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Pablo Aguado (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Carlos Crivell.– La Sevilla íntima salió a la calle por la mañana. La juncia y el romero esparcidos por las calles fueron la alfombra de una manifestación que no cambia con los años. Ha cambiado, sin embargo, el cariz taurino de la fecha. Hace 68 años Pepe Luis le dio la alternativa a Manolo González. Este año, al menos, tres aspirantes sevillanos convocaron a una nutrida asistencia, amistosa y propicia, en la plaza. Quedan ganas de ver toreros de Sevilla. Sin embargo, lo que no debe ocurrir es que se confunda a los chavales. No se puede acudir a la plaza a aplaudirlo todo y a pedir orejas por espadazos infames y tras escuchar avisos. La seriedad no se puede perder nunca. Tampoco la debe perder el palco.

Debutó como ganadero Alejandro Talavante, que por cierto toreaba en Granada. Cuatro novillos muy justos de todo, de presencia, fuerzas y casta. Demasiado cómoda de pitones. El sobrero de Rocío de la Cámara era la antítesis de los de Talavante. Fue encastado y tenía seriedad por delante.

Pablo Aguado se justificó durante toda la tarde. Se fue a portagayola en el primero, toreó a la verónica con buen gusto, participó en quites, recibió al cuarto con faroles de rodillas, en fin que el chaval no dejó de nada en el esportón. El melocotón, bravucón siempre, derrotó mucho al final de los muletazos. Aguado se esforzó para templar con la derecha en tandas muy cortas. Su voluntad fue evidente. Un gañafón le dejó el traje destrozado.

También se entregó en una labor muy desigual con el cuarto, de mayor empuje que serenidad, con más ganas que relajación, de forma que hubo de todo. Lo bueno, algunos naturales de corte muy torero y su manifiesta decisión. Menos bueno, la colocación y las carreras entre pases, así como algunos enganchones con dos muletas rotas. Mató mal, la espada cayó muy tendida y atravesada, escuchó un aviso y remató con el descabello. La oreja, pedida por los partidarios y concedida por el palco, no tenía sentido con arreglo a lo realizado. Estas cosas confunden a los toreros nuevos. Y que conste que Aguado tiene fondo y toreo para lograr cotas mayores.

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Rafael Serna (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Rafael Serna recibió al segundo con lances de rodillas. El de Talavante duró muy poco. Serna se lució en los doblones del comienzo y en dos tandas con la derecha. El animal se fue a las tablas y allí le plantó cara el novillero.

Se fue a portagayola para recibir al quinto. El animal pasó como un proyectil cerca de su anatomía. Se dejó media vida en un topetazo en un burladero. Serna lo intentó con la derecha. El novillo tenía poco fuelle, se rebrincó y se hundió. Todo quedó en intentos frustrados. Y un consejo: a saludar se sale cuando la plaza toca las palmas, nunca por cuenta de uno mismo. Son detalles de torería que hay que cuidar con esmero.

Alfonso Cadaval toreó en Sevilla su segunda novillada con picadores. Es un detalle que debe valorarse en el juicio. El tercero fue devuelto por inválido y salió uno de Rocío de la Cámara. Recibió en el caballo lo mismo que todos los de Talavante. Cadaval, de poca variedad con el capote, mejoró con la muleta. El novillo fue bueno, Cadaval dibujó bien los muletazos pero no se la dejó colocada para que repitiera. Así las cosas, la ligazón estuvo ausente. Tampoco mató por derecho.

El hijo del ‘moranco’ mató dos de Rocío de la Cámara, el sexto anunciado de entrada. Manseó en los primeros tercios. Tanto huyó que la lidia fue prolija y espesa. Demasiados problemas para Cadaval que no acertó a administrar tantas complicaciones ni mató con entrega. La novillada fue de ilusiones. Resultados, pocos.

Plaza de toros de Sevilla, 26 de mayo de 2016. Novillada del día del Corpus. Casi tres cuartos de plaza. Cuatro novillos de Alejandro Talavante, muy justos de presencia, escasos de fuerzas y descastados. Todos se hundieron en el último tercio. El tercero, sobrero de Rocío de la Cámara, bien presentado, encastado y noble. El sexto, de Rocío de la Cámara, manso y descastado. Saludó en banderillas Miguel Ángel Odero.

Pablo Aguado, de carmesí y oro, estocada tendida y descabello (saludos tras aviso). En el cuarto, estocada muy trasera y atravesada y descabello (una oreja tras aviso).

Rafael Serna, de berenjena y oro, pinchazo y estocada caída (saludos). En el quinto, pinchazo hondo y cuatro descabellos (saludos con leves palmas).

Alfonso Cadaval, de celeste y oro, estocada muy tendida, estocada y cinco descabellos (saludos tras aviso). En el sexto, pinchazo y bajonazo (silencio).

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