Loe erales infumables con el hierro de Sobral fueron una piedra de toque muy dura y complicada para los aspirantes que hicieron el paseíllo en la cuarta de promoción en la Maestranza sevillana.

Plaza de la Real Maestranza. Cuarto festejo de promoción del mes de julio. Seis erales de Sobral, bien presentados y de mal juego por mansos, falta de clase y mal estilo. Muy malos, primero y segundo; se salvó el manso quinto, que se dejó en la muleta. Más de media plaza.

Cristian Chía (Escuela de Camas): saludos.
José Carlos Carmona (Escuela de Sevilla): silencio tras dos avisos.
Mateo Julián (Escuela de Nimes): silencio tras aviso.
Borja Jiménez (Escuela de Espartinas): silencio tras dos avisos.
Luis Ramírez (Escuela de Ronda): vuelta tras aviso.
Luis Alberto Gerpe (Escuela de Madrid): silencio tras dos avisos.

Carlos Crivell.- Sevilla

En la ruleta de la fortuna, a los seis chavales que llegaron a la Maestranza en la cuarta novillada de promoción les tocaron los erales de Sobral, que fueron droga dura para estos noveles. Y no era una sorpresa. Hace un año, el mismo ganado fue manso y difícil. Es evidente que no puede volver a estos festejos. De esta cuarta novillada no se clasificó ningún joven para la final, pero ello no quiere decir que los clasificados hayan sido mejores, no, lo que quiere decir es que con el género que les cayó en suerte, estos novilleros no pudieron lucirse. Sin embargo, es preciso entresacar las cualidades de los que empiezan y juzgarlos según el ganado al que se han enfrentado.

Todos los novillos de Sobral fueron mansos. Casi todos acusaron falta de fijeza y no humillaron nunca. Algunos desarrollaron genio y mal estilo, tales como primero y segundo. Sólo el muy manso quinto metió la cara en la muleta. Al menos, el ambiente fue bueno; la noche, agradable y la asistencia de público, más que notable

Tanto Cristian Chía como José Carlos Carmona tropezaron con dos astados casi imposibles. Estuvieron afanosos sin cruzar la raya del más allá. Su actitud fue de voluntad aparente y discreta. Fue más violento el primero, que fue un compromiso muy exigente para Chía. Carmona fue volteado en su larga faena, que no logró calar en la plaza.

El francés Mateo Julián intentó hace bien las cosas. Se quedó quieto y trató de ligar los muletazos. Conforme avanzó su labor todo se volvió más embarullado hasta que el animalito se rajó por completo.

Con un eral muy malo, Borja Jiménez estuvo bastante bien. El comienzo de la faena con preciosos doblones presagiaba algo de mayor altura. El novillo era un horror, de forma que el de Espartinas sacó a relucir su oficio y excelente técnica. No podía ser una faena de lujo, fue una labor de torero muy preparado y que siempre estuvo por encima de las pésimas condiciones del de Sobral. Lo que no tiene defensa en su pésimo estilo estoqueador que le puso a pique de que el novillo se marchara vivo a los corrales.

El rondeño Luis Ramírez sujetó en el centro a un novillo muy manso. Acertó a fijarlo y pudo mostrar su estilo, que tiene una meta fundamental: la compostura. Ramírez torea mirándose en el espejo, se preocupa de componer la figura y parece que su ídolo es el malagueño Javier Conde. Aún así, logró tandas de corte preciosista y cierto temple que fueron jaleadas. Tampoco se mostró acertado con la espada y perdió algún premio.

El novillero Luis Alberto Gerpe, de la Escuela de Madrid, demostró buen manejo de capote y muleta aunque también alguna frialdad. También sacrifica el mando por la postura. No mató bien.

Según la decisión del jurado, torearán la final Fernando Adrián, de Madrid; Borja Álvarez, de Alicante, y Rafael Cerro, de Badajoz. Me hubiera gustado verlos con la infumable novillada de Sobral.