Mucha técnica y poco sentimiento en la novillada de Sevilla. Tres novillos buenos, 1,2 y 4; dos para estar mejor, 3ª y 5ª, y el 6º más incómodo. Dufau, sin expresión, Silveti se acordará del gran novillo segundo, mientras que Jiménez abusó de la técnica
Plaza de toros de Sevilla, 6 de junio de 2011. Más de media plaza. Novillos de Javier Molina, correctos de presencia, salvo primero más terciado, de buen juego. Buenos el primero, segundo y cuarto. Saludó en banderillas Rafael Viotti.
Thomas Duffau, azul marino y oro, estocada perpendicular y baja (saludos). En el cuarto, media estocada (silencio).
Diego Silveti, verde y oro, metisaca, estocada atravesada y descabello (vuelta tras aviso). En el quinto, media estocada tendida y tres descabellos (silencio tras aviso).
Javier Jiménez, azul pavo y oro, media estocada (saludos). En el sexto, estocada atravesada (palmas)
Carlos Crivell.- Sevilla
La novillada se hizo eterna por la premiosidad de la lidia, también porque estos aspirantes apuran hasta el final para realizar la faena que traen en su mente. Los resultados son evidentes: una novillada con muchas posibilidades y escasos resultados de una terna que está entre lo más granado del escalafón. Exhibieron mucha técnica y no pusieron alma ni sentimiento.
El francés Dufau sorteó dos novillos para triunfar y sólo pudo dejar patente que sabe torear, que tiene demasiada técnica y que no transmite nada cuando da una infinidad de muletazos.
El que abrió plaza, mansito y noble, se dejó torear. Había que torearlo bien. Si se mete pico y se cita fuera cacho para pasarse el novillo un metro es imposible conseguir la emoción. Su faena fue tan limpia y aseada como inexpresiva. Con el cuarto, también muy noble y repetidor, volvió a torear despegado y sin gracia. Ahora se juntaron la sosería del animal y la del novillero.
El segundo fue un gran novillo. Diego Silveti estuvo muy correcto, en algunos momentos, lucido, pero es inconcebible que un animal así se le fuera al desolladero con las orejas. Silveti estuvo afanoso con el capote, intervino en quites y logró una tanda muy reunida con la izquierda como mejor expresión de su tauromaquia. Por medio, muletazos rápidos y algunos más despegados. El novillo siempre embistió. Se quedó sin orejas porque, para colmo, mató mal.
El quinto se dejó menos. Resultó volteado sin consecuencias en un quite. Salvo una primera tanda de mejor contenido, no pudo enjaretar faena al pararse el de Molina. El bueno para Silveti había sido el segundo y se le fue vivo a los corrales.
Javier Jiménez le dio dos tandas de derechazos con muy buena técnica al tercero. Bajó la mano tanto, tal vez demasiado, que el de Molina lo acusó y se paró. En el sexto, la plaza, tal vez cansada, se dedicó a aplaudir las situaciones apuradas de una cuadrilla deficiente. Jiménez tropezó con un astado que remató alto los viajes. De nuevo mucha técnica, pases y más pases, para cerrar un festejo interminable. La novillada mereció mejor toreo.
Foto: Toromedia / Arjona