El jerezano David Galván ha cortado la única oreja de la primera novilada sin caballos celebrada en la Real Maestranza. Destacaron el buen concepto del malagueño Rivera y las ganas de Javier Jiménez.

El balance del festejo es el siguiente:

Seis erales de Fidel San Román, bien presentados y de juego aceptable. Los mejores, primero y quinto. El de peor condición, el tercero.

Martín Liñán (blanco y oro): silencio tras aviso.
Luis Rivera (gris perla y plata): silencio tras dos avisos.
Javier Jiménez (coral y oro): vuelta al ruedo.
David Galván (celeste y oro con cabos negros): una oreja.
Miguel Ángel Moreno (rioja y oro): vuelta al ruedo tras aviso.
Daniel Torres “Cotola” (azula añil y oro): silencio tras aviso.

1ª nocturna sin caballos en noche calurosa. Casi media plaza. Debutó en el palco el presidente suplente Julián Salguero. Martín Liñán fue atendido en la enfermería de contusión en la base inferior de hemitórax derecho, de pronóstico leve.  

Carlos Crivell.- Sevilla

La historia volvió a repetirse de forma similar a la de otros años, muchos ya, como si en el camino de la plaza el aficionado soñara que de nuevo surgiría un Pepe Luis. Nada es igual ahora. Este invento de las Escuelas, tan positivas por tantas cosas, nos está clonando aprendices de toreros, que desde el cascarón de su vida torera imitan lances y posturas de los matadores que ahora están en el candelero. A ninguno se le ocurre imitar a los maestros eternos. Sería maravilloso contemplar a uno nuevo que sale toreando de verdad den el capote, por ejemplo. No, ahora imitan los arrimones, las gaoneras, las espantosas tafalleras y similares horrores toreros.

Abrió la plaza de Sevilla para una de noveles y allí debió estar todo el mundo del toro, sobre todo quienes alardean de su defensa de la Fiesta. Hubieran comprobado que el jerezano David Galván, aunque aquejado del virus de la imitación, tiene mimbres. Su toreo está dotado de un regusto especial en el juego de muñecas y en la expresión del gesto. Su novillo manseó y cerca de las tablas le sacó el mayor partido, hasta el punto de mostrarse valiente y con buen oficio. La oreja fue justa.

Con el novillo más desagradable de la noche pechó el animoso Javier Jiménez, de Espartinas, que dejó claras muestras de técnica, coraje y preparación. Le brindó a Espartaco. Sin poder lucirse en el toreo fundamental, puso la izquierda por delante para sacar pases con mucho mérito.

Otro que apuntó cosas buenas fue Luis Rivera, de Málaga. En su faena de muleta se apreciaron maneras corte clásico, aunque también debe tenerse en cuenta que su novillo tenía más posibilidades.

La noche fue antipática para Martín Liñán, de Sevilla, que recibió una paliza en varias volteretas. El primero de la noche se movió mucho en su mansedumbre. Se lo brindó a Salvador Cortés. Cuando le bajó la mano, lo que hizo bien en alguna fase de su labor, lo llevó bien toreado, pero el conjunto fue atropellado.

Desde Murcia llegó Miguel Ángel Moreno, muy correcto en sus formas toreras pero también muy inexpresivo. El quinto fue de los animales que embistió con codicia. Fue una faena larga y una vuelta por la cara.

Y el que cerró la función, un chaval de Colmenar con el apodo de Cotola – feliz noticia la de un apodo entre seis principiantes -, demostró el verdor de la obra no rematada. Se eternizó cuando ya era otro día, porque, no se olvide, estaba en la Maestranza y nunca se sabe si esa plaza se podrá volver a pisar en otra ocasión vestido de luces. Cotola aprovechó la ocasión para dar mil pases, que casi ninguno fue bueno.

Fotos: lamaestranza.es y Eva Morales
 

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