguidores pidieron de forma absurda un trofeo que el palco, con acierto, no concedió. Tiene los mimbres. Ahora hay que pulir los defectos para que se remate un buen cesto.

A la novillada del Conde no le sobró la casta. El que tuvo más movilidad fue el segundo, pero lo cambió por un punto de genio incómodo. Como defecto más acusado, casi todos llevaron la cara alta.

El portugués Dias Gomes tuvo pocas opciones. El primero, gazapón y justo de raza, apenas le permitió mostrar su oficio. El cuarto embistió con una sosería que imposibilitó que el chaval lograra mostrar unas cualidades que debe atesorar, pero que en este debut sevillano le ha sido imposible mostrar.

El más conocido de la terna, el extremeño Tomás Angulo, bailó con el de mayor movilidad, el sobrero lidiado como segundo, que no era nada fácil. El buen oficio de Angulo le permitió salir airoso del combate, aunque no pudo haber lucimiento. El quinto, bien lidiado por El Suso, humilló poco. Los doblones del comienzo fueron buenos, pero el animal solo le permitió mostrar buena voluntad. Muy rebrincado, acabó parado y sin alegría. Angulo cumplió decorosamente.

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